33. Canciones

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Stella

No pude pegar un ojo en toda la noche, y maldije a Eliza en cada desvelada que me di.

¿Cómo se atrevió a venir a mi habitación y pretender que no había pasado nada?

Tal vez para ella no haya pasado nada, pero ¿no puede pensar en mí una vez en su vida?

Yo sí que la estoy pasando mal.

Estúpida Eliza.

Pase la mañana intentando no pensar tanto en lo que sucedió anoche, organice mi habitación e hice mis deberes, y tomando un descanso a mi mente regresaba aquella rubia inestable.

Mientras estaba trabajando en mi computadora, decidí intentar olvidar ese trago amargo con un poco de música, pero lamentablemente mi playlist no estaba de mi lado.

Deje de mirar la computadora mientras le prestaba atención a la letra, Don't say you love me de Fifth Harmony estaba sonando.

Don't say you miss me when you don't call
No digas que me extrañas, cuando no me llamas

And don't say you're hurting without the scars
Y no digas que estás herido, sin las cicatrices

Don't promise me tonight without tomorrow too
No me prometas esta noche, sin un mañana también

Don't say you love me unless you do
No digas que me amas, a menos que lo hagas

Y con una sola idea en la mente, le envié la canción.

Stella: Fifth Harmony siempre ha hablado mejor que yo

Seguramente no me va contestar por la forma en la que la trate ayer, pero con que solo la escuche me doy por servida.

Decidí concentrarme de nuevo en los pendientes de la universidad, sin pensar tanto en la locura que acabo de cometer.

En el pendiente que tenía necesitaba la ayuda de Damián y él no cooperaba.

Llevaba cinco minutos intentando contactar con él, pero al parecer no quería ser molestado el día de hoy.

—¿Que? —a la tercera llamada contentó

—Hola para ti también, binoculares —rodó sus ojos

—¿A qué debo tu llamada, pulga?

—Vaya, creí que ya lo habíamos dejado atrás

—Tú no dejaste el mío atrás —ajusto sus gafas—, aunque admito que, si lo olvide, por eso la otra semana no te llame de ese modo

—Ya decía yo —asintió dándole un sorbo a un Martini— ¿Estás en la piscina? —pregunte al ver mejor su panorama

—Es domingo de relajarse —alzo su teléfono para que pudiera verlo mejor— ¿Qué mejor manera que esta?

—Sí que disfrutas tus fines de semana

—Y tú deberías hacer lo mismo, pulga —rodé mis ojos

—¿Puedes dejar de llamarme así?

Siempre he detestado ese apodo, maldita la hora en la que lo recordó.

—Ven a mi casa, pasamos la tarde en mi piscina y así me cuentas de la situación con la mediocampista —enarque una ceja

—¿Mi vida amorosa que es para ti? ¿Una novela?

—Si lo quieres ver así —asintió—, sí.

Lo pensé mejor, lo cierto era que les había enviado un mensaje a las chicas diciendo que quería charlar con ellas, pero ambas no han contestado a mis mensajes, supongo que están ocupadas y lo entiendo, yo debería de dejar de molestar a las personas con mi situación, pero de este lado tengo a Damián como un completo chismoso, y bueno, si las chicas no están, supongo que tengo que recurrir al plan b.

Una última partidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora