claire's pov
Desperté al amanecer, con el primer rayo de luz filtrándose a través de la ventana. A mi lado, Nero aún dormía, su respiración regular era el único sonido en la habitación. Me levanté con cuidado, tratando de no despertarlo. Sentía una urgencia en mi interior, una mezcla de miedo y esperanza que no me permitía descansar.
Alex no había vuelto desde el día en que casi me mata y esa noche, la sensación en mi vientre se hacía cada vez más fuerte. Aquellas mariposas que revoloteaban dentro de mí no eran solo una ilusión de mi mente, sino un recordatorio de que algo más estaba sucediendo. Tenía que saber la verdad.
Tenía que confirmarlo.
Después de un rato, Nero se despertó. Se frotó los ojos y me miró con una mezcla de preocupación y ternura.
—¿Estás bien? —me preguntó en voz baja.
—Nero, necesito que me ayudes —dije, mi voz apenas un susurro. Lo vi fruncir el ceño, pero asintió.
—Dime qué necesitas.
—Necesito una prueba de embarazo —dije, mis palabras llenas de ansiedad. Sus ojos se agrandaron y, por un momento, pareció sorprendido. Pero luego asintió con determinación.
—Lo conseguiré —prometió.
Las siguientes horas fueron una mezcla de espera y nerviosismo. Nero salió de la habitación y, después de lo que me parecieron siglos, regresó con una pequeña caja en la mano. Me la entregó sin decir una palabra, pero sus ojos decían todo lo que necesitaba saber: él estaba ahí para apoyarme, sin importar lo que ocurriera.
Fui al baño con la caja, mis manos temblaban mientras la abría. Seguí las instrucciones con cuidado, tratando de mantener la calma. El silencio en el baño era ensordecedor, cada segundo que pasaba parecía una eternidad. Finalmente, dejé la prueba sobre el lavabo y salí del cuarto.
—Claire, que es esta mierda. —Cubrí mi cara. —¿Estás jodiendo conmigo?. —Negué. —Porque no creo que ese imbécil con un testículo pueda embarazarte en cinco minutos, la verdad ni siquiera creo que tenga el que le queda.
—Lo descubrí hace un par de días, pero no se que...
—¿Lo descubriste?. —Levanté mi camiseta y apegué su mano a mi abdomen. —¿Qué mierda haces?.
—Creo que puedo sentir como se mueve, es difícil sentirlo la primera vez, pero luego...las pequeñas mariposas se sienten más fuerte. —Se soltó de mis manos y sacudió las de él.
—No has estado comiendo bien. —Sacudió su cabeza. —De seguro es eso, no te estás sintiendo bien por que ese cerdo no deja que te alimentes bien.
—No me estas escuchando Nero.
—¿Cuánto tiempo tardara eso?.
—Deberían ser cinco minutos, pero la verdad no creo que necesite tanto tiempo. —Pase mi mano por mi cabello. —¿Qué se supone que haga si estoy embarazada? No...No pensé que nunca pudiera...
—Joder. —Sacudió la cabeza. —Las embarazadas y sus mierdas, no me gustan las embarazadas, que ya no me gustas.
—Nero.
—Aún no puedo cerrar una de tus heridas, antes de que vuelva a hacerte otra. —Me miró. —Que pasa si hace nuevas, si te golpea de nuevo y te hace mas daño, lo hace todos los días, podrías perderlo.
—No.
—De un solo golpe... —Entre al baño y cerré la puerta. —Claire, tenemos que hablar de todas las posibilidades, quizás es mejor que terminemos esto ahora, puedo...puedo conseguir un par de píldoras. —Finalmente, miré la prueba. Dos líneas rosadas aparecieron, claras y firmes.
Estaba embarazada.
Me quedé allí, mirando las líneas, incapaz de procesar la información. Sentía una mezcla de emociones: miedo, incredulidad, y una pequeña chispa de esperanza. Mi mano se posó instintivamente sobre mi vientre.
Un bebé.
Mi bebé.
Salí del baño, todavía en estado de shock, y me encontré con Nero. Él estaba sentado en el borde de la cama, esperando ansiosamente. Al ver mi expresión, se levantó de un salto.
—¿Claire? —preguntó con cautela.
—Estoy... estoy embarazada —dije, mi voz temblando.
Se acercó y me abrazó con suavidad, brindándome el consuelo que tanto necesitaba. Nos quedamos así durante un tiempo, sin necesidad de palabras.
—Joder, esto cambia todo —dijo finalmente Nero, apartándose lo suficiente como para mirarme a los ojos. —¿Entonces es de Alex?. —Negué.
—No. —Susurré. —No es de él, puedo sentirlo.
—No puedes sentir estas cosas. —El susurró. —Es mas complicado que eso, son exámenes de ADN. —Suspiró. —Llegaste aquí embarazada.
—Eso creo.
—¿Por qué no lo perdiste?. —Me miro. —Sangraste mucho y estabas bastante jodida.
—No lo sé.
Con un último vistazo a la prueba de embarazo, la guardé en un lugar seguro, un recordatorio constante de la vida que crecía dentro de mí y de la fuerza que necesitaba para protegerla. Estaba decidida a luchar, a sobrevivir y a encontrar un camino hacia la libertad. No solo por mí, sino también por mi bebé, la pequeña chispa de esperanza en medio de la oscuridad.