La luz matutina se filtraba suavemente a través de las elegantes cortinas de la sala donde se celebraba la distinguida fiesta del té de Lady Beatrice. Las damas de la nobleza estaban reunidas en un esplendor de sedas y encajes, susurrando entre sí sobre los últimos rumores que circulaban por la corte. Lía, sentada con elegancia en una de las sillas ornamentadas, conversaba amablemente con Lady Beatrice, quien se había convertido en una inesperada aliada y amiga en las últimas semanas.El murmullo de voces y el tintineo de las delicadas tazas de porcelana llenaban la atmósfera con una tranquila armonía, hasta que la imponente figura de Cressida se acercó, con una sonrisa gélida en sus labios.
—Oh, Su Alteza Lía —dijo Cressida, inclinándose ligeramente en una reverencia apenas sincera—, parece que su tiempo en la corte está siendo… más emocionante de lo que se podría imaginar. He escuchado ciertos rumores acerca de su creciente cercanía con el príncipe Nikolai. Espero que su majestad el príncipe Ethan no lo encuentre, cómo decirlo… inapropiado.
Lía mantuvo la calma, aunque sentía la tensión palpitar bajo su piel. Sabía que las palabras de Cressida eran una trampa astuta, diseñadas para desacreditarla ante las demás damas presentes.
—Los príncipes Nikolai y Ethan son hombres de gran carácter y honor —replicó Lía, con la voz controlada pero firme—. Mi relación con ambos es de puro respeto y cortesía, tal como es propio entre miembros de la realeza.
Cressida arqueó una ceja, como si esperara más de la respuesta.
—Oh, claro, claro. Pero ya sabe, Su Alteza, en la corte los rumores vuelan con rapidez, y uno nunca sabe en quién puede confiar. Tal vez debería cuidarse más de ser vista en compañía de ciertos caballeros extranjeros —añadió Cressida, con una sonrisa envenenada.
Lía se permitió una pausa, observando el brillo cruel en los ojos de la otra mujer. Pero si Cressida pensaba que podría humillarla tan fácilmente, estaba subestimando a su rival. Lía dejó su taza de té sobre la mesa con una gracia calculada antes de devolverle una mirada que cortaba como una hoja afilada.
—Es curioso que mencione la importancia de la discreción, Lady Cressida —dijo Lía, su tono suave pero cargado de intención—. Después de todo, en la corte se murmura sobre muchas cosas. Por ejemplo, ciertas visitas nocturnas que alguna dama hace a las habitaciones del rey Henry. Debemos tener mucho cuidado, pues no todas las indiscreciones pasan desapercibidas.
Un murmullo alarmado se extendió por la sala. Las damas, que hasta ese momento habían mantenido susurrantes conversaciones triviales, ahora miraban a Cressida con ojos inquisitivos, susurrando entre ellas con renovado interés.
Cressida palideció, sus manos apretadas alrededor del abanico de encaje. La furia se encendió en su mirada, pero no pudo responder con la rapidez necesaria. Las damas presentes estaban pendientes de cada movimiento, cada palabra que cayera de sus labios.
Lady Beatrice, quien había seguido la escena con una calma calculadora, sonrió con sutileza, apoyando silenciosamente a Lía.
—Parece que los rumores vuelan en todas direcciones, ¿verdad, Lady Cressida? —comentó Beatrice con una dulzura helada—. Y todos deberíamos ser cautelosos con lo que se dice en voz alta.
Cressida, enfrentada por completo, hizo una pequeña reverencia rígida y, sin decir más, se retiró con la dignidad que le quedaba. Las damas continuaron sus conversaciones, pero ahora era Lía quien se llevaba la admiración en susurros apenas disimulados.
Lía, consciente del peligro que se cernía sobre ella, pero también de su creciente influencia, sonrió con serenidad. Si algo había aprendido en la corte, era que el poder no siempre se encontraba en los títulos, sino en la manera de manejar la verdad... y las mentiras.
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una desastrosa alianza matrimonial
Romanceesta novela ambientada en la época victoriana, nos presenta a lía, la hija de un rey, la cuál debe casarse con el principe de otro reino para formalizar una alianza a través del matrimonio. Aunque no todo será felicidad, porque detrás de esta maravi...