Con el paso de los días, la relación con el príncipe Nikolai comenzó a transformarse de manera imperceptible, pero firme. Cada encuentro que teníamos estaba impregnado de una cercanía que antes no había percibido. Nikolai se mostraba siempre atento, protector, y aunque en un principio pensé que solo actuaba así por nuestra situación, pronto comprendí que había algo más en su mirada. Su interés en mí se hacía cada vez más evidente.
Aquella mañana, mientras paseaba por los jardines en busca de consuelo a los oscuros pensamientos que rondaban mi mente, Nikolai apareció con una sonrisa en el rostro y una rosa blanca en su mano enguantada.
—Para tí, Lía —dijo, ofreciéndome la flor con una leve inclinación de cabeza—. El blanco siempre ha sido su color, pero hoy lo encuentro especialmente resplandeciente en tí.
Me ruboricé, aceptando la flor, sintiendo el peso de su mirada en cada uno de mis gestos. Había algo en su presencia que hacía que mi corazón latiera más rápido, aunque no lograba entender del todo por qué.
—le agradezco, príncipe Nikolai. Siempre tan... gentil —dije, intentando mantener una compostura digna de una futura reina.
Pero antes de que pudiera añadir algo más, una voz grave interrumpió el momento. Una voz cargada de tensión contenida.
—Lía, Nikolai... veo que estos encuentros se tornan bastante frecuentes.
Mi corazón dio un vuelco. Al girarme, allí estaba Ethan, su rostro mostrando una mezcla de sorpresa y una sombra de... ¿celos? Su mirada se posó en la rosa que sostenía entre mis manos, y entonces la dirigió a Nikolai, entrecerrando los ojos con desconfianza.
—¿Sucede algo, Ethan? —preguntó Nikolai con una sonrisa que contenía una sutil provocación.
—No, nada en particular —respondió Ethan, con una rigidez que no lograba ocultar—. Aunque me sorprende ver cuán cercano estas a mi prometida.
El ambiente se tornó denso. Ethan avanzó un paso, colocándose entre Nikolai y yo, como si quisiera marcar con ello un límite.
—Lía, ¿podrías concederme unas palabras en privado? —su tono, aunque cortés, revelaba una urgencia innegable, pero no apartaba la vista de Nikolai.
—Por supuesto, alteza —respondió Nikolai, inclinando la cabeza en señal de respeto, pero con una sonrisa que parecía desafiar el control de Ethan—. No quisiera interponerme.
Al verlo alejarse, Ethan se volvió hacia mí, su rostro suavizándose solo un poco, aunque la preocupación seguía presente en sus ojos.
—¿Qué ocurre entre tú y Nikolai? —me preguntó en voz baja, pero con una seriedad que no dejaba lugar a evasivas—. No puedo ignorar la forma en que te mira, y cómo te sigue a todas partes.
—Ethan, no es lo que piensas —intenté tranquilizarlo, aunque sabía que mis palabras serían insuficientes—. Nikolai solo está siendo amable, un aliado en estos momentos.
—¿Amable? —repitió con un tono casi burlón—. No soy un necio, Lía. Reconozco las intenciones de un hombre que busca más que una mera alianza política.
Me quedé en silencio. Sabía que cualquier respuesta solo serviría para aumentar sus dudas. Ethan había estado distante tanto tiempo que su repentina cercanía me sorprendía, pero no podía ignorar lo que había descubierto sobre Cressida y el rey Henry. Sabía que mi vida estaba en peligro, y no era momento para enfrentar los celos de Ethan, no cuando algo mucho más siniestro se cernía sobre nosotros.
Esa misma tarde, mis sospechas se confirmaron cuando escuché una conversación que heló mi sangre. Mientras caminaba por uno de los pasillos solitarios del palacio, los susurros de Cressida y el rey Henry llegaron hasta mis oídos.
—Todo estará dispuesto, mi rey —decía Cressida con una voz cargada de veneno—. Ethan se casará con ella, pero solo será cuestión de tiempo para que ella desaparezca. Y entonces, yo seré quien reine a su lado, tal como lo ha prometido.
El rey Henry, con una sonrisa pérfida, respondió:
—Lo harás, mi querida. En cuanto Lía no esté, tendrás a Ethan y el trono. Nadie sospechará de lo que hemos hecho.
El horror me invadió. ¡Cressida era la amante del rey! Y su plan no era otro que asesinarme para tomar mi lugar como reina, a través de su control sobre Ethan. El aire se me escapó y estaba a punto de emitir un grito de espanto cuando una mano firme se posó en mi boca, impidiéndome ser descubierta.
Nikolai, una vez más, había aparecido justo a tiempo. Su mirada severa me indicó que guardara silencio, mientras me apartaba del lugar con cuidado.
—No puedes enfrentar esto sola —me susurró, liberándome lentamente—. Debemos ser cautelosos, Lía. El palacio está lleno de peligros, y tu necesitas aliados, no enemigos.
—Nikolai, no sé en quién puedo confiar —susurré, aún en shock.
—En mí, Lía. Siempre en mí —dijo con una intensidad que me dejó sin aliento.
Y así fue como comenzó un nuevo juego de sombras en mi vida. Nikolai se convirtió en algo más que un aliado, y aunque Ethan seguía mostrándose cada vez más celoso, la verdadera amenaza venía de aquellos a quienes más debía temer. El príncipe Nikolai, con su creciente interés por mí, se volvía más cercano, más protector. Pero la tensión no cesaba, pues Ethan, consciente de esta cercanía, empezaba a reclamar lo que consideraba suyo.
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una desastrosa alianza matrimonial
Romanceesta novela ambientada en la época victoriana, nos presenta a lía, la hija de un rey, la cuál debe casarse con el principe de otro reino para formalizar una alianza a través del matrimonio. Aunque no todo será felicidad, porque detrás de esta maravi...