40- Aigua

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Miércoles, 19:50h.

-    Esto ya te sale genial, Paula. El próximo día avanzamos un poquito más, ¿vale?

-    ¡Vale profe!

Chiara dejó un beso sobre su pelo antes de levantarse de la banqueta en la que ambas habían estado practicando los primeros compases de la canción infantil del momento, con la idea de recoger su abrigo y su mochila y marcharse a casa. Echó un vistazo a su móvil con un suspiro de resignación, porque Violeta ya le había advertido de que probablemente no llegaría a tiempo esa tarde, ocupada como estaba en un nuevo reportaje que le estaba exigiendo más esfuerzo del habitual. Aun así, había guardado una mínima esperanza de que apareciera por allí, porque los dos días y medio que llevaba sin cruzársela se le estaban haciendo bastante largos.

-    Oye, Kiki....

La voz de la pequeña, cautelosa, le sacó de su introspección, sonriendo al ver como se había tomado a pecho el permiso de referirse a ella de esa manera menos formal que el apelativo que relacionaba únicamente con las clases. Violeta y ella llevaban tiempo pretendiendo, sin haberse puesto de acuerdo, que Paula comenzase a asociar su presencia en esa casa con algo más que con sus labores de profesora.

- Dime bichito – retrocedió sus pasos hasta colocarse de nuevo a su lado, percibiendo que lo que fuera que le quisiera preguntar le estaba costando más de lo normal.

- Hoy en el cole Laura y Juan se han hecho novios – arrancó, con el ceño fruncido como si quisiera unir una línea de puntos imaginaria en su cabeza.

- ¿Ah sí? Vaya con tus amigos – la inglesa soltó una breve carcajada, impactada por la precocidad inocente de sus dos alumnos. Pero la risa se le cortó en el acto en cuanto Paula continuó.

- ¿Tú eres la novia de mi tati?

El sonido de su móvil impactando contra la alfombra después de que sus manos de mantequilla soltaran el agarre, fue todo lo que se escuchó en aquel cuarto en los segundos que siguieron a tremenda bomba de relojería. Chiara, la boca abierta en una mueca de perfecto asombro, se vio de repente ante una pregunta igual de complicada que la típica ¿mama, los Reyes son los padres? Su cabeza maquinó a toda velocidad una respuesta adecuada para una niña de casi cinco años, y no la encontró. Hostia puta Chiara, ahora a ver como sales de esta.

-    ¿Te gustaría? – fue todo lo que sus neuronas se vieron capaces de elaborar, cualquier complejidad más allá de eso, descartada. Parecía que de pronto todo el mundo le venía con lo mismo, empezaba a acostumbrarse al efecto de la detonación que causaba aquel interrogante.

-    Claro, sería muy guay – afirmó, con una mueca que venía a dejar clara la obviedad de la respuesta – Así no tendrías que irte cuando aprenda a tocar tan bien como tú.

-    Sería muy guay si... - pronunció en voz tan baja que ni siquiera Paula lo pudo escuchar.

Y así las encontró Tana, una quieta como una estatua a los pies del teclado, la otra mirándola con devoción desde su asiento, la tobillera que días atrás le habían traído de Granada reluciendo en su pie diminuto. Su madre, conociéndola como la conocía, entendió que ahí dentro se estaba cociendo un momento tenso para la joven, y decidió echarle un cable.

-    Señorita, es la hora de bañarse – Paula imitó torpemente un saludo militar, antes de regalarle un abrazo a la chica que aun no salía de su estado de perplejidad – Espérame en el baño que ahora mismo voy, cariño.

Y en cuanto desapareció de su vista, Tana se acercó hasta su cuerpo, pasando en varias ocasiones la mano extendida frente a sus ojos, intentando hacerla reaccionar.

Volvernos a encontrar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora