Destinos Cruzados (BELLAMIONE)

Capitulo 12: Despedida (otra vez)

Bellatrix se levantó y extendió su mano hacia Hermione.

—Vamos, no has cenado y yo tampoco, quiero que me acompañes —dijo con una sonrisa.

Hermione tomó su mano y caminaron de regreso al patio trasero del bar sin soltar sus manos. Hermione había recuperado la sonrisa, mientras Bellatrix se sentía cómoda y natural con la mano de Hermione entre la suya. Llegaron a una de las mesas y Rony  se acercó.

—¡Ahí están! Las estaba buscando antes de que estos cavernícolas se quedaran con todas las hamburguesas —bromeó, sonriendo—. ¿Cómo quieres la tuya? —preguntó Bellatrix a Hermione.

—Bien cocida, con queso, pepinillo, mostaza y ketchup —respondió Hermione, divertida.

—Eres como una niña pequeña, Paloma —se burló Bellatrix.

—¡Hey, soy de tu edad, no inventes! —replicó Hermione con una sonrisa.

Bellatrix sonrió y fue a servir las hamburguesas. Colocó la de Hermione delante de ella, y cuando esta vio la hamburguesa de Bellatrix, la miró con ojos entrecerrados.

—Quiero probar tus gustos —dijo Bellatrix encogiéndose de hombros. Tras darle un mordisco, exclamó—: Mmm, tienes buen gusto, Paloma.

—Te lo dije —respondió Hermione, sonriendo.

Comieron en silencio, intercambiando miradas y sonrisas ocasionales. La noche fue avanzando, y los invitados empezaron a retirarse. Luna se levantó.

—Bueno, ya me voy. Ha sido un día largo, un buen día, pero largo —dijo, mirando a Hermione—. Y tú, no te vayas mañana sin despedirte de mí.

El pecho de Hermione se oprimió. Por un momento había olvidado su partida. Asintió con la cabeza y le devolvió una suave sonrisa.

—Descansa, Mione —dijo Luna mientras la abrazaba.

—Tú también, Luna. Nos vemos mañana —respondió Hermione.

Ya que todos se habían ido, decidieron subir a descansar. Rony fue la primera en despedirse y se retiró a su habitación. Hermione no sabía si debía ir a la habitación de Bellatrix o a la otra. Bella rompió el incómodo momento con una tierna sonrisa.

—¿Quieres dormir en mi cuarto? —preguntó.

El corazón de Hermione dio un brinco y, sonriendo, asintió con la cabeza. Al entrar, las camas seguían unidas, como la primera noche.

—Aún no he tenido tiempo de moverlas a su lugar, pero si quieres, podemos hacerlo ahora —dijo Bellatrix.

Hermione, casi gritando, respondió:

—¡No! Digo, no hay problema. Me gusta estar cerca de ti —añadió con una tímida sonrisa.

—Bien —dijo Bellatrix—. Iré a cambiarme. Puedes hacerlo aquí —la dejó sola un momento en la habitación.

La mente de Hermione iba a mil por hora, nerviosa como la primera noche. "Tranquila, Hermione", se decía a sí misma. Bellatrix entró con su pijama: un pantalón y una camiseta de tirantes delgados. Hermione no pudo evitar mirarla con indiscreción. Bellatrix carraspeó, sonriendo, pero no dijo nada. Quitó la manta de su lado y se metió bajo ella. Hermione hizo lo mismo, suspirando pesadamente.

Bellatrix se giró hacia ella.

—Ey —dijo.

Hermione imitó la postura de Bellatrix y sonrió.

—Me alegra que estés aquí —dijo Bellatrix.

—A mí también —respondió Hermione.

—¿Tienes sueño? —preguntó Bellatrix.