Alex
Cinco meses más tarde...
El pelo me había crecido en aquellos últimos meses, y a pesar de que había pedido que me lo cortaran en más de una ocasión... Solo habían hecho caso a mis suplicas una vez; y de eso ya hacía mes y medio.
A pesar de que nunca había sido una persona demasiado vanidosa, lo cierto era que aquel día me preocupaba mi aspecto.
Me afeitaba la barba una vez por semana, aunque siempre debía haber personal del centro presente. No podían dejarme a solas con ningún objeto punzante. Así que lo cierto era que en aquellos momentos me encontraba sentado en una silla blanca no demasiado cómoda con una barba de tres días, las ondas un poco más largas y opacas, y ropa de deporte negra que se había convertido casi en mi uniforme en los últimos meses.
Tamborileaba mis dedos largos contra la mesa nervioso. También me habían quitado mis anillos.
Era domingo, y a pesar de que era el día de visitas en el centro, debido a las horas que eran, la sala estaba más bien vacía. A mi derecha, a unos cuantos metros se encontraba la mamá de Anthony. Un buen compañero que se había convertido en lo más parecido a un amigo allí dentro.
Anthony era demasiado nervioso, y a pesar de que no lo parecía, también tenía problemas de adicción. Aunque no con el alcohol, sino con las pastillas.
Había sufrido un accidente de moto que le había vuelto dependiente a los opiáceos después de intentar volver a competir en natación demasiado rápido.
Llevaba en la clínica interno unos ocho meses, su problema junto a la depresión por no poder competir le habían alargado la estancia de forma indefinida.
«¿Cuánto tiempo llevaba esperando?».
Los minutos se me pasaron lentos, de forma que comencé a perder la percepción del tiempo. Unos nervios raros y ansiosos me apretaban tan fuerte el estómago que temía ponerme a gritar o llorar en cualquier momento. Tenía miedo de que no apareciera después de cómo había acabado todo. Temía que se arrepintiera en el último momento y su aceptación sólo hubiera servido para alimentar mis esperanzas.
La puerta de la sala blanca con decoración neutra se abrió y algo dentro de mi pegó un brinco para luego morir lentamente. Había entrado un hombre que venía a visitar al chico pelirrojo que había visto más de una vez por los pasillos o en las áreas comunes de descanso. Volví a tamborilear los dedos en la mesa, me peiné el pelo por sexta vez con las manos y me rasqué la nuca en señal de nerviosismo.
Me sentía estúpido allí sentado esperando que apareciera y no pensara que era demasiado idiota para merecer una segunda oportunidad.
La puerta blanca se volvió a abrir y entonces la vi aparecer.
Aquella chica de pelo castaño oscuro, piel clara y ojos tan verdes como las copas de los pinos.
Llevaba el pelo un poco alborotado (como de costumbre), una camiseta gris con el logo de una banda de metallica y unos pantalones cortos que le hacían lucir demasiado bonita. Sus dedos agarraban con fuerza la tote bag negra que siempre solía llevar con ella.
Sus ojos hicieron un escaneo rápido por toda la sala para luego terminar posándose en mi mirada.
Una sonrisa idiota se coló en mi cara al verla de nuevo y ella me devolvió una media sonrisa tímida.
Se acercó hasta la esquina donde se encontraba mi mesa junto al ventanal y se sentó con calma mientras seguía ojeando el lugar de forma despreocupada. Por mi rabillo derecho pude observar como Anthony la miraba y me levantaba el dedo pulgar mostrando positividad.
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Déjame quererte.
Fiksi Remaja¿Y si te dijeran que el chico que vas a conocer en terapia cambiará tu vida por completo? ¿Comenzarías la primera sesión a pesar del escepticismo? Alicia Turner es una chica golpeada por la vida, una que nunca ha conocido el sentimiento del amor y l...