Con el paso de los días, mis inquietudes se tornaron más profundas. La boda que tanto se había hablado estaba a escasos días de convertirse en realidad, y aunque las preparaciones en el palacio avanzaban con gran celeridad, mi mente permanecía enredada en las dudas que surgían en torno a la verdadera naturaleza de esta alianza. ¿Qué significaba realmente este acuerdo entre los reinos? ¿Era meramente una transacción política, un simple juego de poder, o había algo más sombrío oculto tras las cortinas?
Por su parte, Ethan se encontraba más ocupado que nunca con los asuntos del reino. Apenas si lo veía, y cuando lo hacía, su semblante estaba tan cargado de obligaciones que apenas parecía el joven con quien había compartido risas y momentos de íntima complicidad. Ahora, estaba inmerso en la preparación para asumir el trono, y su presencia, que en otro tiempo me traía alivio, se tornaba cada vez más distante. Mi única compañía constante era Amelia, siempre a mi lado, fiel y discreta.
—Señorita Lía, noto que luce cada vez más agotada —comentó una tarde mientras me ayudaba a vestir.
—No es nada, Amelia. Solo es el peso de lo que viene. Son tiempos que inevitablemente traen cansancio —respondí, tratando de sonar indiferente.
Amelia, sin embargo, no se dejó engañar.
—No ha visto al príncipe Ethan en días, ¿verdad? —inquirió con delicadeza, mientras ajustaba los lazos del corsé.
—No, apenas lo he visto últimamente. Supongo que debe estar en la corte, enfrascado en los preparativos.
Amelia asintió, pero su mirada reflejaba algo más. Bajó la voz como si compartiera un secreto.
—Escuché que un príncipe extranjero ha llegado al reino. Se llama Nikolai, y según dicen, es un hombre de gran influencia y encanto. Los sirvientes comentan que su visita está relacionada con asuntos de gran importancia para el reino.
—¿Un príncipe extranjero? —pregunté, levantando una ceja—. ¿Y qué asuntos lo traen por aquí en un momento tan delicado?
—Negocios, o al menos eso es lo que dicen. Aunque no sería la primera vez que los asuntos de "negocios" ocultan otras intenciones —respondió Amelia, con un tono que me hizo sospechar que sabía más de lo que decía.
—El palacio estará muy agitado con tantas visitas y preparativos para la boda —murmuré—. No es de extrañar que todo el mundo esté en movimiento constante.
—Así es, señorita. Por cierto, esta noche se celebrará una cena en honor al príncipe Nikolai y otros invitados de la nobleza. Debe estar lista para impresionar, no solo con su presencia, sino también con su sabiduría. La corte observa con ojos críticos —comentó Amelia, mientras sacaba del armario un espléndido vestido de satén azul oscuro, adornado con encaje dorado.
—No lo he olvidado. Pero todavía no he decidido qué vestido usar —respondí, observando la elegante prenda que me mostraba.
—Este será perfecto, mi señora. Con él todos quedarán cautivados, incluido el príncipe Ethan, que apenas ha tenido tiempo de apreciar su belleza en estos días —dijo, con una sonrisa juguetona.
—Amelia, no digas esas cosas —le reproché, mientras un leve rubor me subía al rostro.
—Perdóneme, señorita, pero su reacción siempre me divierte —respondió, riendo suavemente.
Tras terminar de vestirme, Amelia me ayudó a preparar un baño de pétalos de rosa, un ritual que, aunque relajante, no conseguía despejar del todo mis pensamientos. La cena de esta noche parecía prometer más que simples formalidades. ¿Qué pretendía realmente el príncipe Nikolai con su visita? ¿Podría estar relacionado de algún modo con la boda? Las preguntas seguían revoloteando en mi mente mientras me sumergía en el agua caliente.
—Quizá debería dedicarme a estudiar más sobre este reino —comenté mientras Amelia me ayudaba a salir de la bañera—. Si he de convertirme en reina, necesito entender mejor los asuntos de estado.
—Una idea sensata, señorita. Podría empezar por la biblioteca, allí encontrará valiosos textos que le permitirán sobresalir ante la corte. No querrán pensar que es usted una princesa extranjera sin conocimiento del reino que habrá de gobernar —sugirió Amelia, mientras me secaba con cuidado.
—Me vendría bien esa ayuda. Aunque no lo creas, a veces temo no estar a la altura de las expectativas que se han depositado en mí —admití, sintiendo el peso de mis responsabilidades más que nunca.
—Señorita, no hay duda de su inteligencia. Pero si puedo decirle algo, la corte no es tan diferente a cualquier otro lugar. A veces se trata más de cómo se presentan las cosas, que de su verdadera naturaleza —dijo Amelia con una sonrisa comprensiva.
Al fin, me acosté en la cama, exhausta, pero incapaz de calmar las dudas que me rondaban. Mis pensamientos se arremolinaban en torno a Ethan, a la alianza, a la llegada del príncipe Nikolai. ¿Era esta boda realmente lo que se esperaba de mí? ¿O había algo más en juego, algo que aún no podía ver con claridad?
Y así, mientras la noche avanzaba, me hundí en un sueño inquieto, sabiendo que el día siguiente traería consigo nuevas revelaciones, y posiblemente, más preguntas que respuestas.
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una desastrosa alianza matrimonial
Romanceesta novela ambientada en la época victoriana, nos presenta a lía, la hija de un rey, la cuál debe casarse con el principe de otro reino para formalizar una alianza a través del matrimonio. Aunque no todo será felicidad, porque detrás de esta maravi...