Capítulo 1

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Antepasados I

En los tranquilos pueblos de Texas, se encuentran una noble pareja, los Stuart, con diez años de casados y llenos de vida, y a pesar que han intentado tener hijos, no pueden, no porque sean estéril, sino porque Soledad, la esposa de Gonzalo Stuart, tiene un pequeño problema en los ovarios, una posibilidad de un cuarenta entre un cien por ciento es lo que tiene para poder tener un bebé.

Ellos han ido y probado cada uno de los hospitales para que soledad reciba el tratamiento necesario para que pueda tener un bebe, pues a pesar de ser noble y pobres siempre tuvieron la ilusión de tener un hijo, así que cuando se casaron decidieron ahorrar para cuando eso pase.

Dos años en tratamiento, dos años y nada pasa, soledad no queda en gestación y esa situación a Gonzalo lo está cansando, no necesariamente por el dinero, sino, porque sabe que esos tratamientos son muy riesgosos para su esposa y les está arrebatando el tiempo juntos.

*Soledad

-Gonzalo cariño date prisa o llegaremos tarde a la consulta, - le dije a mi esposo.

-Ya casi estoy listo amor,- dijo Gonzalo desde el baño.

-Apúrate querido,- le dije a mi esposo mientras cogía mi bolso.

-Cariño crees que una vez más sea necesario,- dijo mi esposo llegando a mi lado.

-Querido hemos hablado mucho de esto y sabes que un hijo para mi es lo que vengo deseando desde que nos casamos,- le dije a mi esposo porque yo quería ser madre.

-Lo sé querida pero ya tenemos dos años tratando y no hemos recibido adelanto,- dijo mi esposo.

-Lo sÉ,- dije mientras empezaba a llorar, porque el tema de ser madres me pone sensible y saber que de diez sólo cuatro es el número que obtengo para tener hijo me lastima.

-Oh querida perdóname, no quise decir eso,- dijo mi esposo mientras me abrazaba.

-No te preocupes, tienes razón,- dije mientras me limpiaba las lágrimas.

-No querida no la tengo, mejor vamos que llegaremos tarde a la consulta,- dijo mi esposo cogiendo mi bolso.

-No te preocupes no será necesario,- le dije a mi esposo.

-Por qué,- preguntó mi esposo.

-Ya no seguiré tomando el tratamiento,- le dije a Gonzalo.

-No cariño, no harás algo que deseas sólo porque hice un comentario negativo,- dijo mi esposo.

-No te preocupes querido, viviré con el deseo de ser madre,- le dije a mi esposo algo decepcionada y con la vista en el suelo.

-No si antes lo intentamos una vez más,- dijo mi esposo.

Sonreí al escuchar eso y salimos de nuestro hogar para ir al hospital.

Yo sé que esta situación a González le cansa y le asusta, pero debo de intentarlo una vez más, no quiero morir con la angustia de no tener un bebé por no intentarlo, porque ser madre para una mujer es lo más hermoso que le puede pasar.

Entramos a al hospital y éramos el número cinco, y para nuestra suerte el doctor Vega estaba atendiendo al paciente número dos.

Fueron pasando y pasando los minutos y ya la paciente número dos ya había salido e incluso la tres, y aún seguía la cuatro, una hora después llegó nuestro turno.

-Señor y señora Stuart,- dijo la secretaria.

-Si,- dijimos yo y mi esposo al unísono.

-El doctor Vega los está esperando, les acompaño,- dijo la señorita de unos veinte o veintidós años.

MY LIFE, MY STORY, MY PASTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora