La noche envolvía el palacio Di Martin en un manto de oscuridad, mientras Lia, con el corazón agitado, daba su respuesta al príncipe Nikolai.
—Sí —susurró, tomando la mano que él le ofrecía—. Me iré contigo. No puedo seguir viviendo con el miedo y las amenazas que se ciernen sobre mí en este lugar. Te acompaño.
Nikolai exhaló un suspiro de alivio, sus ojos reflejando una mezcla de determinación y afecto. Asintió con firmeza, y rápidamente comenzaron a trazar el plan para su huida. Se moverían sigilosamente por los pasadizos ocultos del palacio hasta llegar a los establos, donde los caballos los llevarían al puerto más cercano. Desde allí, tomarían un barco que zarparía hacia el reino de Nikolai antes del amanecer.
Sin embargo, mientras ultimaban los detalles de su escapada, un retumbar de pasos resonó por los pasillos del palacio. Las puertas se abrieron de golpe, y un grupo de guardias entró en la sala del trono donde el rey Henry, con una sonrisa fría en su rostro, los esperaba.
—¿Qué ocurre, majestad? —preguntó uno de los guardias, inclinando la cabeza.
—He recibido informes de que la princesa Lia podría estar planeando huir del palacio —respondió el rey con voz calculada—. Bajo ninguna circunstancia debe permitirse su salida. Cierren todas las puertas, coloquen guardias en cada entrada y aseguren las murallas. Nadie, y repito, nadie debe salir del reino sin mi consentimiento.
Los guardias asintieron y salieron apresuradamente, cada uno con órdenes claras de no dejar pasar a la princesa Lia, ni a nadie que intentara ayudarla. La frialdad en los ojos del rey Henry era evidente, y mientras los guardias ejecutaban sus órdenes, él sonreía para sí mismo, satisfecho de que su poder aún era absoluto.
Mientras tanto, en los aposentos de Lia, Nikolai y ella escucharon el sonido de las puertas sellándose y los pasos cada vez más cercanos de los guardias. La realidad cayó sobre ellos como un peso insoportable.
—Nos han descubierto —dijo Nikolai, con los ojos oscuros y serios—. Han cerrado todas las salidas.
Lia sintió una punzada de pánico, pero no dejó que la dominara. No podía flaquear ahora.
—¿Qué haremos? —preguntó, su voz temblando levemente.
Nikolai se acercó a la ventana y miró hacia la oscuridad exterior. A lo lejos, podía ver cómo las antorchas de los guardias patrullaban las murallas. La seguridad se había intensificado en cuestión de minutos, y el palacio ahora parecía más una prisión que nunca. Se volvió hacia Lia, sus ojos buscando alguna esperanza.
—Tenemos que esperar una oportunidad —dijo él—. No podemos arriesgarnos ahora, no con tantos guardias. Pero encontraré otra manera.
En ese mismo momento, en otra parte del palacio, Amelia, la leal amiga de Lia, se enteraba de lo ocurrido. Con el corazón lleno de preocupación, tomó pluma y papel, y escribió rápidamente una carta destinada al rey Wilson, padre de Lia. En ella, describió en detalle las órdenes del rey Henry, la creciente amenaza sobre la vida de su hija, y la situación desesperada en la que se encontraba Lia. Con la misiva sellada, la confió al mensajero más rápido de la corte, rogándole que la entregara al rey con urgencia.
La carta de Amelia viajaba velozmente hacia el reino de Wilson, mientras el tiempo se agotaba en el palacio Di Martin. La incertidumbre pesaba sobre todos, pero nadie más estaba tan decidido como Sir Alexander. Enterado de los rumores sobre los planes de Nikolai y Lia, sabía que no sería fácil, pero debía encontrarse con ella de nuevo. Había jurado protegerla, y no iba a dejar que el destino de Lia se decidiera sin luchar.
Desde las sombras, Alexander ideaba su propio plan. Conocía cada rincón oculto del palacio y cada atajo que conducía fuera de sus murallas. Mientras los guardias seguían las órdenes del rey, él, moviéndose como un fantasma, comenzó a trazar su camino hacia Lia, esperando el momento adecuado para intervenir.
Esa noche, mientras la luna alta en el cielo iluminaba tenuemente las frías piedras del castillo, Lia, Nikolai y Alexander se encontraban atrapados en un juego peligroso, donde la vida de la princesa pendía de un hilo.
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una desastrosa alianza matrimonial
Romanceesta novela ambientada en la época victoriana, nos presenta a lía, la hija de un rey, la cuál debe casarse con el principe de otro reino para formalizar una alianza a través del matrimonio. Aunque no todo será felicidad, porque detrás de esta maravi...