La sala del trono del rey Wilson, iluminada por la tenue luz de las lámparas de aceite, estaba impregnada de una atmósfera tensa. Su Majestad se encontraba de pie junto a una ventana, la carta de Amelia en su mano temblaba de rabia contenida. El contenido de las palabras de la joven lo había enfurecido hasta lo más profundo de su ser. ¡Su hija, la princesa Lia, prisionera en el reino de los Di Martin! ¡Impensable! Nadie, ni siquiera un rey, pondría en peligro a su sangre sin sufrir las consecuencias.
—¡Esto no quedará sin respuesta! —bramó el rey, arrugando el pergamino con furia. Se volvió hacia su consejero más cercano—. Prepara a las tropas. Vamos a la guerra contra los Di Martin. No permitiré que mi hija sea prisionera ni un momento más en ese maldito palacio. El honor de nuestra familia está en juego.
Mientras las órdenes se difundían con rapidez en el reino de Wilson, las fuerzas se movilizaban para una inminente confrontación. El rugido de la guerra parecía inevitable.
***
De vuelta en el palacio Di Martin, Sir Alexander se movía con cautela entre las sombras. Sabía que el tiempo era esencial. Cada segundo que pasaban en el castillo aumentaba el riesgo de ser descubiertos. Finalmente, después de eludir varias patrullas de guardias, llegó al lugar donde Lia y el príncipe Nikolai se encontraban.
—Tenemos que irnos ya —susurró Alexander con urgencia—. He encontrado un camino que nos sacará de aquí sin ser detectados, pero no tenemos mucho tiempo.
Nikolai asintió, agradecido por la ayuda del caballero. Lia, aunque nerviosa, se mantuvo firme, sabiendo que esta era probablemente su única oportunidad de escapar.
—No podemos irnos sin Amelia —dijo Lia con determinación—. Ella ha arriesgado demasiado por mí. No la dejaré atrás.
Alexander, aunque preocupado por el riesgo que implicaba buscar a otra persona, no discutió. Sabía lo importante que era Amelia para Lia. Juntos, comenzaron a moverse con rapidez a través de los pasillos oscuros del palacio, evitando guardias y escuchando con atención cualquier sonido que indicara peligro.
Finalmente, llegaron a la habitación de Amelia. Alexander tocó suavemente la puerta y, tras un breve momento de duda, Amelia abrió, sus ojos llenos de asombro y alivio al ver a Lia.
—¿Qué estan haciendo aquí? —susurró, claramente aterrada.
—Nos vamos —respondió Lia, tomando su mano—. Y vienes con nosotros. No es seguro quedarte aquí.
Amelia, aunque asustada, no dudó en unirse a ellos. Juntos, los cuatro se escabulleron por los pasillos y se dirigieron hacia el pasadizo oculto que Alexander había encontrado. La salida les llevaría directamente fuera del palacio, hacia los bosques cercanos, donde podrían reunirse con los hombres de confianza de Nikolai y escapar al reino del príncipe extranjero.
***
Mientras tanto, en lo alto de la torre del palacio, el príncipe Ethan y Cressida estaban confinados en la habitación de Ethan, por orden directa del rey Henry. El rey, consciente de la creciente presión en la corte y del caos que se avecinaba, había decidido encerrar a su hijo y a su amante en un intento desesperado por mantener el control de la situación.
Ethan, devastado por la muerte de su madre y del encierro de Lia, apenas podía concentrarse en lo que ocurría a su alrededor. Estaba sentado en una silla, con la cabeza entre las manos, sin poder procesar todo lo que había pasado.
Cressida, sin embargo, tenía otros planes. Con la habitación sellada y sin más testigos que Ethan, comenzó a insinuarse de manera más descarada.
—Ethan —susurró, acercándose a él lentamente—, no debes seguir sufriendo por una mujer que está encerrada. Lia ya no forma parte de ti, y nadie sabe si volverá a serlo. Pero yo... yo estoy aquí. Siempre he estado aquí para ti.
Sus palabras eran suaves, seductoras, mientras deslizaba su mano por el brazo de Ethan. Él, aún sumido en su dolor, la miró con desconfianza, pero no pudo evitar sentir una mezcla de confusión y agotamiento.
—Cressida, no puedo... —comenzó a decir, pero ella le cortó con una sonrisa.
—Sí puedes, Ethan —insistió, acercándose más—. Olvida a Lia. El reino te necesita, y yo puedo ayudarte a llevar esa carga. Podemos gobernar juntos, como estaba destinado a ser.
Ethan sintió el peso de sus palabras, pero su corazón estaba lleno de dolor. Sabía que lo que Cressida le proponía no era más que otra traición, una red de engaños tejida por el rey Henry. Pero en ese momento de vulnerabilidad, con su madre muerta y Lia encerrada, las defensas del joven príncipe empezaban a desmoronarse.
Mientras tanto, fuera del palacio, la noche seguía su curso, y el viento soplaba con fuerza. Sir Alexander, Lia, Nikolai y Amelia habían logrado escapar del palacio, pero su futuro seguía siendo incierto. La guerra entre los dos reinos estaba a punto de estallar, y las traiciones aún ocultas amenazaban con destruirlo todo.
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una desastrosa alianza matrimonial
Storie d'amoreesta novela ambientada en la época victoriana, nos presenta a lía, la hija de un rey, la cuál debe casarse con el principe de otro reino para formalizar una alianza a través del matrimonio. Aunque no todo será felicidad, porque detrás de esta maravi...