Hermione, Ronny y Bella fueron al mercado a hacer sus compras. Mientras recorrían los puestos, Hermione notó que Rony y Bella estaban inmersas en una conversación privada. Aunque le llamó la atención lo seria que parecía Bella, decidió no interrumpir. En lugar de eso, se alejó un poco y comenzó a mirar algunos juguetes para perros, decidiendo comprarle algo a Harry. Cuando las chicas se acercaron, Hermione actuó como si no hubiera notado nada, aunque la curiosidad la carcomía por dentro.
Al finalizar las compras, insistió en pagar como agradecimiento por haberla recibido sin cobrarle nada. Al principio Ronny se resistió, pero al final cedió, y Hermione se sintió satisfecha. Al llegar al bar, comenzaron a guardar las cosas. Hermione se percató de que Bella estaba inusualmente callada, lo que la inquietó. No tenía idea de lo que había pasado entre ella y Rony, pero sabía que había una barrera entre ellas en ese momento. Decidió darles espacio, así que se disculpó y salió afuera para revisar sus correos electrónicos y mensajes.
Se sentó en una de las mesas traseras, el lugar donde solían hacer parrilladas, y sacó su libreta. Empezó a revisar correos y a tomar nota de algunas fechas y reuniones. Entre ellos, vio un correo de Pansy donde le enviaba dos boletos de ida y vuelta a Tailandia, insinuando que quien la acompañara era afortunado. Hermione negó con la cabeza y anotó la información de los vuelos, completamente sumergida en sus pensamientos.
No fue hasta que levantó la mirada que se dio cuenta de que Bella estaba parada frente a ella, con una sonrisa que Hermione no pudo evitar devolver.
—¿Terminaste? —preguntó Bella.
—Sí, ya terminé —respondió Hermione.
—Entonces guarda tus cosas, que quiero llevarte a un lugar que deseo conozcas —dijo Bella con un brillo misterioso en los ojos.
Intrigada, Hermione guardó rápidamente sus pertenencias y bajó con curiosidad. Bella la tomó de la mano, llevando una mochila en su espalda. Juntas comenzaron a caminar hacia el bosque, pasando el lago. A medida que avanzaban, Hermione empezó a cansarse.
—¿A dónde vamos? ¿Me vas a secuestrar? ¿Vas a matarme en el bosque y enterrarme? —preguntó en tono bromista.
Bella solo se rio y negó con la cabeza.
—No seas perezosa, paloma. Ya falta poco.
Finalmente, llegaron a una pequeña cabaña rodeada de flores. Hermione se detuvo, sorprendida por la belleza del lugar.
—¡Wow, qué hermoso! —exclamó, maravillada.
Bella sonrió y la guio hasta dentro de la cabaña. El interior era acogedor: una pequeña chimenea, un sofá de dos plazas frente a ella, una alfombra mullida, una cocina pequeña con un mesón y cuatro sillas. Había una atmósfera cálida y tranquila, y aunque no estaba segura, Hermione intuía que la cabaña tenía una o dos habitaciones.
—¿De quién es este lugar? —preguntó Hermione, todavía asombrada.
—Es mío —respondió Bella con una sonrisa.
—¿Tuyo?
—Sí. Cuando huía de la ciudad, tenía algo de dinero ahorrado. Como te dije, una amiga me habló de este pueblo y me puso en contacto con el sheriff. Le pedí ayuda para encontrar un lugar donde no hubiera nadie alrededor... y se lo tomó muy en serio. Aquí pasé mis primeros meses, tratando de reconstruirme a partir de los pedazos rotos que quedaban después de... bueno, ya sabes. Luego, poco a poco, comencé a salir al pueblo y a conocer a las personas que ahora son mis amigos. Un día, Ronny me dijo que ya no debía estar sola, que hiciéramos compañía una a la otra. Así que me mudé con ella, pero a veces vengo aquí cuando necesito estar sola y pensar. Bienvenida a mi refugio, paloma.
Hermione sintió una mezcla de ternura y admiración por Bella al escuchar su historia. Se acercó a ella, tomándola de la mano, y se sentaron juntas en el sofá. El día transcurrió entre caricias y besos, ambos perdiéndose en la calidez de ese rincón secreto. Bella descansaba su cabeza sobre el regazo de Hermione mientras esta le acariciaba el cabello, y ambas se sentían completamente en paz, como si el resto del mundo no existiera.
En un momento de silencio, Hermione rompió la calma con un susurro suave:
—Bella, ¿vendrías conmigo a Tailandia?
Bella levantó la vista, sorprendida.
—¿Qué? ¿A Tailandia?
Hermione asintió, jugueteando con los mechones oscuros de Bella.
—Sí. Después de todas estas conversaciones, de todo lo que hemos compartido... no quiero dejarte. Y, si no es mucho pedir, me encantaría que vinieras conmigo.
Bella se quedó mirándola, sus ojos reflejando la confusión, la sorpresa y un destello de emoción.
—Entonces, ¿aceptas? —preguntó Hermione, con una mezcla de ansiedad y esperanza en la voz—. Vamos, solo será una semana. Estaremos lejos de Inglaterra, y te protegeré. Quiero que conozcas a mis padres y que ellos te conozcan a ti. Sé que quizá voy muy rápido, pero... estar lejos de ti me mata. Te necesito, Bella, y quizás estoy siendo egoísta...
—Shh, paloma, respira —la interrumpió Bella con dulzura, tomando el rostro de Hermione entre sus manos—. Tranquila. Déjame pensarlo, ¿está bien? Y no es egoísmo. Si fuera por mí, no dejaría que te alejaras de mi lado. Me encanta estar contigo... me siento en paz a tu lado. Yo también puedo ser egoísta si se trata de ti —añadió con suavidad, antes de inclinarse y darle un tierno beso en los labios.
El beso fue dulce, cargado de promesas silenciosas. Después, Bella se levantó con un pequeño brinco del regazo de Hermione y dijo, con una sonrisa:
—¡Tengo hambre! Vamos a comer.
Con agilidad, llevó su mochila al mesón y comenzó a sacar la comida que había traído, incluyendo una botella de vino. Hermione, aún sonriendo, se levantó para ayudarla, sintiendo cómo el ambiente se tornaba ligero de nuevo, lleno de complicidad y ternura.
Pasaron el resto de la tarde compartiendo comida, risas y algunas miradas que hablaban más que las palabras. Entre brindis y bocados, el tiempo pareció detenerse para ellas, rodeadas por la calidez de la cabaña y la tranquilidad del bosque. Al caer la noche, el cansancio comenzó a hacer mella, y ambas se dirigieron al pequeño dormitorio de la cabaña.
Hermione se tumbó en la cama, exhausta pero feliz, mientras Bella apagaba las luces, dejando que solo el resplandor suave de la luna iluminara el cuarto. Bella se acercó despacio, se metió bajo las sábanas y, en un gesto casi instintivo, se acurrucó junto a Hermione, pasando su brazo alrededor de su cintura.
—¿Sabes qué? —susurró Bella al oído de Hermione, su voz suave y cálida—. Acepto. Viajaré contigo a Tailandia.
Hermione giró su rostro, encontrándose con los ojos de Bella en la penumbra. Una sonrisa enorme se formó en sus labios antes de que Bella la besara suavemente, sellando el acuerdo con el sabor de sus labios.
Ambas se acomodaron entre las sábanas, con los cuerpos entrelazados y los corazones latiendo al unísono. Lentamente, el cansancio las fue envolviendo, y sin decir nada más, se dejaron llevar por el sueño, profundamente abrazadas, sintiendo que el mundo fuera de esa pequeña cabaña no podía tocarlas.
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Destinos Cruzados (BELLAMIONE)
FanfictionBellatrix una mujer de 25 años, maltratada que huye a un pueblo en medio de la nada de su marido y consigue trabajo en la barra de un bar de carretera, Hermione una hermosa heredera de un imperio que decide dar un viaje en motocicleta antes de tomar...