17. Pendientes

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Stella

Necesitaba terminar con la lista de pendientes que he dejado acumulando, y con empezar a terminar necesitaba sacarme un pendiente que no dejaba de darme vueltas en la cabeza y, aunque no quisiera tenía que arreglarlo.

Una vez que mis clases terminaron fui al taller de robótica, para hablar con la jefa del taller, en el taller solo había un par de chicos acomodando unos proyectos y entre todos estaba aquella pelinegra con lentes.

—Wogner —la chica dio la vuelta en cuanto me escuchó

Me tensé cuando mi mirada se cruzó con aquel gris.

Mierda, justo lo que no quería.

—Secretaria ¿Qué la trae por aquí? 

—Sobre la máquina que están pidiendo, necesito que envies un correo con el nombre que es —sentí su mirada sobre mí—, si es que es una marca en específico, la tendrán cuando antes

—Creí que ya estaba en camino —se cruzó de brazos—, la pedimos hace semanas

—Hubieron unos pequeños atrasos, la tendrán cuando antes se los aseguro

—Bri, te esperamos en el pasillo —comentó un chico rubio

Mientras ellos seguían saliendo del salón, seguía sintiendo su mirada sobre mí.

—Sí, voy en seguida

La mirada de aquella chica se quedó en mi espalda, y disimuladamente volteé, Raúl me seguía mirando, pero al parecer la chica creía que la miraba a ella.

—Es guapo ¿cierto? —rodé mis ojos antes de encararla

—Supongo...

—Aparte de que es muy inteligente y bueno para lo que hace —la seguí mientras ella sacaba una hoja de un escritorio—, la novia tiene mucha suerte —suspiro

Sentí un pequeño apretón en el pecho.

—¿Te lo has intentado ligar? —soltó una risa negando

—Claro que no, respeto mucho las relaciones —dejó de escribir para mirarme—, no seré el dolor de ninguna mujer

Aparte mi mirada de sus ojos cafés, ella era guapa, y realmente se ve que no es el tipo de chica que se mete en las relaciones.

—Y él... ¿te ha dado señales de algo? —rio negando

—Raúl no es así, está muy enamorado de Eliza —sonrió—, él es un caballero —asentí tomando la hoja que me dio—. El nombre del modelo de la impresora, seguramente por el correo electrónico no lo verán nunca —ajustó sus gafas—, pero si la presidenta lo quiere en un correo, con gusto se lo hago llegar hoy por la tarde

—Descuida, así está bien

Salí junto con ella del taller, pero me dirigí por otra dirección, deje de sentir la mirada de Raúl cuando estuve lo bastante lejos.

—¿Christine no ha llegado? —tome el pendiente del taller y coloque el nombre de la máquina

—Seguramente Emilia la entretuvo más de lo normal

—Sí, puede ser

—¿No le dijo a Emilia lo de sus calificaciones? —fruncí mi ceño ante la pregunta de Damián

—¿Por eso salieron? —se encogió de hombros— Le preguntare cuando vuelva

Seguí revisando los pendientes, el único ruido que se escuchaba en el salón eran las teclas de la computadora que Damián oprimía.

Una última partidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora