Durante la cena, Hermione y Richard contaban con lujo de detalle a Bella y Jane la reacción de Lestrange ante la reunión. Bella, aunque trataba de mantenerse tranquila, no podía evitar estremecerse ante la idea de que ese hombre pudiera intentar vengarse de Hermione y su padre. Richard, quien comenzaba a notar los gestos sutiles de Bellatrix, extendió la mano sobre la mesa y alcanzó la de ella con un gesto calmado y protector.
—Tranquila, Bellatrix —dijo Richard, mirándola con una expresión serena—. No va a hacer nada en contra de nosotros. Si ellos tienen contactos, nosotros tenemos muchos más. —Su voz era firme, pero reconfortante—. Quizá te sea difícil de creer, sé que has pasado por mucho, y no me puedo imaginar cuántas cosas más tendrás guardadas. Pero la verdad, Bella, es que te quiero como si fueras una hija más, y te protegeré con mi vida si es necesario.
Las palabras de Richard calaron profundamente en Bellatrix. Nunca antes había experimentado un sentimiento de protección tan sincero, como el que ahora le brindaban estas personas. Sentía cómo las emociones se acumulaban en su pecho, y antes de poder contenerse, las lágrimas comenzaron a correr por su rostro. No eran lágrimas de miedo o angustia, sino de una profunda gratitud y amor, algo que hacía mucho tiempo no experimentaba. Hermione, al notar su vulnerabilidad, se levantó rápidamente, tomó la mano de Bellatrix y la hizo ponerse de pie.
—Tranquila, mi amor —murmuró Hermione suavemente, abrazándola con fuerza—. Aquí estamos contigo. Por favor, no llores. Nadie va a hacerte daño. Tienes a mi familia y a mí a tu lado.
Bella se separó ligeramente para mirarla a los ojos, y entre susurros, confesó:
—No lloro por temor... Lloro porque nunca antes me había sentido tan amada y cuidada. —Las palabras salieron de lo más profundo de su corazón. Se refugió de nuevo en el cuello de Hermione, sollozando suavemente hasta que finalmente logró calmarse.
Al levantar la vista, vio que Jane también se había dejado llevar por la emoción. Jane lloraba, mientras Richard la rodeaba con un abrazo. Parecían una verdadera familia unida en ese momento, algo que Bellatrix nunca había tenido, pero que ahora sentía como suyo.
—Ey —dijo Bella con una suave sonrisa, tratando de aliviar la atmósfera cargada de emociones—, ya basta de lágrimas. Vamos por ese postre especial, Jane.
Jane, aún con lágrimas en los ojos pero sonriendo dulcemente, asintió y se puso de pie.
—Sí, sí. Vamos, el postre los va a sorprender —respondió, secándose las lágrimas mientras caminaba hacia la cocina.
Bellatrix siguió a Jane, y una vez dentro de la cocina, la abrazó de repente. Jane, sorprendida al principio, rápidamente le devolvió el abrazo.
—Gracias, Jane... De verdad, gracias por todo —susurró Bellatrix, su voz cargada de gratitud y afecto.
Jane la miró con una calidez maternal, depositando un suave beso en la mejilla de Bellatrix.
—No es nada, cariño. Ahora eres parte de nuestra familia. —Se separaron con una sonrisa—. Pero vamos, seguro que Hermione y Richard ya están hablando de trabajo, ¿no crees?
Ambas rieron y comenzaron a preparar el postre, un delicioso pastel de chocolate que Jane había planeado como una sorpresa para cerrar la noche.
Una vez el postre estuvo servido y todos disfrutaron de la dulzura y el ambiente relajado, la velada llegó a su fin. Hermione, Bellatrix, y Harry se despidieron de los padres de Hermione con abrazos cálidos. Richard, al abrazar a Bellatrix, le susurró:
—Recuerda, siempre tendrás un hogar con nosotros. No olvides eso.
—Gracias, Richard —respondió Bella, sintiendo una vez más esa oleada de emoción al saber que ahora formaba parte de algo tan grande y significativo.
Finalmente, Hermione y Bellatrix llegaron al penthouse que compartían. El silencio acogedor del lugar las envolvió al entrar. Bellatrix suspiró, sintiéndose más tranquila, pero en cuanto cruzaron la puerta, se volvió hacia Hermione y, con una sonrisa pícara, la atrapó por la cintura.
—¿Te quedas cierto? ¿No vas a la oficina mañana? —preguntó Bella en tono juguetón, levantando una ceja.
Hermione la miró con una sonrisa cansada, pero feliz.
—No, mañana no —dijo, acercándose más a Bella y apoyando su frente en la de ella—. Ya me encargué de todo hoy, así que no hay excusas. Me quedo contigo.
Bella sonrió, feliz de saber que tendrían un día entero juntas. La abrazó con fuerza, envolviendo a Hermione entre sus brazos.
—Me alegra tanto oír eso —susurró Bellatrix, besando suavemente los labios de su amada—. Sabes que no hay nada que disfrute más que pasar tiempo contigo, sin que nada ni nadie nos interrumpa.
—Tendrás que soportarme todo el día, entonces —bromeó Hermione, mientras ambas se dirigían lentamente hacia el dormitorio, con la promesa de una noche tranquila y de compartir el día siguiente solo para ellas.
Bellatrix, al mirarla con ternura, se sentía en paz. Por primera vez en mucho tiempo, sentía que el futuro estaba lleno de esperanza, amor, y un sentido de pertenencia que nunca había conocido. Y todo eso, gracias a Hermione y la familia que había encontrado en su vida.
Agradecida. Esa era la palabra que rondaba insistentemente en la mente de Bellatrix mientras yacía en la cama, con Hermione dormida profundamente sobre su pecho. Cada suave latido de su corazón resonaba con un sentimiento nuevo y transformador, algo que nunca antes había experimentado con tanta claridad. Mientras sus dedos acariciaban el cabello de Hermione, sintiendo la suavidad entre ellos, una paz inmensa la envolvía.
Agradecida por haber encontrado a alguien como Hermione, que la amaba sin condiciones, sin reservas. Ella, quien había conocido el dolor más profundo, ahora estaba aprendiendo lo que significaba ser amada de verdad, sin miedo, sin duda.
Agradecida porque, poco a poco, sus heridas, tanto físicas como emocionales, estaban sanando. Las pesadillas que alguna vez la acechaban se desvanecían en la presencia reconfortante de Hermione, y su alma, antes rota, se sentía más fuerte cada día.
Agradecida por la nueva familia que la había acogido, Richard y Jane, quienes le habían dado el calor y el afecto que tanto había anhelado pero jamás se atrevió a esperar. El simple hecho de tener a alguien que la cuidara, que la protegiera, hacía que un nudo de emoción se formara en su garganta.
Agradecida por el giro que había dado su vida, por la manera en que la oscuridad que una vez la envolvió estaba siendo reemplazada por la luz que Hermione traía a su vida. La sonrisa de la castaña, su risa, el modo en que la hacía sentir segura... todo eso le recordaba que, finalmente, la vida le estaba sonriendo.
Con cada caricia sobre los rizos de Hermione, Bellatrix cerraba los ojos y se permitía disfrutar de ese momento, sabiendo que, por primera vez, estaba en el lugar correcto. Y mientras los suaves suspiros de Hermione llenaban el silencio, Bellatrix, con una sonrisa apenas visible en sus labios, susurró al vacío:
—Gracias.
No había más que decir, porque en ese instante, todo estaba exactamente como debía estar.
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Destinos Cruzados (BELLAMIONE)
Fiksi PenggemarBellatrix una mujer de 25 años, maltratada que huye a un pueblo en medio de la nada de su marido y consigue trabajo en la barra de un bar de carretera, Hermione una hermosa heredera de un imperio que decide dar un viaje en motocicleta antes de tomar...