claire's pov
La atmósfera en la casa estaba más cargada que nunca. Sentía una opresión constante en el pecho, una mezcla de miedo y ansiedad que no me dejaba ni un solo momento de paz.
Alex había estado cada vez más paranoico, notando pequeños cambios en mi comportamiento y en la dinámica con Nero. Sabía que no podía mantener el secreto por mucho más tiempo.
Aquella noche, Alex entró en la habitación con una expresión oscura en el rostro. Cerró la puerta tras de sí, su mirada clavada en mí como un depredador que ha encontrado a su presa. Intenté mantener la calma, pero el temblor en mis manos me delató.
—¿Qué estás ocultando, Claire? —rugió, su voz llena de ira reprimida.
—Nada, Alex. —Intenté sonar convincente, pero el miedo me hizo titubear.
Él avanzó hacia mí, sus ojos llenos de una furia contenida. Sentí su aliento caliente en mi cara mientras se acercaba más y más. Antes de que pudiera reaccionar, sus palabras cortantes cortaron el aire.
—¡Dime la verdad, maldita sea! —gritó, su voz llena de desesperación. —¿Quieres irte con otro? ¿No me amas?
Cada palabra era como un puñal clavándose en mi corazón. Sabía que no podía seguir ocultándolo más, que tenía que enfrentar la verdad, aunque eso significara su furia.
—Alex, por favor... —supliqué, pero antes de que pudiera continuar, su mano se estrelló contra mi mejilla con una fuerza devastadora. El dolor explotó a través de mi rostro, dejándome aturdida y tambaleante.
—¡Dilo de una vez! —gritó, su voz resonando en las paredes de la habitación. —¡Quiero saber qué demonios estás ocultando!
Me aferré a la última brizna de valentía mientras sus ojos me perforaban con su mirada intensa. Saco el arma de detrás de su pantalón y la apego a mi cabeza.
—Sera mejor que me lo digas de una puta vez Claire. Por qué esta vez no jugaremos a la ruleta, me dices la verdad o te mato. —Sabía que no había vuelta atrás, que una vez que dijera las palabras, no habría vuelta atrás.
—No te oculto nada.
—¡Dilo!.
Antes de que pudiera contar hasta uno, un golpe brutal se estrelló contra mi cabeza, dejándome aturdida por unos segundos. Cuando logré abrir los ojos nuevamente, me encontré con el frío metal del cañón del arma presionado en mi frente, y un escalofrío recorrió mi espalda mientras las lágrimas inundaban sus ojos.
—Alex, por favor.
—Tres. —Su respiración comenzó a agitarse. —Dos...
—¡Estoy embarazada, Alex!. —mi voz temblaba, pero las palabras salieron de mis labios con una fuerza que no sabía que tenía.
Un silencio abrumador llenó la habitación mientras Alex procesaba mis palabras. Sus ojos se abrieron de par en par, su respiración agitada mientras luchaba por entender lo que acababa de escuchar.
—¿Un bebé? —murmuró, como si estuviera tratando de comprender las palabras. —¿Nuestro bebé?
Asentí, el miedo aún clavado en mi corazón. No sabía cómo reaccionaría, pero tenía que intentarlo.
—Sí, Alex. —Intenté sonar calmada. —Nuestro bebé.
Él se llevó las manos a la cabeza, jalándose el cabello mientras murmuraba cosas para sí mismo. Su comportamiento errático me aterrorizaba, pero no podía hacer nada más que esperar.
Finalmente, se dejó caer de rodillas frente a mí, su mirada perdida y su respiración agitada. Alcanzó a tocar mi vientre con una mano temblorosa.
—Un milagro... —repitió, sus ojos llenos de una extraña mezcla de asombro y locura. —Nuestro bebé.
El alivio y el miedo se entrelazaron en mi pecho mientras observaba cómo la noticia lo afectaba. No sabía si esto nos salvaría o si simplemente cambiaría la forma en que me destruiría. Pero, por ahora, tenía que seguir adelante, por mí y por mi bebé.
—Después de todo lo que tuvimos que pasar. —susurró, su voz cargada de emoción y dolor acumulado.
Sentí su brazo rodear mi cintura, su tacto abrasador contra mi piel helada. Cerré los ojos, sintiendo el nudo en mi garganta mientras sus labios rozaban mi frente con suavidad.
Apreté los dientes, luchando contra la oleada de náuseas que amenazaba con subirme por la garganta. Intenté ignorar la repulsión que me invadía mientras él acariciaba mi vientre con ternura, como si estuviera acariciando al bebé que crecía dentro de mí.
Sus besos eran una mezcla de cariño y desesperación, pero yo solo podía sentir el asco recorriendo mi piel.
Con todas mis fuerzas, acaricié su cabello en un intento débil de calmarlo, aunque mi corazón gritaba de angustia y miedo. El peso de la mentira que había alimentado durante tanto tiempo me aplastaba.
—No puedes volver a golpearme. —Toque el cabello de Alex. —No puedes hacerlo de nuevo, no si no quieres dañar a nuestro hijo. —Sentí como mi garganta se cerraba al pronunciar esas palabras. —No sabemos cuándo podremos tener un bebé de nuevo, tenemos que cuidarlo.
—Está bien. —Susurró. —No volveré a hacerlo. Lo prometo. —Acaricio mi trasero. —Todo será diferente ahora, seremos una familia.