- Es que no entiendo qué pinto yo ahí Rus, no lo entiendo.- Vamos a ver pedazo de zopenca, te lo ha pedido ella, ¿si o no?
Chiara resopló, sin dejar de caminar por los pasillos del centro comercial en el que se había reunido esa tarde de jueves con su mejor amiga. Tenían un plan definido, el objetivo de encontrar el regalo perfecto para el cumpleaños de Violeta para el que faltaban únicamente cinco días, pero la conversación había girado hacía la cita que finalmente había acabado aceptando, dispersándose toda su atención en el proceso.
- Si, y ya le he dicho que iré a tomar café en su casa, pero me sigue pareciendo ridículo.
- Bueno, negaré haber dicho esto si me pregunta, pero si es importante para ella no deberías pensarlo mucho más.
La inglesa detuvo por un instante sus pasos, no sabiendo quien demonios le había cambiado de repente la personalidad a la ucraniana. Ahora que lo pensaba, desde las Navidades su actitud para con la andaluza se había relajado bastante, cosa que generalmente agradecía, pero no hoy. Hoy quería llevar una razón que ya sabía que ni por asomo tenía.
- Espero que cuando después lleguemos al pub, Bea y tu seáis las que me ayudéis a que se me pase el cabreo.
- Pero y porque ibas a tener que enfadarte, Kika – Ruslana, desesperada por su tozudez, le agarró de la muñeca para retomar su caminar, necesitando acabar con el tema de una buena vez – Si vas con ese chip, vas a meter la pata hasta el fondo.
Y si, era muy probable que algo así pudiera suceder. Una conciencia primitiva en su interior se removía incómoda desde la noche anterior, cuando la pelirroja propuso un plan tan coherente para el resto del mundo, como intimidante para ella. Conocía de sobra el motivo que la tenía tan irritable, y ahora, mientras miraba el escaparate de una joyería sin que nada le llamase la atención, lo definió mentalmente. Lo que sentía era complejo de inferioridad, síndrome del impostor, llámalo X. Tan simple como que Julia había disfrutado del estatus de pareja oficial de Violeta, y ella no. Ella nunca. Rabiaba solo de pensarlo.
- Vamos a centrarnos en lo importante, anda – Ruslana hizo su mejor esfuerzo por devolverla a su estado normal - ¿Qué te apetece regalarle?
Y ella volvió a suspirar, porque ese era otro punto que le tenía de los nervios. Faltaban muy pocos días para el aniversario de su nacimiento, el primero que compartían después de su separación forzada, y ella aún no tenía un regalo que estuviera a la altura. No quería plantársele delante con algún presente convencional y poco personalizado, así que sabía de antemano que la búsqueda de aquella tarde tampoco iba a dar frutos.
- Mejor vamos a tomar algo porque me va a estallar la cabeza – y su amiga alzó los brazos al aire en señal de victoria, porque ella lo tenía igual de claro.
...
- ¿Tu estás segura de que es buena idea, hermanita?
No muy lejos de allí, el tema de discusión era el mismo que ocupaba a las dos chicas. Sentadas en el sofá del cuarto de estar, Violeta y Tana ayudaban a la niña con sus deberes mientras anticipaban el capítulo de telenovela que se iba a vivir en aquella casa al día siguiente.
- ¿Y por qué no iba a serlo? – la pelirroja, sorprendida, no entendió lo que la menor quería insinuar.
- No se, tu ex y tu casi algo tomando café en tu casa, con toda tu familia – ella se limitó a encogerse de hombros con una sonrisa cínica, deseando pillar palomitas y la primera fila disponible.
- Pero si Julia es majísima, Tana – insistió ella, que no era capaz de pillar el aspecto problemático.
- No son las reacciones de Julia las que me preocupan – cuando vio la expresión perdida de su hermana mayor, continuó – Yo solo digo que veo algo mosca a Kiki con el ritmo que estáis llevando.
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Volvernos a encontrar.
FanfictionChiara regresa a su hogar tras cinco años sin tener noticias de Violeta, pero sin haber conseguido olvidarla. ¿Podrán volverse a encontrar?