la corte

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Al día siguiente, la corte se encontraba reunida en el gran salón para discutir los asuntos del reino. Era la primera vez que me convocaban a una reunión tan formal, y aunque mi estómago se revolvía con nervios, las palabras de Amelia resonaban en mi mente: debía destacar, no ser vista como una simple princesa extranjera. Mi padre siempre me había enseñado que debía mostrar inteligencia, pero no esperaba que la prueba llegara tan pronto.

Los nobles estaban dispersos en sus sillas, conversando animadamente, mientras Ethan, Cressida y Nikolai se encontraban sentados cerca del trono, donde el rey presidía la reunión. Cuando me acerqué, todas las miradas se posaron en mí. Sentí el peso de cada par de ojos, evaluándome, juzgando mi presencia. Tomé asiento con la espalda recta y la cabeza alta, intentando no mostrar la menor señal de inseguridad.

El rey comenzó a hablar sobre las relaciones comerciales con los otros reinos y las reformas que se estaban discutiendo. Sin previo aviso, uno de los duques lanzó una pregunta al aire, directa hacia mí:

—Su alteza Lía, ¿tiene usted alguna opinión respecto a las relaciones comerciales con el Reino de Mirvalle?

Era una trampa. Querían probar si yo realmente conocía los asuntos del reino o si simplemente me limitaría a sonreír y asentir como una muñeca decorativa.

Tomé una respiración profunda antes de responder, sabiendo que todos esperaban escucharme fallar.

—Tengo entendido, mi señor —empecé, con la voz firme—, que las relaciones comerciales con Mirvalle han estado estancadas debido a un conflicto en sus puertos del sur. He leído informes recientes sobre la situación, y sería prudente aprovechar este momento para negociar términos más ventajosos para nuestro reino, especialmente en cuanto al comercio de especias, que ha crecido en valor en los últimos meses.

El silencio que cayó en la sala fue absoluto. Vi cómo algunos de los nobles se inclinaban en sus sillas, sorprendidos por mi respuesta. Incluso el rey asintió, mostrando aprobación en su mirada. Pero fue el rostro de Ethan lo que más llamó mi atención: me miraba con una mezcla de orgullo y asombro, como si estuviera viendo una faceta de mí que no conocía.

Pero no fue el único. Al otro lado de la mesa, vi a Nikolai, observándome con una sonrisa enigmática. Sus ojos destellaban, claramente impresionado, pero había algo más en su mirada, algo que no pude descifrar del todo.

La reunión continuó, y cada vez que se me daba la oportunidad, respondía con seguridad. Sentí cómo mi postura cambiaba; ya no me sentía como una intrusa en aquella sala llena de poderosos, sino como alguien que merecía estar allí, al nivel de cualquiera de ellos.

Cuando la reunión llegó a su fin, algunos nobles se me acercaron para felicitarme, aunque noté que Cressida mantenía su distancia, lanzándome miradas frías y calculadoras. Sabía que la había desconcertado, tal vez más de lo que yo misma imaginaba.

Por la tarde, después de cambiarme y descansar brevemente, me encontraba en mis aposentos revisando algunos papeles cuando escuché un golpe suave en la puerta.

—Adelante —dije, sin apartar la vista de los documentos.

La puerta se abrió lentamente y Nikolai entró, cerrando la puerta tras de sí con un movimiento pausado. Me levanté al verlo, sorprendida por su inesperada visita.

—Príncipe Nikolai —dije, esbozando una sonrisa educada—. ¿Qué lo trae a mis aposentos?

Él sonrió, esa sonrisa misteriosa que parecía ocultar más de lo que revelaba.

—Solo quería felicitarla por su desempeño esta mañana —dijo, avanzando hacia mí con una elegancia despreocupada—. Ha dejado a todos boquiabiertos. Incluso me atrevería a decir que ha deslumbrado a más de uno. —Sus ojos brillaban con un matiz coqueto que no pasé por alto.

Sentí cómo mi corazón se aceleraba, pero me obligué a mantener la compostura.

—Le agradezco sus palabras, príncipe —respondí—. Solo hice lo que consideré necesario.

Nikolai avanzó un paso más, reduciendo la distancia entre nosotros. Pude sentir su presencia, fuerte y magnética, lo suficientemente cerca como para que mi respiración se volviera ligeramente errática. Su mirada descendió brevemente hasta mis manos, que jugueteaban nerviosas con un pliegue de mi falda, antes de volver a mi rostro.

—Hizo mucho más que eso, Lía —dijo con una voz suave pero cargada de insinuación—. Me temo que pronto tendrá a todos los ojos de la corte sobre usted... incluyendo los míos.

Sentí que el aire se volvía más denso a nuestro alrededor, la tensión era palpable. Nikolai era encantador, y su cercanía provocaba en mí una extraña mezcla de alerta y fascinación. Aunque sabía que era peligroso, no podía negar que su atención me afectaba de una manera que no había anticipado.

—No se equivoque, príncipe —respondí, alzando ligeramente la barbilla—. Mis ojos están puestos en asuntos más importantes que los rumores de la corte.

Nikolai sonrió, pero no retrocedió. En lugar de eso, alzó una mano y rozó suavemente un mechón de mi cabello que había caído sobre mi hombro.

—Eso solo lo hace más interesante, Lía. Una mujer de inteligencia y ambición es aún más cautivadora.

Me aparté sutilmente, sintiendo el calor subir a mis mejillas, aunque traté de mantener la calma.

—Estoy comprometida con el príncipe Ethan —le recordé, aunque mis palabras sonaron más tensas de lo que esperaba.

—Lo sé —replicó Nikolai, inclinándose ligeramente hacia mí, su voz apenas un susurro—. Pero eso no significa que no pueda admirarla desde lejos... o desde cerca, si me lo permite.

La audacia de su comentario me dejó sin palabras por un momento. ¿Qué estaba buscando con este juego? Sabía que Nikolai no era alguien fácil de descifrar, pero tampoco podía ignorar que su cercanía me afectaba de una manera que no esperaba.

—Debería irme —dijo finalmente, pero no sin antes inclinarse hacia mí una última vez, tan cerca que pude sentir su aliento en mi mejilla—. No quisiera que alguien más en la corte malinterpretara nuestra pequeña charla.

Con una sonrisa enigmática, se retiró lentamente, dejándome sola en la habitación, con el corazón latiendo a un ritmo descontrolado y una mente llena de dudas. ¿Qué juego estaba jugando Nikolai? ¿Y por qué, a pesar de saber que debía alejarme, había una parte de mí que no podía dejar de sentirse atraída hacia él?

una desastrosa alianza matrimonialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora