Hermione se sintió avergonzada al instante, mucho más cuando dirigió su mirada hacia su maletín y recordó la carta que había escrito a Bellatrix. Suspiró, pensando que el cambio sería difícil, especialmente cuando estaba tan acostumbrada a ser la manzana de la perdición de quien ella decidiera tentar. Miró a su madre, quien estaba tomando su latte con la mirada perdida hacia la ciudad. Con pasos suaves, caminó hacia ella y se puso a su lado.
"Lo siento, madre. No fue intencional, no lo pensé", murmuró Hermione, con un nudo en la garganta.
Jean buscó su rostro y, con una sonrisa llena de cariño, acarició suavemente su mejilla. "Tranquila, amor, lo sé. Eres igual de picaflor que tu tío", bromeó suavemente. "Pero quiero que tomes tu puesto con seriedad. No quiero que crees la fama de que eres una chica que se aprovecha de otras por su estatus o su belleza". Hermione cerró los ojos al contacto cariñoso de su madre, asimilando sus palabras.
Justo en ese momento, la puerta de la oficina se abrió de golpe, y su padre entró con una sonrisa radiante y una chispa de orgullo en los ojos.
"¡Ey! ¡Bienvenida, futura presidenta!", exclamó al ver a su hija. Hermione no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa.
"¿Ya conociste tu oficina?", preguntó su padre, emocionado.
"No, aún no hemos ido, papá!...
"Te estábamos esperando para que nos hicieras el honor", respondió Jean con complicidad.
"Pues vamos. Esperamos que te guste lo que hicimos para ti. Y si no, ya sabes, puedes hacer los cambios que creas necesarios", dijo abriendo la puerta con entusiasmo, dándole paso a sus dos mujeres.
Hermione y su madre avanzaron hacia lo que sería su nueva oficina. Al entrar, Hermione quedó boquiabierta.
La oficina era un espacio impresionante, decorado con el más exquisito lujo. Las paredes estaban revestidas con un elegante papel tapiz gris perlado que reflejaba la luz de los enormes ventanales que daban una vista panorámica de la ciudad. En el centro de la habitación, un escritorio de caoba oscura se imponía con su superficie pulida impecable. Encima, una fina lámpara de cristal de diseño minimalista proyectaba una luz suave, creando un ambiente acogedor pero profesional. A un lado del escritorio, una silla de cuero negro de alta calidad esperaba por ella, y detrás, una biblioteca de madera oscura estaba repleta de libros, carpetas organizadas y espacios decorativos.
Las cortinas largas de lino blanco permitían que la luz natural llenara la sala, pero también ofrecían privacidad cuando fuera necesario. En una esquina, un conjunto de sofás blancos de cuero suave formaban una pequeña sala de estar, perfecta para recibir clientes o tomarse un respiro. Una pequeña mesa de mármol con detalles dorados completaba el rincón, acompañada de un par de sillas elegantes.
"Esto es... demasiado", dijo Hermione, volteando a ver a sus padres, aún asombrada.
"No lo es, cariño", respondió su padre con una sonrisa. "Te lo mereces. Has trabajado duro para estar aquí, y debes estar cómoda en el lugar donde pasarás mucho tiempo de ahora en adelante".
Hermione aún no podía creerlo. El lujo, el confort y la atención al detalle hacían evidente el esfuerzo que sus padres habían puesto en crear ese espacio para ella. Sabía que ese sería su nuevo hogar durante muchas horas al día, y no podía evitar sentir una mezcla de orgullo y responsabilidad al estar ahí.
"Bueno, cariño, te dejamos para que te instales. Tenemos la primera reunión con todos los accionistas en 40 minutos, tenemos que presentarte oficialmente. También hay que planificar el viaje a Tailandia. Nos vemos en la sala de juntas, no te retrases, ¿ok?", dijo su padre mientras él y su madre salían de la oficina de Hermione.
Hermione caminó hasta su escritorio y se sentó en la silla que, para su sorpresa, era extremadamente cómoda. Dio una vuelta completa en la silla, asimilando todo lo que acababa de suceder, y soltó un suspiro largo. "Tengo que poder. Soy una Granger", se dijo a sí misma, dándose ánimos mientras trataba de no sentirse abrumada por la enorme responsabilidad que caía sobre sus hombros.
Abrió las gavetas de su escritorio y se encontró con unos sobres y plumas exquisitamente diseñadas. Sonrió, recordando a Bellatrix. Sacó su portafolio y tomó la carta que había escrito esa mañana. Sin pensarlo, depositó un beso suave en el papel, recordando el beso que Bellatrix le había dado cerca de la comisura de los labios la última vez que se vieron. "¿Estará pensando en mí?", se preguntó a sí misma, sintiendo un pequeño cosquilleo en el estómago.
Tomó la carta, la metió en uno de los sobres que encontró, lo selló con cuidado, y escribió la dirección que Bellatrix le había dejado en su carta. Luego, llamó a Pansy por el intercomunicador para que entrara en su oficina. En menos de dos minutos, escuchó unos suaves golpes en la puerta.
"Adelante", dijo Hermione.
Pansy entró con una sonrisa pícara, una que Hermione detectó al instante, conociendo bien la doble intención detrás de esa mirada. Y era su culpa, lo sabía.
"Pansy, necesito que por favor envíes esta carta. ¿Puedes ayudarme con eso?", dijo Hermione, intentando mantener un tono profesional.
"Claro, señorita Hermione, con mucho gusto. ¿Algo más en lo que pueda ayudarle?", respondió Pansy, con ese mismo tono insinuante.
"No, Pansy. Muchas gracias, ya puedes retirarte", dijo Hermione, sin mirarla directamente, intentando concentrarse en su teléfono.
"Ok, señorita, ya sabe que para cualquier cosa que necesite, estoy para servirle", dijo Pansy con un tono que Hermione conocía demasiado bien.
Hermione asintió con la cabeza, fingiendo que estaba viendo algo importante en su teléfono. Cuando Pansy salió de la oficina, Hermione soltó un suspiro y murmuró para sí misma: "Yo y mis hormonas...".
Faltaba media hora para que empezara la reunión, y Hermione salió en dirección a la sala de juntas. Pansy ya la esperaba preparada, con su agenda y algunos lápices en la mano, lista para caminar a su lado. Hermione le dirigió una suave sonrisa antes de comenzar a andar juntas por los amplios pasillos de la empresa.
"¿Está nerviosa, señorita?", preguntó Pansy, observando el semblante de Hermione con una mezcla de curiosidad y genuina preocupación.
"Un poco, la verdad", respondió Hermione, sin tratar de ocultarlo.
"Tranquila, lo hará bien. Sus padres la apoyan, y estoy segura de que sabrá manejar todo. Además, si hay algo que no entienda o necesite aclarar, hágamelo saber. He estado bastante empapada en la información de la empresa, trabajé por tres años al lado de la señora Rita y su madre", dijo Pansy con una voz firme, buscando infundirle confianza.
Hermione la miró de reojo, notando la seguridad que Pansy proyectaba. "Gracias, Pansy, lo tendré en cuenta", dijo mientras continuaban caminando. Sabía que, aunque llevaba el apellido Granger y había sido preparada para este momento toda su vida, siempre había margen para dudas y desafíos inesperados. Sin embargo, tener personas de confianza cerca le daba un poco más de seguridad.
Al llegar al final del pasillo, las puertas de la gran sala de juntas ya estaban abiertas, con el nombre "Granger Corporativo" inscrito en una placa de mármol a la entrada. Hermione respiró profundamente antes de cruzar el umbral, lista para enfrentar su primer gran reto como ejecutiva en el imperio que, llevaba su nombre.
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Destinos Cruzados (BELLAMIONE)
FanfictionBellatrix una mujer de 25 años, maltratada que huye a un pueblo en medio de la nada de su marido y consigue trabajo en la barra de un bar de carretera, Hermione una hermosa heredera de un imperio que decide dar un viaje en motocicleta antes de tomar...