13- Cherry chapstick

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CINCO AÑOS ATRÁS:

Chiara Oliver estaba disfrutando. Se sentía liberada, más relajada de lo que había estado en mucho tiempo, sin preocupaciones inmediatas que le impidieran vivir plenamente el momento. Rodeada de sus amigos y con las tres pintas que se había tomado actuando como escudo contra las dudas que normalmente coartaban sus acciones, fluía por el espacio con una cierta sensación de ingravidez.

Esa noche el pub ofrecía una selección de los mejores temas de los dos mil, y se lo estaban gozando como niños pequeños. Repartidos por el espacio, se dedicaban a beber cerveza tras cerveza mientras bailaban unos con otros, acercándose peligrosamente al punto justo de exaltación de la amistad que aún no cae en el patetismo y la vergüenza ajena.

Observó como estaba la situación a su alrededor con una sonrisa distraída. Denna y Alex no escondían el estado de empalago en el que llevaban instalados varias semanas, y bailaban acaramelados en un rincón. Martin y Juanjo, en otro punto de su relación, habían visitado el baño juntos más veces de las que podía recordar, y mientras tanto, Violeta y Ruslana se perreaban con descaro la una a la otra mientras se reían escandalosamente.

Parapetada en su posición en la barra, a la que se había acercado para terminar de cuadrar con Vicky la posibilidad de subirse al escenario del micro abierto algún sábado por la noche, sintió como su cuerpo temblaba al hacer contacto visual con la pelirroja.

Llevaba toda la noche buscándole con la mirada. Siempre habían tenido la confianza de dirigirse a la otra sin filtros de ningún tipo, pero lo de esa noche estaba siendo algo fuera de lo normal. Desde el saludo en la puerta del local, Violeta se había asegurado de tener contacto físico permanente con la morena, junto con un tonteo descarado que le estaba recalentando los circuitos. Ella, por su parte, había necesitado poner algo de distancia por el miedo que le daba llegar a cometer una estupidez si la pelirroja seguía por el mismo camino durante mucho tiempo más.

- ¿Qué te traes con la chica del vestido negro? – Vicky, que seguía dandole detalles sobre los horarios del siguiente sábado, notó como Chiara había dejado de prestarle atención.

- Se llama Violeta, y no me traigo nada con ella – apartó sin muchas ganas la vista de la chica de la que hablaban, y se giró para poder hablar a la camarera frente a frente.

- Mira guapa, te saco unos diez años de experiencia en esto. Esa chica te encanta y se te da fatal ocultarlo – Vicky la miraba casi con ternura, la mirada de la inglesa reflejaba la inocencia propia de las primeras veces y se sentía en la obligación de intentar ayudarle en lo que pudiera.

Chiara resopló, incapaz de seguir mintiéndole a la cara. Al parecer todos a su alrededor acababan descubriendo lo que sentía por Violeta, todos, menos la principal interesada.

- Es que ¿tu la has visto? Como no me va a encantar...- miró de reojo la posición de sus dos amigas, para encontrar que los ojos de Violeta no habían llegado a apartarse de su cuerpo.

- ¿Y que haces hablando conmigo y no bailando con ella, por ejemplo?

- Victoria, si bailamos una canción más me va a subir hasta la fiebre – y sabía que lo que estaba diciendo podría ser perfectamente posible.

A pesar de no tener ningún tipo de atadura que lo impidiera, Chiara llevaba varios meses sin tener relaciones sexuales con otras mujeres. No sabría decir el motivo, desde luego sus ganas no habían desaparecido, pero cuando se había visto en situaciones en las que el sexo era una posibilidad real, algo le frenaba. Sentía que el contacto físico con cualquier otra persona se le iba a quedar muy corto para lo que realmente necesitaba. Una especie de intercambio de repuesto, un sustituto. Por eso, la noche de hoy estaba llevando al límite una mecha que en esos momentos no necesitaba de mucho para prenderse.

Volvernos a encontrar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora