6. Cambios de humor

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Stella

Esta es la última semana para que todo quede en orden, y también es una de esas semanas más estresantes para nosotros, pues...

—Tienen una idea clara de como decorar —comente

—No necesito ideas claras, necesito resultados ¡Joder! —es esa semana donde el humor de Christine no lo soportaba ni ella— ¿Qué tan difícil es darme eso? —hizo a un lado los papeles del escritorio, y se alejó para servirse otra copa de vino

—Christine, es tu tercera copa del día, y ni siquiera desayunaste —rodó sus ojos, ignorandome

—Cuando tus palabras sean una respuesta clara de lo que necesito ahora, me la das —masculló, tomando el vino de un solo

—Iré por algo a mi casillero —comentó Damián

Lo miré mal, pero él ni siquiera me miró, la puerta se cerró.

Cobarde.

—¿Quieres salir a tomar aire? —sugerí— Tal vez eso...

—Pide otro vino tinto —me cortó de pronto—, me serviria de mucho

—Christine —suspiró

—Sabes, mejor lo pido yo —pasó por mi lado

—Christine —la puerta se cerró

Suspire dejándome caer en el sillón, pase mis manos por mi cara.

Christine suele ser muy perfeccionista con las cosas, la entendía, pero a veces su humor no ayudaba para nada.

Necesitaba ir a buscarla, era tarde y hoy se le ocurrió no desayunar, tal vez eso también la tiene de mal humor. Había que ir a casa, necesitaba una siesta.

Al salir del salón un mensaje llegó a mi teléfono.

Damián: Me fui, no me busques

Rodé mis ojos.

Stella: Lo del casillero fue una excusa barata ¿Sabes?

Damián: Sí, pero no sabía cómo salir de ahí.

Damián: Aproveche que estaba discutiendo contigo

Stella: Cobarde

Damián: Estoy agotado, necesito una siesta

Damián: No soporto a Christine con ese humor

Stella: ¿Y crees que yo si?

Damián: Sabes cómo sobrellevarlo primita

Rodé mis ojos.

Damián: Me avisas si se pone mal por tomar tanto vino, pero si es por otra cosa no te atenderé el teléfono

Stella: Ni quien te necesite

Guarde mi teléfono para seguir buscando a Christine.

Al llegar a la cafetería una de las señoras de la limpieza me dijo que Christine nunca fue para allá, lo cual se me hizo raro, así que decidí buscarla por algunos baños y los pasillos de la escuela, hasta llegar a su casillero, no había rastro de ella, me detuve en una de las puertas que daba a la cancha.

—Por favor, por favor que no esté ahí

Dudo que Christine se haya ido sin mí, pero justo ahora esa posibilidad no me molestaba, pues así no tendría que quedarme en la cancha mucho tiempo.

Una última partidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora