Capítulo 84. Mujer fría.

7 3 5
                                    

Sesshōmaru: (rechazando el tazón de arroz que le servían sus hermanas) La humana murió...

Irasue sintió que el té que estaba tomando se le atoraba en la garganta, pero hizo cómo si no fuera así.

Irasue: Que bueno.

Ya habían pasado cinco años y la daiyōkai trataba de mantener la estabilidad en su familia, trabajo que no era sencillo pues su hijo no cooperaba, si no que buscaba cualquier cosa para destruirla emocionalmente. La demonesa, siempre un poco distante, ahora era mucho más fría y sádica que en el pasado.

Parecía ya no tener emociones.

Sesshōmaru: Y además, dicen que la tumba de ese idio...

Irasue: (golpea su taza de té en el hakozen) NO hables de ese maldito hombre en mi casa.

Ambas hermanas se miraron: sabían que era hora de irse. Las peleas entre su hermano y su madre se estaban volviendo cada vez más frecuentes y violentas. Y hablar de su padre ya era tabú.

Irasue: Cierren la puerta, niñas.

Suzu/Inoko: (asienten con la cabeza y cierran la puerta)

Irasue: (voltea a ver para cerciorarse que la puerta esté cerrada y le dirige una mirada asesina a su hijo) ¿Que te he dicho de hablar a cerca de él en mi presencia?

Sesshōmaru: ¿Que importa? Al fin y al cabo no puedes ser una reina sin tener un rey. Pronto Kirinmaru tomará también el control de las tierras de oeste. Pero para eso estoy yo, madre.

Irasue: No sabes gobernar.

Sesshōmaru: No sé tú, pero yo... (aprieta sus palillos y los rompe) Lo primero que haría sería matar a ese bastardo.

Irasue: (sus ojos se cristalizan por un instante, antes de volver su rostro estoico, y gruñir un poco) ¿Matarías a una criatura inocente?

Sesshōmaru: ¿Acaso tú no lo has hecho?

Irasue: (gruñe más) Eso no importa, lleva la sangre de tu padre en sus ven...

Sesshōmaru: Y está contaminada por sangre humana. Ese bastardo debe morir.

Irasue: (le avienta el hakozen a su hijo, tirando la comida que había en este) ¡¡Igual al maldito de Hakushiki!!

Sesshōmaru: ¡¡No sé de quién carajos me hablas!!

De un momento a otro, madre e hijo estaban parados, gruñéndose mutuamente.

Irasue: No te atrevas a tocar a ese niño...

Sesshōmaru: ¡¿Por qué defiendes a un bastardo, básicamente fruto de una infidelidad?!

Irasue: ¡¡ES TU HERMANO!!

Ya no podían llamarse gritos, esos eran aullidos y gruñidos de perros salvajes.

Sesshōmaru: ¡¡¡No te atrevas a llamar hermano a esa aberración!!!

Sí, a Irasue se le encogió un poco el corazón al oír la manera en la que su hijo hablaba. Tal vez si Tōga no hubiera muerto...

Sesshōmaru: Y ya que el rey yōkai ha muerto, alguien debe ocupar su lugar.

Ella se quedó pasmada al ver cómo su hijo se atrevía a retarla, mostrándose amenazadoramente en su forma yōkai, su forma verdadera.

Irasue: Sesshōmaru Taishō, no te atrevas... ¡Augh!

Ella soltó un grito de dolor, pues su hijo le había soltado una feroz mordida, que tenía la intención de asesinarla.

Con el brazo derecho sangrando y la mano izquierda sosteniendo, ella comenzó a gruñir, liberando también su forma salvaje.

Su hijo mordió su pierna con fuerza, haciéndola soltar un aullido de dolor. Ella se retorció un poco y mordió el cuello de su primogénito, para que la soltara.

El chico soltó un gruñido y mordió a su madre con más fuerza. Ella igualó la fuerza de su hijo, e hizo que él se apartará, bramiendo de dolor.

Ambos perros gruñían, viendo el uno a los ojos del otro. La esclerótica roja brillaba cómo si de fuego avivado se tratara.

La daiyōkai comenzó a acercarse imponente mente, sin importar que tuviera su pata trasera lastimada (la izquierda) y la pata derecha sangrando.

El chico, por su parte, comenzaba a retroceder, su madre era capaz de matarlo en esos momentos.

Ambos gruñían y, un poco después Irasue se abalanzó para atacar a Sesshōmaru, quién, retrocediendo, con la frialdad aprendida y sin demostrar emoción alguna, tiró varios fusumas.

Ella aprovechó y golpeó a su hijo con la cabeza, haciéndolo perder el equilibrio. Irasue mordió la pata del chico, haciéndolo soltar un aullido de dolor.

Sesshōmaru regresó a su forma humanoide, e Irasue, el ver que su hijo colgaba de sus colmillos, con su brazo ensangrentado y emanando veneno, lo soltó, haciendo que él cayera pesadamente.

Con rapidez ella volvió a adquirir su figura humana, sosteniendo con cuidado su brazo herido.

Irasue: Vete.

Sesshōmaru: ¿Eh?

Irasue: Vete de mi casa. No te quiero volver a ver.

Un silencio sepulcral invadió la estancia. Esas miradas heladas ambarinas chocaban, una confundida, y la otra autoritaria.

Sesshōmaru: ... De cualquier manera no tengo intención de seguir viviendo una estupidez. (comienza a irse)

Irasue: Bien.
Pensamientos de Irasue: ¿Qué acabo de hacer? Terminé de romper nuestra familia.

Mientras el eco de los botines blindados de su hijo resonaban al alejarse ella solo miraba, tratando de comprender por qué había hecho eso.

Si bien su instinto maternal gritaba "¡Dile que regrese, no puedes dejarlo que se vaya! ¡NO PUEDES PERDER A NADIE MÁS!" Su orgullo lo acallaba, así que simplemente lo vió irse y después ella se retiró, a enjuagarse la sangre.

Las gemelas habían seguido a Sesshōmaru, llevando a Aetherio y a Uroi.

Cuando Irasue se sumergió en el agua caliente del ofuro, está se tiñó de rojo, por la sangre que chorreaba de su brazo y su pierna.

También su kimono favorito se había a causa de la pelea.

Solo sabía que ya no había vuelta atrás, y que se iba a arrepentir de eso.

Mi nombre es Irasue MinayashiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora