Capítulo 37

87 10 6
                                        


El ambiente en la sala seguía cargado de una tensión palpable, como si el aire mismo hubiera cambiado tras las palabras de Şeniz. Nadie se movió por un momento, todos procesando lo que acababa de suceder. Los ojos de todos estaban sobre ella mientras los guardias la llevaban fuera, y el peso de las revelaciones seguía resonando en cada rincón.

Damla, con los ojos llenos de lágrimas y confusión, dio un paso atrás, alejándose un poco de todo. Cenk la abrazó, dándole consuelo en medio del caos, pero sus ojos, aunque fríos, no podían ocultar la preocupación.

—Esto... —dijo Damla, mirando a Nedim—. ¿Esto es lo que ha estado pasando todo este tiempo? ¿Por qué nadie nos lo dijo antes?

Nedim la miró con una mezcla de tristeza y determinación. Sabía que las palabras que había dicho nunca podrían deshacer el daño, pero la verdad, por fin, había salido a la luz.

—Porque no estaba listo para enfrentarla. No quería creer lo que vi cuando era niño... —dijo, su voz grave y decidida—. Pero ya no puedo seguir callando. No puedo seguir siendo un prisionero de los secretos que me arruinaron la vida.

El silencio en la sala fue roto por los susurros de los presentes, algunos sorprendidos, otros tratando de procesar lo que acababan de escuchar. Agah, aún firme y con la mirada fría, se acercó a su hijo.

 Agah, aún firme y con la mirada fría, se acercó a su hijo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Lo importante ahora es que la verdad ha salido a la luz. Lo que venga después, lo enfrentaremos juntos. Pero esta familia ya no será más víctima de las mentiras.

Nadie dijo nada más. Las palabras de Agah pesaron sobre todos, y aunque la situación no estaba resuelta, al menos ya no había lugar para las dudas.

Junto a Nedim, decidí que lo mejor era retirarnos a nuestra casa. El peso de la noche había sido demasiado, y aunque la tensión en el aire seguía palpable, necesitábamos espacio para respirar, para procesar lo que acababa de suceder. Sin decir palabra alguna, nos levantamos y comenzamos a caminar hacia la salida.

El viaje hacia nuestra casa fue silencioso. Ninguno de los dos intentó romper el mutismo que había caído sobre nosotros. Las palabras que habíamos dicho, las que habíamos escuchado, se seguían repitiendo en mi mente, como un eco interminable.

Al llegar a nuestra casa, el ambiente estaba mucho más tranquilo, en contraste con la tensión del momento. A Emir lo estaba cuidando mi abuela y mi madre por eso habia quietud en los pasillos nos envolvió y, por un momento, todo lo que quería era sentir esa calma, esa seguridad que solía brindarnos nuestro hogar. Nedim se detuvo en la puerta del salón y me miró, su expresión grave pero serena.

 Nedim se detuvo en la puerta del salón y me miró, su expresión grave pero serena

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Un Nuevo ComienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora