7- Creep

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TIEMPO PRESENTE:

Tras el encuentro inesperado en el supermercado, Chiara había pasado los siguientes cinco días en piloto automático. Parte de ella se arrepentía de haber cedido con tanta facilidad a un encuentro con Violeta, pues conociéndose como se conocía, sabía que la pose de aparente indiferencia que intentaba mantener ante ella tenía los días contados si las explicaciones de la pelirroja desmontaban el rencor que la mantenía en pie. Por otro lado, no podía negar que se había alegrado sinceramente de verla. Como bien le dijo el otro día, había cosas que nunca cambiarían. 

Después de la conversación con ella, había dejado que su hermana Jasmine le pusiera al tanto de los detalles que conocía de la vida de los Hodar en los últimos años. Tana, Sufema y Violeta seguían viviendo en la casa familiar que ella tan bien recordaba, con la presencia de Paula como única novedad. Nada parecía saberse del padre de la pequeña en el barrio, y las tres mujeres se las apañaban para salir adelante solas, ya que el padre de las hermanas había fallecido cuando eran niñas. Por lo que sacó en claro de su conversación con Jasmine, Violeta llevaba varios años trabajando como reportera en un canal de televisión local.

No había querido saber nada de los posibles cotilleos sobre su vida sentimental, cortando a su hermana en cuanto insinuaba el tema. No quería saber nada, y era tajante con este punto. Bastante tenía con haberse enganchado en secreto al programa de noticias de la noche, donde aparecía la pelirroja casi a diario cubriendo la sección de actualidad.  Había cogido el hábito de ver el informativo antes de dormir retrocediendo el live del canal, ya metida en la cama y con los auriculares puestos, para evitarse los comentarios de su familia. Le daba vergüenza admitir ante ellos que disfrutaba de volver a escuchar su voz, de intentar adivinar los gestos que haría dependiendo del contenido de la noticia y de perderse en sus ojos sin temor a verse expuesta.

La rutina de sus últimas semanas de vacaciones consistía en levantarse temprano, componer un par de horas mientras tomaba una taza de café, preparar las clases del curso próximo, y tostarse al sol en las calas de Menorca. El informativo de la noche se había introducido en este esquema sin apenas ser consciente de ello.

El fin de semana se presentaba algo diferente. Martin y Juanjo, quienes habían sido sus mejores amigos y confidentes durante sus años en Newcastle, llegaron desde Bilbao esa mañana de sábado con la idea de pasar un par de días de relax en la casa de la morena. Tras recogerlos en el aeropuerto y reunirse también con Ruslana, que los conocía de viajes anteriores al Reino Unido, todos se encontraban comiendo en el jardín de la casa mientras Chiara les ponía al día de los últimos acontecimientos.

-        Me estás diciendo que la viste hace cinco días, ¿Y TE LO HAS CALLADO, CABRONA? – Ruslana flipaba con la poca vergüenza de su amiga, mientras la miraba con la boca abierta de par en par.

-        Aun lo estaba asimilando, ¿vale? – Chiara, con los ojos gachos y las mejillas encendidas, cruzaba los dedos para que el interrogatorio no fuera muy duro.

-        Ya estas contándonoslo todo, cariño – intervino Juanjo, recostado sobre el pecho de su novio, que le acariciaba el pelo. Chiara sonrió al ver que el amor que se tenían permanecía inalterable, y no pudo evitar recordar como en el pasado deseó algo parecido para ellas.

Les hizo un resumen de la conversación entre ambas en el pasillo de los yogures, que desató comentarios sobre lo surrealista que había sido siempre la historia de las dos. Evidentemente se guardó para sí misma algunos detalles, como la confesión que se le había escapado sobre la alegría que había sentido al verla, o lo mucho que le afectó volver a tener al alcance de la mano su olor, que no había cambiado a pesar de los años.

-        Madre mía Kiki, madre mía. Pero que has cedido a la mínima después de lo que te hizo – Ruslana, que había sido la principal depositaria de las lágrimas de Chiara tras el abandono, se resistía a prestar atención a las disculpas de la pelirroja.

Volvernos a encontrar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora