Stella
La cena iba bien, los padres de Eliza se encargaron de contarnos las anécdotas de Eliza de bebe, así que las risas no faltaron.
Lo importante es que Eliza se la pasara bien, aunque yo quería terminar la cena e irnos para la fiesta, pero no podía presionarla con el tema de irnos, porque iba empezar a sospechar.
Participaba en la platica solo para decir uno que otro comentario, pero cuando daba mi opinión Harper clavaba toda su atención a mí, lo cual me incomodaba mucho.
Desde que la escuche en la cocina sabía que el día estaría complicado, así que hice lo necesario para estar lejos de ella cada que estaba con Eliza, y trataba de que su presencia no me afectara tanto para estar bien para Eliza, aunque las cosas entre ellas igual estaban mal y eso me molestaba en parte, porque se supone que Eliza debe estar feliz en este día y lo único que ha hecho Harper es sacarla de sus casillas.
Mire mi teléfono cuando unos mensajes de Damián empezaron a llegar, desde hace medía hora estaba molestando porque era un poco tarde, la cena se había extendido solo un poco, pero Damián a eso le importaba un comino.
Damián: Estoy sufriendo como si la fiesta fuera para mi chica
Damián: Gracias por mostrar interés en la fiesta
Damián: Las personas están llegando ¿las recibo yo?
Damián: Por supuesto que las recibo yo
Damián: Una mentada de madre no estaría mal
Todos esos mensajes fueron los que me llegaron hace media hora, le respondí diciendo que la cena se había extendido y no molesto más, ahora no se que es lo que quiere.
Damián: Si la protagonista y tú, nos quieren honrar con su presencia sería agradable
Damián: Ya no vengan, nos la estamos pasando a toda madre sin ustedes
Ese último me preocupo, sin perder el tiempo entre a sus estados y un malestar me abrazo, la fiesta había comenzado, lo siguiente que vi fue una foto que subió y un video donde alguien le estaba dando un shot directo de la botella.
Joder, estúpido Damián.
―Si me disculpan, iré a baño ―avise mientras buscaba el número de Damián y me daba prisa en llamar
Maldije al escuchar su tono de voz, intenté de nuevo y seguía obteniendo el mismo resultado.
―Maldita sea Damián, más vale que contestes el puto teléfono
Intente un par de veces más hasta que se le digno a contestarme, la música se escuchaba fuerte del otro lado de la linea y aquello me molesto aun más.
―¿Bueno?, ¿Bueno?
―Damián se puede saber ¿Que hiciste?
―¡Pulga! Qué onda ¿Cómo te va? ¿Qué tal la cena? ¿deliciosa?
―¡No me cambies el tema!
―Espérame tantito casi no te escucho ―un ruido se escucho del otro lado de la linea―, estaré afuera, sírveme más y tráemelo porfa ―fruncí el ceño al escucharlo
Dijo ¿afuera?
Los ruidos siguieron del otro lado, hasta que la música no se escuchaba tan fuerte.
―Listo enana ¿Qué me decías?
―No me digas así ―me pase el teléfono al otro lado― ¿Se puede saber dónde estás?
―Con sus invitados ―al escucharlo mejor me di cuenta que su tono de voz había cambiado, estaba más suelto, más relajado, como con unas copitas encima
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Una última partida
Teen FictionEliza Jones y Stella Lambert son el prototipo de: "personas correctas en el momento equivocado", pues sus vidas habían coincidido en preparatoria, cuando estaban empezando a descubrir su sexualidad, pero, por cosas de la vida lo de ellas no se pudo...