Jueves por la mañana:
- Entonces ¿tu cumpleaños es el viernes que viene?
- Si, pensaba invitar a unas cañas en El Triunfo, no admito un no por respuesta.
Las dos profesoras charlaban en el hall del colegio, aprovechando los diez minutos que faltaban para que su turno acabara. Eran las tres menos diez de la tarde, y empezaban a estar rodeadas de niños que caminaban con prisa en dirección a las puertas de salida en busca de sus familiares o del trasporte público que les devolviese a casa después de la jornada escolar.
- Tranqui, me lo pasé genial el otro día, tengo ganas de repetir. ¿Puedo llevar a alguien?
Bea alzó las cejas con picardía ante la pregunta de la morena, intrigada de repente por si ese alguien era otra chica, y más en concreto, la posible pareja de su reciente amiga. Pero esta no tardó en bajarle los humos con desinterés.
- Es Ruslana, que tiene muchas ganas de conocerte.
- Claro que sí, pero que sepas que acabas de romper mis esperanzas de lesbiana cotilla- se quejó con teatralidad la profesora de plástica.
- Bea, siento decirte que mi vida sentimental es más aburrida que la de mis niños de infantil – lo dijo con aparente indiferencia, pero algo en su interior se rebeló ante la perspectiva de un futuro en el que acabase por cumplir el estereotipo de lesbiana sesentona, soltera, rodeada de gatos y arrepentida de sus decisiones.
Como si el haberlos nombrado hubiese invocado su presencia, los críos de infantil salieron en estampida de su aula, derrapando por los corredores y alcanzando el patio con rapidez. Chiara clavó la mirada sin querer evitarlo en Paula, que caminaba ajena a su presencia. Observó como la niña tomaba un rumbo fijo, y siguió el recorrido de sus piernitas hasta toparse con la figura de la pelirroja, parada bajo la canasta de baloncesto.
Su mirada se detuvo primero en unas botas negras de corte militar que rodeaban los tobillos de la andaluza, dando paso a un vaquero ajustado de talle alto que realzaba su cadera. En la parte superior, apreció como la camisa azul cielo que llevaba anudada a la cintura y que enmarcaba un top blanco ajustado, remarcaba el color de su pelo, y solo al subir la vista hasta el tercio final de su cuerpo, distinguió sus ojos castaños fijos en ella.
Violeta la estaba mirando, y a la fuerza tenía que haberse dado cuenta de su escaneo porque había sido bastante poco disimulado. Se sintió enrojecer a la vez que la otra chica sonreía y alzaba la mano a modo de saludo, el cual se apresuró a devolver antes de girarse de nuevo hacia Bea, que miraba la escena con una sonrisa traviesa en la cara.
- Permíteme dudar que tu vida sentimental sea aburrida – fue todo lo que dijo, dando a entender que no se creía ni por un segundo que entre las dos solo existiese una relación de simples conocidas.
- Bea, no se que te estás imaginando, pero no es real- se frotó los ojos, frustrada por la pillada anterior y deseando que llegase el fin de semana para desconectar durante dos días de la vida y milagros de la familia Hodar.
- Es una pena, porque hacéis parejaza.
- Bea... - y el tono de advertencia con el que acompaño su nombre le hizo ver que se acercaba a un punto peligroso para su integridad física.
- Bueno bueno, si quieres hablar de ello sabes donde estoy – y la madrileña se contentó con apretar su brazo con cariño, consciente de que ahí se cocía mucho más de lo que Chiara quería aparentar.
Jueves por la noche:
La pelirroja daba vueltas y vueltas bajo el edredón, incapaz de conciliar el sueño. Estaba nerviosa e identificaba perfectamente el motivo. La tarde siguiente Chiara volvería a su casa para continuar con las lecciones de piano, y se devanaba los sesos para encontrar una excusa válida que le permitiera estar presente en el estudio e intercambiar más de dos frases seguidas con ella.
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Volvernos a encontrar.
FanfictionChiara regresa a su hogar tras cinco años sin tener noticias de Violeta, pero sin haber conseguido olvidarla. ¿Podrán volverse a encontrar?