Aquella misma tarde, no podía dejar de pensar en la nota que había encontrado. El miedo latente aún me recorría la piel, y sentía que cada sombra en el palacio podía estar observándome, acechando. Sabía que no podía mantener esto solo para mí, y necesitaba a alguien que me entendiera, alguien cercano. Amelia sería la persona indicada para desahogar el pánico que llevaba dentro.
Llamé a Amelia a mi cuarto, y no pasó mucho tiempo antes de que ella llegara, con su habitual sonrisa amable, aunque al ver mi rostro tenso, su expresión cambió a preocupación.
—Señorita Lía, ¿qué sucede? Luce pálida, ¿ha pasado algo? —preguntó, acercándose rápidamente a mí.
Me acerqué a ella, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza solo al recordar la nota. Le pedí que cerrara la puerta y me senté junto a ella en la pequeña mesa del cuarto, inclinándome hacia adelante para poder susurrarle lo que había ocurrido.
—Amelia, encontré una nota en la biblioteca. Era... amenazante. Alguien sabe sobre la boda y dice que soy solo una pieza en un juego más grande. No sé quién fue, pero no puedo dejar de pensar que hay algo más detrás de todo esto. —Mi voz era baja, como si temiera que incluso las paredes pudieran escucharme.
Los ojos de Amelia se abrieron en shock, y rápidamente se llevó una mano a la boca, tratando de contener una exclamación de sorpresa.
—¡Dios mío, señorita! Esto es muy grave. ¿Cómo alguien podría haber dejado algo así? ¿Y nadie vio nada? —susurró, su voz temblando ligeramente.
Negué con la cabeza.
—No lo sé. Solo sé que después de encontrarla, el príncipe Nikolai apareció, y no puedo evitar pensar que él sabe más de lo que aparenta. Todo esto me tiene muy inquieta, Amelia. No sé en quién confiar.
Amelia se mordió el labio, claramente preocupada. Después de unos momentos de silencio, finalmente habló con más calma.
—Debe decírselo a su padre, señorita. Esto no es algo que pueda manejar sola. Él sabrá qué hacer.
Sabía que tenía razón. Esta situación era mucho más peligrosa de lo que imaginaba, y no podía quedarme callada. Me levanté rápidamente, decidida.
—Sí, voy a hablar con él ahora mismo.
Después de un breve intercambio con mi padre, donde le conté todo lo sucedido, pude ver cómo su rostro, que normalmente era tranquilo y severo, se endurecía aún más. Su preocupación era evidente, pero no dejó que el miedo lo sobrepasara.
—Esto no puede ser tomado a la ligera, Lía. —Su voz era baja pero firme—. No dejaré que nadie te haga daño ni que te utilicen en este juego del que hablan. Voy a asignarte un guardia personal, alguien de confianza que estará contigo en todo momento.
Llamó a uno de sus consejeros y le dio instrucciones, aunque no mencionó a quién había elegido. No pasó mucho tiempo antes de que escucháramos unos pasos fuera del despacho.
La puerta se abrió, y un joven de unos dieciocho años entró con paso decidido. Era alto, de complexión atlética, y su uniforme de caballero del reino le quedaba impecable. Su rostro, aunque serio, tenía una expresión noble y juvenil, lo que inmediatamente me sorprendió. No era el tipo de caballero veterano que me había imaginado.
—Señorita Lía, este es Sir Alexander, hijo del duque de Welles. Aunque es joven, ha demostrado ser uno de los caballeros más prometedores en la corte. De ahora en adelante, será tu guardián personal —anunció mi padre.
Sir Alexander inclinó ligeramente la cabeza hacia mí, su mirada fija en mis ojos con una mezcla de respeto y determinación.
—Es un honor servirle, su alteza. Prometo que velaré por su seguridad en todo momento —dijo con una voz calmada, aunque firme.
Aún sorprendida por su juventud, asentí lentamente, tratando de ocultar la mezcla de alivio y desconcierto que sentía.
—Gracias, Sir Alexander. Aprecio mucho tu ayuda.
Mi padre asintió, satisfecho.
—No dejes que Lía salga sola, ni siquiera a los jardines o a la biblioteca. Estará bajo tu protección, siempre.
Alexander se inclinó una vez más antes de retirarse brevemente para comenzar su labor. Me quedé con mi padre unos momentos más antes de volver a mi habitación, aún algo aturdida por los recientes acontecimientos. No sabía qué esperar de esta nueva situación, pero una cosa estaba clara: algo oscuro estaba gestándose en los rincones del palacio, y no iba a poder enfrentarlo sola.
Cuando volví a mis aposentos, Amelia me esperaba ansiosa por saber qué había ocurrido.
—Amelia —empecé, aún algo abrumada—. Mi padre ha designado un caballero para que me cuide. Se llama Sir Alexander, es joven pero parece muy confiable.
Amelia asintió, aliviada.
—Eso es lo mejor, señorita. Alguien debe protegerla en todo momento. Esta situación es demasiado peligrosa para que siga sin protección.
Intenté sonreír, aunque el miedo seguía acechándome. No obstante, sabía que al menos ahora no estaba sola. Sir Alexander estaría allí para velar por mí, aunque el peligro, aún oculto, no dejaba de acechar en las sombras.
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una desastrosa alianza matrimonial
Romanceesta novela ambientada en la época victoriana, nos presenta a lía, la hija de un rey, la cuál debe casarse con el principe de otro reino para formalizar una alianza a través del matrimonio. Aunque no todo será felicidad, porque detrás de esta maravi...