La luz espectral de la luna llena se colaba a través de la tela de las cortinas a medio cerrar, iluminando la estancia lo justo como para permitir distinguir los contornos de los objetos que la rodeaban. Tumbada en el sofá de su apartamento, envuelta en el edredón que había arrastrado desde la cama, intentaba ocultarse del mundo mientras su Spotify reproducía una única canción en un bucle interminable.
Iluminó la esfera de su reloj de pulsera con un toque sutil, solo para comprobar que el día de mierda contra el que luchaba había terminado por fin. Le había dado la una de la madrugada del jueves, y suspiró con alivio, reconfortada en parte por haber sobrevivido a otras veinticuatro horas de autoflagelación.
Porque Chiara Oliver llevaba cinco días mortificándose a sí misma. Cuando despertó el sábado anterior, hecha un ovillo sobre la cama con las mejillas surcadas de regueros negros a causa del llanto que había conseguido vencerla unas horas antes, lo único que pudo hacer fue lamentarse a conciencia. Porque el nuevo día trajo consigo el significado pleno de las últimas palabras que le dedicó a Violeta.
Había pasado todo el tiempo libre que había tenido desde ese momento dándole vueltas y más vueltas a su metedura de pata monumental. No tenía ninguna duda de que no debería haberse expuesto así ante ella, a pesar de tener igual de claro que en cierta medida, le había sentado de puta madre reventar de una vez. Ni ella misma se entendía, y por lo tanto era absurdo pretender que Violeta lo hiciera y pudiera disculparla por el daño que sabía le había causado con sus comentarios hirientes.
Suspiró, resignada a que sus pensamientos volvieran de nuevo al origen. Llevaba sin verla desde esa fatídica madrugada, en la que la frágil intimidad que habían conseguido recuperar saltó por los aires. La pelirroja no se había dejado caer por el colegio a recoger a su sobrina, no había dado señales de vida en Instagram, ni por supuesto, tampoco le había escrito.
Pero el colmo, y el principal motivo que la tenía ahí postrada, ocurrió durante la tarde que acababa de dejar atrás. Al llegar a casa de la familia Hodar, decidida a aprovechar el espacio neutral que le proporcionaban las clases con Paula, sintió crecer la expectación ante un nuevo encuentro en el que tendría la oportunidad de tantear el terreno y enderezar en parte la situación entre las dos. Solo al entrar al estudio con la pequeña supo que ese cara a cara no se iba a dar. Porque Violeta no estaba dentro de la habitación, y la butaca que utilizaba siempre había desaparecido.
Soltó una risa irónica que se perdió sin ser vista en la oscuridad, dándose cuenta de la magnitud y la importancia de ese "siempre" que se había colado en su línea de pensamiento. Habían bastado tres tardes de interacción entre Violeta y ella para echarla terriblemente de menos cuando le faltaba su presencia. Nadie podría llegar a entender lo mucho que le jodía que así fuera, pero era. Y ese y no otro era el principal problema.
El sonido de la melodía que se había aprendido ya de memoria inició un nuevo recorrido y se esforzó en focalizar su atención en la letra, intentando que las palabras de otro le ayudaran a encontrar algo de sentido en el caos que tenía formado en la cabeza.
Hay algo sobrenatural
En tu manera de bailar
Hay veces
No muchas ni tampoco pocas
Que pienso en ti
Y sí, no muchas, pero tampoco pocas. El ejemplo más reciente no distaba del presente ni siquiera dos horas. Una vez que se acomodó en el sofá después de cenar, lo primero que su cuerpo puso en marcha sin pedirle permiso a su conciencia, fue el televisor. No supo muy bien cómo, pero se encontró a sí misma pasando canales a la espera de dar con su melena rojiza, tirando el mando bien lejos una vez lo consiguió. El reportaje de esa noche, en riguroso directo, se había centrado en narrar las virtudes de la heladería más antigua de la ciudad, y ella había negado como una tonta viendo como Violeta se pedía el mismo sabor de siempre mientras charlaba con el dueño. No sería capaz de calcular las veces que se había metido con ella por malgastar sus opciones eligiendo el de pistacho.
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Volvernos a encontrar.
FanficChiara regresa a su hogar tras cinco años sin tener noticias de Violeta, pero sin haber conseguido olvidarla. ¿Podrán volverse a encontrar?