21- Colisión

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Una molesta vibración, rítmica y acompasada, resonando contra el cartílago de su oreja derecha le arrancó sin ninguna delicadeza del mundo de los sueños. Protestó con un quejido ahogado, frustrada por la interrupción. Se negaba a abrir los ojos, necesitaba guardar a buen recaudo en su memoria las imágenes que aún tenía vívidas en la retina. Había soñado con los labios de Chiara rodando sobre su piel, con sus pupilas dilatadas, con su cuerpo desnudo, con su voz rasgada en un gemido a dos centímetros de su aliento. No le estaba pareciendo justo tener que volver a la realidad, hasta que un mínimo de conciencia se coló entre las brumas de su mente para permitirle reconocer el sonido que sus sentidos percibían. Era un latido, un pulso firme percutiendo bajo su piel.

Abrió los ojos sobresaltada solo para comprobar que lo que creía una fantasía había ocurrido de verdad. Su cabeza descansaba sobre el pecho de la morena, quien, aparentemente despierta, acariciaba su espalda desnuda con tanta suavidad que sus dedos parecían soplos de aire. Inconscientemente se apretó más contra su cuerpo, dejando escapar un suspiro que fue acompañado por el sonido de una risa ligera sobre su cabeza.

- Buenos días Vivi – la voz de Chiara sonaba tan clara como un amanecer, limpia, despreocupada, plena.

Se alzó sobre sus brazos para mirarla, aun con los ojos entrecerrados por la luminosidad que se colaba por la ventana del cuarto. No era solo su voz, toda su cara resplandecía. Copió su gesto sin darse cuenta, regalándole una sonrisa tan amplia como la que ella misma le estaba mostrando.

- Buenos días, Kiki. ¿Llevas mucho despierta? – recuperó su posición anterior solo después de dejar un beso ligero sobre los labios enrojecidos de la inglesa. Se estaba tan bien refugiada entre sus brazos que no pensaba salir de ahí hasta que fuera estrictamente necesario.

- Un ratito, pero no quería despertarte. Se te veía muy a gusto – recuperó el movimiento de sus manos en cuanto la sintió acomodada de nuevo contra su costado. Desde que le había quitado la ropa unas horas antes, había descubierto la necesidad inaplazable de tener al menos un centímetro de su piel en contacto con la de la pelirroja.

- Lo estoy – dejó otro roce húmedo sobre su clavícula, para enfatizar lo que iba a decir a continuación – Estoy mejor que nunca.

Chiara río de nuevo, pero deshizo el lio de piernas y brazos en el que estaban enredadas para ponerse a su altura y quedar frente a frente, quería tener sus ojos delante para sacarse de encima las pequeñas dudas inoportunas que habían colonizado su cerebro al despertar.

- ¿Segura? – el tono de su voz traslucía un ligerísimo rastro de temor que la andaluza no supo ubicar.

- Segurísima ¿Por qué lo preguntas?

- Por nada, solo me preguntaba si estás bien con lo que pasó ayer, o si te arrepientes de algo, o si te pareció que fuimos muy deprisa, o...

Violeta, conociendo sus arranques de palabreria en momentos de estrés, se limitó a callarla con un beso profundo, logrando el objetivo de tranquilizarla más rápido que con cualquier frase que hubiera podido pronunciar. La morena soltó un suspiro de alivio al comprender que todo seguía en su sitio, que verdaderamente tenía a Violeta en su cama, sin ropa, relajada y feliz.

- ¿Dónde se ha quedado la guiri sinvergüenza que me desnudó anoche? – se separó de su boca solamente para poder dibujar sus rasgos con el dedo anular, maravillándose de que ese rostro inocente se hubiera transformado en una máscara de lujuria solamente por mirarla a ella.

- Sigue por aquí, ¿la llamamos? – y la inglesa se limitó a cerrar los ojos para disfrutar del regalo que estaba recibiendo. Realmente las últimas doce horas se habían sentido como si de repente fuese la ganadora del euro millón.

Volvernos a encontrar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora