Capítulo 33. Una vida feliz. O eso creo.

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Fue sorprendente el cambio, solo con esas palabras a él se le había borrado su sonrisa coqueta, ya estaba todo sonrojado y sus ojos tenían su brillo de inocencia que los caracterizaba; parecía un perrito desarmado ante esa pregunta.

Irasue: ¿Que te pasó?

Tōga: (tapándose el rostro con las manos) No lo sé, estoy nervioso.

Ella casi sonrió.

Irasue: ¿Y entonces por qué dijiste todo eso?

Tōga: Myoga me lo sugirió.

Irasue: ¿Myoga?

Tōga: ¿Tienes hambre?

Pensamientos de Irasue: ¿Cambió de tema? ¿Que le pasa, por qué me cambió el tema?

Ella simplemente suspiró y asintió. Él sonrió nuevamente y la condujo hacia el engawa, donde estaban dos hakozen y un par de zabuton. Ella se sentó en uno y él se sentó frente a ella. Él le sirvió la comida, aún caliente.
Un plato de arroz, sopa de miso y un sanma eran lo que parecía ser el plato de entrada. Irasue lo tomó, un poco dudosa.

El arroz estaba tibio y su sabor era exquisito. Ella nunca pudo haber imaginado que la comida humana podía ser tan deliciosa. Siguió con el sanma, cuyo sabor salado era único. Comió la sopa de miso, que también era una exquisitez, y a esa altura, dónde el aire estaba frío, el calor de aquella comida era confortante.

Tōga estaba sonrojado, por aquella belleza y elegancia al comer.

Tōga: (sonrisa alegre) ¿Te gusta?

Irasue: (tragando el bocado) Sí. Nunca pensé que la comida de los humanos pudiera ser tan deliciosa. ¿Dónde lo conseguiste?

Tōga: (ríe) Me alegra que te guste. ¿Apruebas mis habilidades culinarias?

Irasue: (poniéndose seria de repente)

Tōga: (preocupado o sorprendido) ¿Que pasa? ¿Hice algo mal?

Irasue: Me vas a tener que enseñar.

Tōga: (vuelve a reír) Claro, mi reina de la jarra.

Irasue: (extrañada, aún con los palillos en la boca) ¿Reina?

Tōga: ¿Que pasa? ¿Te molesta?

Irasue: Antes me decías bru...

Tōga: Estás muy flaquita, agarra más (sirviéndole arroz de su tazón)

Irasue: ¡Mira quién viene a decirlo, estúpido! Pero gracias.

Tōga rió y su esposa no pudo con eso. Ella también sonrió.

Luego Tōga sirvió matsutake dobin mushi, a lo que Irasue olisqueó unas cuantas veces antes de comerlo, a lo que su cónyuge bromeó con un 'Oye, no está envenenado', a lo que ella sonrió un poco más.

Tōga: (acercando un tokkuri a ella) ¿Sake?

Irasue: No gracias, no tomo.

Tōga: Ah. Bueno. Yo tampoco.

Irasue: ¿Entonces por qué tienes sake?

Tōga: Porque pensé que te iba a gustar.

Irasue: (entrecerrados los ojos) ¿Me estás retando? Sírveme.

Tōga: (arqueando una ceja y esbozando una sonrisa) De acuerdo (sirve en los dos sakazuki)

Ese 'reto' rápidamente se salió de control.

Pensamientos de Irasue: Este pendejo más chiquito que yo no me va a ganar...

Irasue: O...otro, Tōga...

Pensamientos de Tōga: Escucho los colores...

Tōga: ¿Qué que cosa el aroma?

Irasue: (riendo) ¡¡Yo, Irasue Minayashi (ahora Irasue Taishō) Amo a Inu no Taishō!!

Tōga: (sonrojado) Y yo, Tōga Taishō, ¡¡Amo a Irasue Minayashi!!

Ella apretó el rostro de su cónyuge con ambas manos y le dió un apasionado beso en los labios. Unos momentos después la lucidez regresó a ella. Primero se sorprendió, y después se sonrojó, para alejarse de él y golpearlo en la cabeza.

Pensamientos de Irasue: (cerrando los ojos con fuerza) ¿Que pasó, que pasó?

Tōga: (agarrando su cabeza, en especial, el chipote que le hizo Irasue) ¿Ya no me amas?

Eso a Irasue le cayó como un balde de agua fría. Se había dejado llevar por el alcohol.

Pensamientos de Irasue: ¿Me le declaré? ¡Se suponía que era secreto! ¿Cuánto tomé o qué?

Bajo el efecto embriagador de unas -excesivas- tazas de sake, ella no recordaba nada, ya que recuperó la sobriedad de golpe, y se avergonzó tanto que se inclinó sobre sí y tapó su rostro con ambas manos. Unos momentos después sintió cómo su esposo la abrazaba.

Irasue: ...

Tōga: ... No tiene nada de malo

Irasue: (levantando la vista) ¿Inu no Taishō-sama?

Tōga: Está bien. Al fin y al cabo... (suspiro) Ahora somos esposos. (sonrisa)

Irasue: (sonrojada) Entonces... ¿Puedo?

Tōga: ¿Qué?

Irasue: (agarra el cuello del kosode de Tōga y lo jala hacia ella, para besarlo con mucha más intensidad)

Después de unos momentos así lo soltó. Ambos sonrojados pero con una gran sonrisa en el rostro.

Tōga: ¿Me sigues odiando, bruja de la jarra? (viendo hacia otro lado)

Irasue: (sonrisa) ... (se echa a reír)

Tōga: (confundido y un poco indignado)

Irasue: Claro que sí, aún no has pagado tu condena... Idiota de la herrería.

Mi nombre es Irasue MinayashiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora