t w e n t y - f o u r

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claire's pov

Los disparos comienzan a escucharse más cerca, resonando como tambores lejanos que anuncian un peligro inevitable. Me escondo aún más entre las ramas, tratando de hacerme invisible. Mordí el dorso de mi brazo con fuerza, intentando contener un grito de dolor que se forma en mi garganta. El dolor es punzante, una ola creciente que se extiende desde mi vientre. Sé que el momento se acerca, pero no puedo permitirme hacer ruido.

Si Alex me encuentra, será el fin.

Cada vez que escucho como llaman mi nombre, un escalofrío me recorre la columna y las lágrimas comienzan a acumularse en mis ojos. Intento respirar profundamente, pero el aire me resulta escaso, cada inhalación es una batalla contra el pánico.

La oscuridad se vuelve difusa, una mezcla de sombras y luces titilantes a través de mis ojos empañados por las lágrimas. Todo lo que puedo hacer es aferrar mi vientre, buscando consuelo en el ritmo irregular de mi respiración y el débil latido de la vida dentro de mí.

Mis manos están húmedas de sudor, temblando mientras el miedo y el dolor se entrelazan, haciéndose uno solo. Me esfuerzo por mantener la calma, recordando que debo permanecer en silencio.

Cada vez que las voces gritan mi nombre, mi corazón parece detenerse por un instante, temiendo que la próxima vez, los pasos se detengan justo frente a mí.  Siento cómo el dolor se intensifica, apretando mi vientre con fuerza. No puedo gritar, no puedo dejar que me encuentren.

—¡Claire! ¡Me escuchas!.

Oh, no.

No, no, no, no.

Preferiría cortarme la garganta antes que volver a esa casa. Las hojas secas y las ramas crujen a mi alrededor y el vómito sube por mi garganta. Estoy a punto de desmayarme, hasta que veo su cara.

—¿Claire?. —Solté un escalofrió. Mi labio comenzó a temblar y solté el llanto. —¿Claire?. —Los pasos comenzaron a acercarse y cubrí mi boca. —Amor, soy yo.

Su rostro, bañado por la tenue luz que se filtra entre los árboles, me resulta vagamente familiar. Me cuesta reconocerlo, después de tantos meses, había olvidado cómo se veía. Mi mente lucha por conciliar esa imagen con los recuerdos que tengo de él. Las sombras del pasado y el miedo presente se mezclan, haciendo imposible distinguir la realidad de mis peores pesadillas.

—¿Justin? ¿Es...realmente tú? —Mi voz sale como un susurro quebrado, llena de incredulidad y temor. Se quedó congelado por un par de segundos, hasta que comencé a llorar desconsoladamente.

—Claire, soy yo, de verdad. —Su voz se quiebra y veo el dolor en sus ojos, el mismo dolor que siento yo. Pero aún no puedo moverme, aún no puedo decidir si dar el paso hacia él o seguir huyendo.

Entonces un gemido brota de mi garganta, casi ahogado por el alivio mientras se acerca y tropieza conmigo, chocando en una maraña de miembros. Inmediatamente me rodea con sus brazos. Con una fuerza sorprendente, me levanta en sus brazos,  abrazándome con tanta fuerza que apenas puedo respirar.

La incredulidad total me tiene asfixiada y los sollozos que brotan de mi garganta sacuden mi cuerpo tan profundamente que los huesos me tiemblan por la fuerza. Sentí sus labios recorrer todo mi rostro con besos, mientras sus manos acariciaban suavemente mi mejilla y mi cabello. Como si fuera a desaparecer de sus brazos.

Nos quedamos así, abrazados, como si el tiempo se detuviera. Podía sentir su corazón latiendo con fuerza, igual que el mío. Era el reencuentro que habíamos anhelado, el momento en que la esperanza vencía a la desesperación.

—Justin, estás aquí.

Me tomó de la nuca y me besó profundamente. Sentí su desesperación y alivio mezclarse en ese beso, transmitiéndome todo lo que había pasado en nuestra separación. El beso duró solo unos segundos, porque comencé a sentir como mi vientre se tensaba y el dolor comenzaba a intensificarse.

—Claire, mira que hermosa estas. —Él sonrió. —Estás muy embarazada. ¿Está bien si te digo eso? Es que estás gigante. —Acaricio mi vientre suavemente.

—No es de Alex. —Susurré. —No es de Alex...No.

—Lo sé.

—¿Lo sabes?. —Asintió sonriendo. —Maté a uno de los guardias y cayó sobre mí. —Sollocé. —Cuando me lo quite de encima estaba empapada y comenzó a doler, es mi culpa, creo que algo está mal.

—No, no digas eso. —Sus manos acariciaron mi vientre. Como si estuviera tocando una nueva maravilla.

—No podré soportarlo. No de nuevo. —El seco mis lágrimas. Solté un gemido más fuerte, dio un beso en mi vientre. —Justin, he vuelto a fallar. —Miré hacia arriba y solté un gemido más fuerte.

—No le has fallado a nadie, no digas eso. —Beso mi mejilla. —Tranquila ¿Sí?. —Asentí. —Creo que está ansioso por conocernos, quiere conocerte. Tenemos que sacarlo de aquí o sacarla. —Sonreí. —¿Qué quieres que sea?.

—No lo sé.

—El auto está a un par de kilómetros de aquí. —Su voz es suave mientras acaricia mi cabello. —Te llevaré a un hospital ¿Sí?. —Asentí. —Vamos arriba.

Asentí con la cabeza, sintiendo un alivio tenue mezclado con la persistente duda. Él me rodea con sus brazos y me levanta con cuidado, sujetándome firmemente contra su pecho. Siento su calor y la fuerza de sus brazos, y por un breve instante, me siento segura.

—Te sacare de aquí Claire.

Él comienza a caminar, avanzando con determinación a través del bosque. Sus pasos son firmes pero cuidadosos, tratando de no tropezar con las ramas y raíces que cubren el suelo.

El crujido de las hojas secas bajo sus pies se mezcla con el susurro del viento entre los árboles. Cada movimiento, sin embargo, envía ondas de dolor a través de mi cuerpo, haciéndome morder el labio para no gritar.

De repente, un dolor insoportable me atraviesa. Es como si mi cuerpo decidiera por sí mismo que es el momento. Siento una presión abrumadora en mi vientre y la necesidad urgente de pujar. Mi respiración se vuelve errática, y el dolor se intensifica, haciéndome sentir que voy a desmayarme.

—¡Ah!

Un gemido escapa de mis labios antes de poder contenerlo, y mi cuerpo se retuerce involuntariamente en sus brazos. Todo se me revuelve dentro, y cada fibra de mi ser grita en agonía.

—¿Claire? ¿Qué pasa? —Su voz es alarmada, y puedo sentir cómo su ritmo se acelera.

—Por favor, bájame... —le ruego, mi voz apenas un susurro.

No puedo soportar más.

Él se detiene de inmediato y me baja con cuidado al suelo. Me arrodillo, sosteniendo mi vientre, sintiendo cómo las contracciones se vuelven más intensas y rítmicas. El dolor es abrumador, pero más fuerte es la necesidad de pujar, una urgencia primordial que no puedo ignorar.

—Claire, resiste por favor. —Su voz es una mezcla de desesperación y ternura, pero no puedo evitar que las lágrimas corran por mi rostro. —Eres fuerte, Claire. —Murmuró contra mi frente. —Estoy aquí para ti. Ojala pudiera quitarte todo el dolor.

El dolor es un monstruo que no me deja escapar, y todo lo que puedo hacer es arrodillarme en el suelo, rezando por un alivio que parece inalcanzable. Él se arrodilla a mi lado, sus manos temblorosas en mi espalda, tratando de consolarme mientras yo lucho por cada respiro, por cada segundo.

—Estoy aquí, amor. —Su voz es un ancla en la tormenta, pero el dolor sigue aumentando, incontrolable, y la realidad se desdibuja entre el miedo y la agonía.

—El bebé...viene...Justin. —digo entre jadeos, mirándolo con ojos desesperados. —Siento que necesito empujar.

Él intenta apoyarme, sujetando mis manos mientras yo grito y gruño de dolor. La desesperación y el miedo se mezclan en nuestros rostros. En medio de los gritos, nuestros ojos se encuentran y, por un momento, el mundo se detiene. Nos miramos callados por varios segundos, ninguno dice nada, pero ambos sabemos lo que está por venir.

Asentimos sin decir palabra alguna, entendiendo la gravedad y la belleza del momento que estamos a punto de compartir. Nos inclinamos el uno hacia el otro, y compartimos un beso suave, lleno de amor y determinación.

El bebé tiene que nacer.

Saving Baby [+18] | JUSTIN BIEBERWhere stories live. Discover now