—Amor. ¿Estás segura de que quieres ver esto?. —Asentí. —Tengo que advertirte que no es el mismo Alex que conoces, está bastante lastimado.
—Quiero verlo.
—Quiero advertirte otra cosa. —Lo mire. —Cuando estoy ahí dentro, soy otra persona. Una que nunca seria contigo, ni con Landon.
—Lo sé.
Abrió una puerta. Dentro del cuarto estaba Alex, atado a una silla. Casi no puedo reconocerlo, se veía agotado. Pero no pude sentir ni un poco de lastima por él.
—Tienes una última visita Alex.
Justin jalo de su cabello para hacer que me mirara. Imaginaba que podía ser difícil para el cuándo apenas podía abrir los ojos de tan inflamados que estaban.
—¿Está consiente?.
—Casi, pero puede escucharte ¿Verdad?. —Uno de sus ojos se abrió. Soltó un ruido raro mientras Justin lo sacudía.
—Hola, ¿Me has echado de menos? —pregunte, forzando una amplia sonrisa en mi rostro. Verlo me está afectando mucho más de lo que esperaba, pero eso no minimiza la rabia asesina que sentía hacia él..
—Amor. ¿Quieres escuchar lo que te tiene que decir?.
No estaba muy segura ahora, pero le di un suave asentimiento.
—Lo siento Claire. —Murmuró Alex. —Por favor, perdóname. —Sus ojos me suplicaban. —Pensé que estaba enamorado de ti, pero estaba equivocado.
Justin me observo con ojos fríos, sin emociones. A pesar de todas las emociones que habíamos vivido en las últimas horas, ahora no había nada.
—¿Lo perdonas?.
¿Podría perdonarlo? ¿Podría perdonar a alguien que había arruinado mi vida solo por maldito placer? ¿Por arrancarme la inocencia de la peor manera posible?.
—No. —Respondí.
Justin metió un trapo sucio a la boca de Alex. El comenzó a soltar quejidos agudos. Sus ojos se abren de par en par mientras el fuego se desata detrás de él.
—¿Te gustaría hacer los honores, cariño? —pregunta, mirándome por encima del hombro con ojos tan brillantes como el fuego que tenemos delante. Algo profundo y carnal revolotea en mi estómago, y no puedo negar la excitación que late en mi torrente sanguíneo más de lo que puede hacerlo Justin.
—Sí —sonrío, acercándome al par.
Él se reajusta, agarrando a Alex por su nuca y manteniéndolo en su sitio, a pesar de sus desesperados esfuerzos por alejarse. Justin me entrega un cuchillo, lo tomé con fuerza y lo elevé hasta su garganta, presionando hasta que la sangre brota bajo la hoja.
—Solo... mátame ya —gime. — Te lo rogaré si es necesario.
—¿Quieres que te conceda piedad? ¿Eso era de lo que se trataba, cada vez que me cortabas? ¿Tuviste piedad de mí cuando me violaste?.
No me molesto en quitarle los pantalones. Simplemente levanto mi cuchillo y se lo clavo en la pelvis, la carmesí mancha al instante sus caquis sucios. Sigo apuñalando hasta que toda la zona de la ingle está destrozada, y estoy jadeando.
Ahora sí que está a unos segundos de desmayarse, así que le agarro por el cabello, le obligo a mirar mis ojos y le atravieso la garganta con mi cuchillo. Sus ojos se abren de par en par con incredulidad mientras empieza a ahogarse, con el carmesí manando de la herida y bajando por su pecho.
Me inclino, tan cerca de su cara cómo es posible, asegurándome de que soy la última cosa que ve.
—Se acabó. —murmuré, sintiendo un peso inmenso levantarse de mis hombros. —Se acabó todo, Justin.