Volvernos a encontrar.

17- About time

CINCO AÑOS ANTES:

Viernes, 19:17 h. Biblioteca de la Facultad de Periodismo.

- ¿A qué hora habéis quedado entonces? – Denna lanzó la pregunta en el tono más bajo que la intensidad del momento le permitió. Ya les habían llamado al orden con peticiones de silencio en más de una ocasión, pero esa tarde tenían el pavo subido sin remedio.

- A las diez, va a recogerme en casa e iremos a algún sitio especial, es una sorpresa – la sonrisa de Violeta le daba la vuelta a la cara. Aunque en un principio la idea de una cita formal con Chiara le parecía una situación un poco artificial, ahora se sentía como una niña de catorce años que queda con su crush por primera vez.

- Ay tía, me muero – la rubia se llevó la mano al pecho por no ponerse a gritar como le gustaría - ¿Y no te imaginas donde va a llevarte?

- Denna, es Kiki, con ella nunca se sabe – y tuvo que reconocer que esa era, en parte, la gracia.

- Y no me has contado como te lo pidió al final, perra, vaya sinvergüenza estás hecha.

Violeta alzó las cejas con picardía, intentando prolongar la curiosidad de su amiga. Denna le sacó el dedo del medio, y mientras se carcajeaba y un par de chicos de aspecto remilgado volvían a llamarles la atención, su mente viajó a dos días atrás, a la noche del miércoles.

El frio de noviembre comenzaba a hacerse notar en las calles de la ciudad universitaria. De vuelta de sus clases de la tarde, Violeta apuraba el paso mientras se arrebujaba en la bufanda que por suerte llevaba puesta, deseando llegar al apartamento en el menor tiempo posible.

Cuando por fin abrió la puerta de casa, se encontró únicamente con el silencio. Desde el domingo anterior la casa había estado revolucionada por la presencia de Ruslana, que había pasado con ellas varios días más turisteando por la zona. Una nota sobre el mueble del recibidor le informó de que, en ese momento, ya se encontraría volando en dirección a Menorca: "He ido a llevar a Rus al aeropuerto, estaré de vuelta para la cena. Kiks".

Dejó escapar un suspiro cargado de emociones contradictorias. Por un lado sentía que la iba a extrañar, los días que habían pasado juntas había disfrutado como una enana. Por el otro, la incertidumbre ante lo que podría pasar a partir de ese momento se instaló como un telón de fondo en su inconsciente. La presencia de Ruslana había impedido que Chiara y ella se enfrentaran a quedarse a solas de nuevo, por lo que la situación no había avanzado en ninguna dirección desde el momento en el sofá de la mañana del domingo.

En un intento por despejarse hasta la hora de cenar y dejar de anticipar escenarios imaginarios, decidió ocupar el tiempo muerto dándose un baño caliente. Necesitaba que algo le ayudase a devolver la circulación a sus extremidades congeladas.

Media hora después, la puerta de entrada volvía a abrirse. Chiara se adentró en el salón echándose vaho en las manos enrojecidas, agradeciendo el contraste de temperatura que existía entre la calle y el piso. De un rápido vistazo alrededor pudo ver que Violeta aún no había llegado, y lo agradeció internamente. Necesitaba unos minutos de calma para intentar trazar un plan. Se encaminó a su cuarto, donde soltó la mochila de cualquier manera, y sin prestar mucha atención a nada más se dirigió al baño. Necesitaba una ducha caliente con urgencia.

No fue hasta que el pomo de la puerta cedió bajo la presión de su mano que comprendió que la habitación no estaba vacía. Por la puerta entreabierta alcanzó a escuchar música instrumental reproduciéndose desde un móvil que sobresalía del borde de la bañera, y algo más. Sus pupilas necesitaron de un único segundo para capturar una fotografía mental que le convirtió los huesos en plastilina. Violeta estaba dentro de esa misma bañera, con el pelo recogido en una coleta desordenada, los ojos cerrados, las piernas extendidas y descubiertas apoyadas en el extremo contrario, y visible a medias por culpa de la espuma del jabón que llenaba la estancia de un agradable olor frutal.