Capítulo 79. La familia aumenta.

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Irasue ROGABA no encontrarse con Izayoi. Al menos no hasta dentro de dos días. En serio no quería. No es que estuviera celosa ni nada, es más, estaba feliz. Feliz pero muy pero mucho muy preocupada.

Y también estaba buscando a Sesshōmaru. Que no había aparecido desde el día anterior en la mañana. Y lo entendía; el día anterior había pasado un año desde que Izayoi vivía con ellos y... Solo podía decir que ya era oficialmente parte de la familia.

Cosa que claramente molestaba al primogénito. Y por eso Irasue quería hablar con su hijo, por lo tanto lo buscaba, caminando por los pasillos desiertos del palacio, y sintiendo cómo su cabello suelto golpeaba contra su espalda, y... Mierda, las niñas y la ahora mujer...
Pensamientos de Irasue: Voy a matar a ese imbécil cuando regrese.
Estaban del otro lado, en el otro pasillo. No le quedaba de otra, lo descubriría y se sacaría de dudas.

Suzu/Inoko: Mamá Izayoi ¿¡Podemos maquillarnos nosotras también!? (brillo de ilusión en sus ojos)

Irasue: Ni lo intenten.

Las tres voltearon a ver a la Inu kami, que acababa de pasar de una habitación a otra mientras se amarraba el cabello.
Cuando las tres niñas se volvieron a mirar se concentraron en Izayoi.

Suzu: Hueles diferente. ¿Que pasó? (curiosa y desconfiada)

Izayoi: ¿En serio? Sí me esforcé demasiado en lavarme. (oliendo su antebrazo y después su cabello)

Claramente escuchó lo que no quería escuchar:

Inoko: Tienes el olor de papá impregnado en todo el cuerpo.

Suzu: ¿Por qué?

Irasue: Izayoi no tiene por qué dar explicaciones acerca de eso. (antes de ingresar a una recámara diferente maldijo por lo bajo) ¿No han visto a Sesshōmaru?

Las tres negaron con la cabeza e Irasue suspiró. Fijó su mirada en la pelinegra, que llevaba ese labial rojo. Le sentaba bien. No podía imaginarse a una chica de quince años con un embarazo de hanyo. Espera ¡¿QUINCE años?! DEFINITIVAMENTE iba a matar a su marido cuando regresara.

Irasue: Izayoi, ven.

Las niñas se fueron disimuladamente al sentir el aura asesina de su madre, excusándose con un "iremos a ver si Aetherio/Uroi tiene comida...". La joven se acercó.

Irasue: ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?

Izayoi: (se sonroja un poco) Eh...yo... p...pues creo que bien.

Irasue: ¿Te duele algo...? Solo para saber si la muerte de nuestro esposo será indolora o no.

Izayoi: (niega con la cabeza) Ya no... al principio un poco.

Irasue: Que bueno. Lo siento, solo era una broma, no creí que en verdad se atreviera a tocarte.

(La "broma" fue encerrar a los recién casados en un cuarto, para que ninguno (sobre todo el hombre) pudiera escapar de la noche nupcial, y no podrían salir de ahí hasta la mañana siguiente. Irasue había encaminado la broma hacia el coito, pero creía que no lo iban a hacer).

Izayoi: (se sonroja mucho toda) Pues... l...le insistí mucho... (se tapa el rostro con las manos) ¡¡Que vergüenza-a-a!!

Irasue sonrió un poco. Debía admitirlo, la muchachita era valiente. Por que convencer al rey yōkai, quién aparentaba tener diez años más que la pelinegra, que se acostara con ella no era una cosa fácil y solo otra mujer aparte de esa humana lo había logrado.

Irasue: (sonríe un poco) Ya te voy a dejar. Necesito encontrar a Sesshōmaru.

Izayoi: Espere, oneesama.

Irasue: (se detiene y mira a la chica con atención) ¿Que ocurre, querida?

Izayoi: Este... ¿Es normal que sienta aquí... (toca la parte baja de su vientre) ...lleno...?

Irasue: ... (examina a la chica y piensa en que decir) Supongo que sí (se encoge de hombros) de cualquier manera yo también me sentía así. Pero no sabría decirte si es normal o no.

Izayoi: (hace una reverencia) Gracias, oneesama. Buen día.

Irasue: No hay nada que agradecer. Se te ve bien ese labial (comienza a alejarse pero recuerda algo) Por favor no le digas a las niñas.

Izayoi: Sí. Pero se van a enterar de todas formas.

Irasue caminó, después de hablar con la humana. No importaba en donde buscaba, ni rastro del joven. Abrió el fusuma que conectaba una habitación con el campo de entrenamiento. Y ahí estaba Sesshōmaru, llegando de quien sabe donde. Irasue corrió un poco, levantando disimuladamente su kimono para no atorarse.

Irasue: ¿Dónde estabas? ¿Que hacías?

Sesshōmaru: (mira a su madre) ¿Y tú que? Dejabas que una maldita ramera humana se acostara con tu marido y rompiera tu hogar.

Irasue: (seria) Cállate, niño. Al menos puedes tener por seguro que no vivirá más de un siglo.

Sesshōmaru: ... ¿Qué?

Irasue: (fría) La vida tan tranquila que tienes es un lujo. Y no sabes apreciarla. No sabes lo que dices. No sabes que es en realidad "romper una familia".

Sesshōmaru: ... (mira a su madre)

Irasue: (fría) No sé en que momento te volviste así, tan arrogante. Y esta es la vida que te tocó, así que no te queda otra que aceptarla.

Sesshōmaru ya no sabía que decir: era la primera vez que su madre lo regañaba en serio.  Si bien no parecía estar enojada su frialdad repentina la delataba. Él no tenía idea de por qué su madre decía eso; su madre nunca hablaba de su pasado, tampoco su padre, que solía ser un hombre que contaba algunas anécdotas de vez en cuando, y los sirvientes tenían prohibido hablar de eso.

Irasue: Y si esa mujer, a la que llamas "maldita ramera" tiene un hijo con tu padre tú te vas a callar la maldita boca. Por que ninguno de esos dos imbéciles son malas personas. Y quieras o no, ya es parte de esta maldita familia y vive aquí. Tú sabrás cómo te lo tomas. 

Irasue entró al palacio, siendo seguida por Sesshōmaru, quién caminaba en silencio detrás de su madre y fue recibida con un efusivo abrazo por parte de sus hermanas.

Suzu/Inoko: ¡¡Oniisan!!

Suzu: ¿Dónde estabas? La comida ayer fue de lo mejor, todo tan alegre...

Inoko: ¡Tan hermoso! Mamá casi CASI nos dejaba probar sake.

Suzu: Contigo habríamos sido cuatro invitados a la boda.

Inoko: Solo fuimos tres.

...

Los días pasaban con una... ¿Normalidad? Por favor que alguien les defina esa palabra a esta familia, por que creo que ni la más sensata comprende completamente bien que entra y que no entra en eso.

Bueno, SU normalidad.

...

Irasue despertó. Ya habían pasado aproximadamente unas treinta lunas y su cónyuge aún no había regresado. Miró a la chica que dormía a su lado: la pelinegra había sido instalada ahí por sus propias órdenes desde que Tōga la había hecho su mujer.

La mujer miró el vientre de la chica por mero instinto.

Mi nombre es Irasue MinayashiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora