la llegada

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En la tranquilidad de la tarde, mientras las sombras de los árboles danzaban al compás del viento, **Lia** se encontraba en la cabaña junto a **Sir Alexander**, la única compañía que había conocido desde su huida del palacio. El fuego de la chimenea chisporroteaba suavemente, lanzando destellos anaranjados por toda la estancia. La serenidad de la cabaña apenas lograba acallar los pensamientos de Lia, quien estaba a punto de descubrir la devastadora noticia que cambiaría su destino una vez más.

**Amelia**, su leal doncella, había enviado una carta, cuya llegada se anunciaba con un golpeteo suave en la puerta. Un mensajero, vestido con la librea de su reino, entregó el mensaje con una reverencia apresurada, dejando entrever la importancia de su contenido.

Lia rompió el sello con nerviosismo, desplegando el pergamino mientras su corazón comenzaba a latir con fuerza. Las palabras de Amelia eran meticulosas, pero cargadas de una tristeza desgarradora.

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**Mi querida señorita Lia,**

No sabe cuánto la extrañamos en el palacio. Desde su partida, las cosas han cambiado drásticamente. Temo ser portadora de noticias sombrías, y me duele en lo más profundo de mi corazón tener que revelarlas de esta manera.

La reina Emilia… su futura suegra, ha muerto. Su partida fue inesperada y dolorosa. Los rumores en los pasillos dicen que no pudo soportar la traición del rey Henry con Cressida, esa dama vil que tanto la despreció. La reina, siempre tan digna y serena, no pudo tolerar el escándalo que se cernía sobre ella. El reino está de luto, pero el rey Henry, con una frialdad alarmante, ha anunciado el matrimonio inmediato entre el príncipe Ethan y Cressida.

El príncipe Ethan está completamente devastado. No solo ha perdido a su madre, sino que ahora enfrenta la imposición de un matrimonio que no desea. Nadie en la corte puede entender cómo un hombre puede ser tan cruel como para unir a su hijo con la amante que destruyó a su propia esposa.

El reino entero se ha sumido en el caos, y la corte murmura en su contra, pero el rey sigue implacable en sus decisiones. Todo el personal en el palacio habla de su falta. El príncipe Nikolai y el príncipe Ethan no han cesado en su búsqueda de usted, pero hasta ahora, sin éxito. Su presencia aquí sería un bálsamo en medio de esta tormenta.

Le imploro, señorita, que vuelva. El reino necesita de su fortaleza, y los corazones de aquellos que la aprecian están rotos en su ausencia.

Con la mayor de las esperanzas de que esta misiva se encuentre bien,

**Amelia**

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Lia dejó caer la carta sobre sus rodillas, sintiendo cómo el peso del mundo recaía sobre sus hombros. El fuego en la chimenea ya no parecía tan cálido, y la seguridad de la cabaña se desvaneció ante la gravedad de la situación en el palacio. **La reina Emilia**, la mujer que le había brindado su apoyo en momentos difíciles, estaba muerta. El príncipe Ethan, atrapado entre el deber y el dolor, estaba a punto de ser forzado a casarse con la mujer que había destrozado a su familia.

—**Debo volver** —susurró Lia, levantando la mirada para encontrarse con la de Sir Alexander. Sus ojos brillaban de determinación, pero también de tristeza.

Sir Alexander, que hasta ese momento había mantenido su compostura, dio un paso adelante.

—**Si esa es su decisión, la acompañaré hasta el final.** —Su voz era firme, aunque en su semblante se podía percibir una preocupación creciente—. No permitiré que se enfrente sola a este destino.

Los dos comenzaron los preparativos para regresar al reino de los di Martin. El viaje fue silencioso, cargado de pensamientos sombríos sobre lo que Lia encontraría a su regreso. **El peso de la traición, la muerte y el inminente matrimonio forzado** se cernían como una nube oscura sobre el palacio, y Lia sabía que su retorno traería consigo más desafíos de los que jamás habría imaginado.

Al llegar a las puertas del palacio, el cielo estaba teñido de tonos grises y púrpuras, como si el propio reino compartiera la melancolía de sus habitantes. **Los sirvientes**, que siempre la habían visto como un símbolo de esperanza y futuro, la recibieron con lágrimas en los ojos y sonrisas de alivio. Algunos incluso se arrodillaron en señal de respeto, mientras que otros simplemente exclamaban su nombre, incapaces de contener la alegría por su regreso.

—**¡Lady Lia!** —exclamó una de las doncellas más jóvenes—. **Creíamos que no volvería jamás!**

Las puertas se abrieron de par en par, y aunque el recibimiento era cálido por parte de los sirvientes, el peso de la corte y sus intrigas aún se cernía sobre ella como una sombra.

Dentro, el aire era denso, cargado de secretos y mentiras. El príncipe Nikolai, al enterarse de su regreso, corrió por los pasillos hasta encontrarla, su rostro mostrando una mezcla de alivio y preocupación.

—**Ha vuelto** —dijo, casi sin aliento—. **Sabe en lo que se está adentrando, ¿verdad?**

Lia asintió, sabiendo que, aunque había decidido regresar, las batallas más difíciles estaban por librarse dentro de esos muros. **El rey Henry**, **Cressida**, y el dolor de **Ethan** no serían fáciles de enfrentar, pero ahora, más que nunca, sentía que su lugar era aquí.

**La corte estaba alborotada**, y las piezas del juego se movían rápidamente. Lia había regresado para enfrentarse al destino que le habían arrebatado, dispuesta a luchar por su lugar en el reino, y, con el apoyo de **Sir Alexander** y quienes aún creían en ella, estaba lista para lo que viniera.

una desastrosa alianza matrimonialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora