En el palacio, la atmósfera era pesada, casi irrespirable. Las frías paredes de piedra parecían reflejar la tensión y el desasosiego que se había apoderado de la corte tras el descubrimiento del affair entre el rey Henry y cressida. Nadie lo sabía todavía, pero esa tarde, la reina Emilia, en su desesperación y angustia, había decidido poner fin a su vida.
Las campanas del palacio sonaron de manera inusual, un toque fúnebre llenó los pasillos de murmullos de sorpresa y horror. Sirvientes corrían de un lado a otro, mientras las damas de compañía se llevaban las manos a la boca en señal de shock. La reina Emilia había sido encontrada muerta en su alcoba, un frasco de veneno y una carta sin terminar descansaban sobre su tocador. La carta, destinada a su hijo, contenía palabras que se deshacían en lágrimas y tinta manchada: "No podía soportar más la vergüenza, ni el dolor de saber que todo lo que amaba se había desmoronado..."
Ethan, que hasta hacía unas horas se debatía entre el deber y el amor, ahora estaba completamente devastado. Se encontraba en la sala del trono cuando un mensajero llegó apresuradamente, con la cara pálida y terror en sus ojos. Al escuchar la noticia, el príncipe se quedó inmóvil, como si el tiempo mismo se hubiera detenido a su alrededor. Su madre, la mujer que lo había criado con devoción y amor, había muerto, y todo por la traición de su padre.
-No...no puede ser...-murmuró Ethan mientras la fuerza abandonaba su cuerpo. Se tambaleó hacia una silla cercana, sin poder contener las lágrimas que ahora fluían libremente por su rostro. -¡Esto es culpa tuya! -gritó en su mente, pero no se atrevió a decirlo en voz alta frente a su padre.
La noticia se extendió por la corte como pólvora, y pronto todos estaban al tanto del suicidio de la reina y de la desaparición de lady lía. Nadie sabía donde estaba, pero los rumores sobre su ausencia en la boda y su relación con Sir Alexander estaban en boca de todos.
Al atardecer, el rey Henry convocó una reunión de urgencia en el gran salón. El ambiente era sombrío, cargado de tensión y desconfianza. Las sombras de la muerte y la traición envolvían a todos los presentes.
-La reina ha muerto, y el reino necesita estabilidad -dijo el rey Henry con una frialdad sorprendente, como si la muerte de su esposa no lo hubiera afectado. Su voz resonó en el gran salón, sus palabras cuidadosamente elegidas para encubrir su propia culpa. Cressida estaba a su lado, con una expresión falsa de pena pintada en su rostro.
El murmullo de la corte cesó cuando el rey continúo:
-Dado que Lady Lia ha desaparecido, y no hay tiempo que perder, anuncio el matrimonio inmediato entre mi hijo, el príncipe Ethan, y Lady Cressida.
El salón cayó en un silencio sepulcral. El dolor en los ojos de Ethan era palpable, pero no dijo nada. La traición de su padre, y el dolor por la muerte de su madre y la desaparición de Lia lo habían dejado sin fuerzas. Cressida, por otro lado, mantenía una sonrisa apenas disimulada, sabiendo que su plan estaba cerca de completarse. Pronto, ella estaría casada con Ethan y un paso más cerca del trono.
Pero la corte, que hasta ahora había murmurado a escondidas sobre la desaparición de Lia, comenzó a hablar en voz más alta. Los murmullos se transformaron en exclamaciones. ¿Dónde estaba Lady Lia? ¿Por qué la prisa en casar a Ethan con cressida? Las preguntas resonaban en cada rincón del salón, y tanto el rey Henry como Cressida comenzaban a sentir la creciente desconfianza que los rodeaba.
En ese momento, Nikolai, el príncipe extranjero que hasta entonces había mantenido un respetuoso silencio, se levantó de su asiento.
-Con el debido respeto, Majestad -dijo en un tono firme-, me parece extraño que se proceda con tal premura al matrimonio entre el príncipe Ethan y Lady Cressida, cuando la prometida original, Lady Lia, sigue desaparecida. -Su mirada se endureció mientras recorría el salón-. ¿No deberíamos, por honor y justicia, intentar primero localizarla antes de tomar decisiones tan drásticas?
El rey Henry lo miró con desdén, pero la corte murmuraba en aprobación. Las palabras de Nikolai resonaban con un eco de verdad que muchos no se atrevían a pronunciar.
Ethan se levantó entonces, luchando por recobrar el control de sí mismo. Su rostro estaba pálido, sus manos temblaban, pero en su corazón sabía que Nikolai tenía razón.
-Padre, con todo el respeto que le debo, debo decir que estoy de acuerdo con el príncipe Nikolai. -Su voz era tensa pero decidida-. No puedo casarme mientras la dama a la que estaba prometido sigue desaparecida. Sería una traición a su memoria y a mi corazón.
El rey Henry apretó los dientes, frustrado por la insubordinación de su hijo, pero no pudo ignorar el creciente murmullo de la corte.
Los príncipes Ethan y Nikolai habían logrado ganar un nuevo favor ante los cortesanos, alzando la voz por la verdad y el honor. Mientras tanto, en las sombras, Cressida fruncía el ceño, viendo cómo su plan comenzaba a desmoronarse.
La corte, alborotada por la reciente muerte de la reina y las dudas en torno a la desaparición de Lia, ahora ponía en duda las intenciones del rey y de su amante, Cressida.
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una desastrosa alianza matrimonial
Romanceesta novela ambientada en la época victoriana, nos presenta a lía, la hija de un rey, la cuál debe casarse con el principe de otro reino para formalizar una alianza a través del matrimonio. Aunque no todo será felicidad, porque detrás de esta maravi...