la desconfianza

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El incómodo silencio entre Ethan y yo quedó suspendido en el aire, y justo cuando sentí que no podía soportarlo más, una figura familiar apareció a mi lado.

—Su alteza, Lía —la voz suave y profunda de Nikolai interrumpió la tensión—. ¿Le molestaría acompañarme en una breve caminata por los jardines? Creo que el aire fresco podría hacerle bien.

Ethan tensó la mandíbula, pero no dijo nada. Mis pensamientos estaban revueltos por la reciente conversación con Cressida, y la oferta de Nikolai me pareció una oportunidad para despejar la mente, aunque sabía que probablemente sería vista como un acto imprudente. Sin embargo, el brillo de curiosidad y calidez en los ojos de Nikolai me dio una sensación de alivio que no podía ignorar.

—Sería un placer, príncipe Nikolai —respondí, lanzando una última mirada a Ethan, quien apretó los labios, pero no me detuvo.

Nikolai me ofreció su brazo, y mientras nos alejábamos, sentí la mirada de Ethan clavada en mi espalda. El príncipe forastero me guió hacia los amplios jardines del palacio, donde la luz de la luna se filtraba a través de los árboles, proyectando sombras misteriosas a nuestro alrededor. El suave murmullo del viento entre las hojas y el lejano sonido del agua de la fuente llenaban el aire con una tranquilidad engañosa.

—Espero no haberla sacado de una conversación demasiado importante —dijo Nikolai con un tono ligero, aunque sus ojos parecían escrutar mi estado de ánimo.

—No se preocupe, príncipe —respondí con una sonrisa tensa—. Agradezco el cambio de ambiente.

Él asintió, pero en su mirada noté una comprensión tácita, como si supiera más de lo que estaba dispuesto a admitir. Mientras caminábamos por los senderos bordeados de rosas, el silencio entre nosotros se volvió más espeso, cargado de una tensión que no terminaba de disiparse.

—Puedo notar que esta noche ha sido algo... inquietante para usted —comentó finalmente Nikolai, sus palabras cuidadosamente elegidas—. Y me atrevería a decir que la compañía de ciertos... invitados no ha sido de ayuda.

Me detuve un momento, sorprendida por la agudeza de su observación. ¿Hasta qué punto había estado prestando atención? Era como si Nikolai pudiera leer entre las líneas de lo que no se decía, viendo más allá de las apariencias.

—¿A qué se refiere, príncipe Nikolai? —pregunté, aunque en el fondo sabía exactamente de qué hablaba.

—Cressida —dijo con un susurro apenas audible, mientras continuábamos caminando—. Es evidente que ella no ha venido simplemente como una invitada más. Tiene un propósito aquí, y no puedo evitar pensar que podría complicar las cosas entre usted y el príncipe Ethan.

El frío de la noche parecía más intenso de repente, y un escalofrío recorrió mi columna.

—¿Por qué me dice esto? —pregunté, intentando mantener mi voz firme, aunque algo dentro de mí comenzaba a quebrarse.

Nikolai se detuvo y me miró con una intensidad que me dejó sin aliento.

—Porque creo que merece saber que hay más en juego de lo que parece, Lía. Este matrimonio, esta alianza... no todos están tan interesados en que tenga éxito como usted podría pensar.

Mi corazón latía con fuerza, y por un momento, sentí que las sombras en los jardines cobraban vida, como si ocultaran secretos oscuros. Nikolai se inclinó un poco más cerca, y su voz se volvió casi un susurro confidencial.

—Cressida no ha renunciado a Ethan —continuó—. Y me temo que podría haber otras personas en la corte que preferirían verla a ella como futura reina... en lugar de usted.

Su revelación cayó sobre mí como un peso abrumador. Las sospechas que habían estado creciendo lentamente en mi mente ahora parecían cobrar forma. Cressida no solo era una antigua amiga de Ethan, era una amenaza directa, y según Nikolai, no estaba sola en su ambición.

—¿Por qué me está contando esto, príncipe Nikolai? —pregunté, mi voz quebrada por la confusión y el miedo—. ¿Qué gana usted con esta información?

Nikolai me miró profundamente, y en su rostro apareció una expresión de sincera preocupación.

—No busco ganar nada, su alteza —dijo con suavidad—. Solo creo que debe estar preparada para lo que viene. Este no es solo un matrimonio por amor o conveniencia, Lía. Es una partida de ajedrez, y me temo que usted es una de las piezas más importantes en el tablero.

El silencio que siguió a sus palabras fue opresivo, como si el mismo jardín contuviera su aliento. Sentí que el suelo bajo mis pies tambaleaba, y me di cuenta de que mi papel en esta alianza era mucho más complejo y peligroso de lo que jamás había imaginado.

—¿Y usted, príncipe Nikolai? —pregunté finalmente, mirándolo con cautela—. ¿En qué parte del tablero está usted?

Nikolai sonrió, pero fue una sonrisa melancólica, carente de la arrogancia que había mostrado antes en el salón.

—Digamos que soy un observador, Lía. Pero recuerde esto: no todos los que parecen aliados lo son, y no todos los que se presentan como enemigos lo serán siempre. Tenga cuidado en quién confía.

El viento sopló más fuerte, moviendo las ramas de los árboles y haciendo que el susurro de las hojas pareciera casi un murmullo de advertencia. Me di cuenta de que estaba en medio de un juego del que aún no comprendía todas las reglas. Y mientras Nikolai me escoltaba de vuelta al palacio, una sensación de incertidumbre y peligro creció dentro de mí.

¿Podía confiar en Ethan después de todo lo que había oído? ¿O Nikolai estaba tratando de sembrar dudas para sus propios intereses? Cressida no era la única amenaza, y de alguna manera, sabía que la verdadera prueba de mi futuro como reina no estaba en la ceremonia de bodas, sino en las intrigas que rodeaban el trono.

una desastrosa alianza matrimonialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora