Parte 46.

624 80 67
                                    

Caminé a la habitación, cerré con seguro porque no podía fiarme de aquel albino que estaba conversando animadamente con mi hermano en el living.

Suspiré, la situación además de embarazosa, era abrumadora para mi cabeza, quizás debería afrontar este momento como la adulta que ya era y dejar en el pasado aquellos momentos ácidos que pasamos en la relación.

Me vestí, ordené la habitación y guardé algunas cosas en mi bolso. Respiré hondo, dejando caer mi mano sobre el pestillo, quitando el seguro, solo debía fingir tranquilidad, llorar podía hacerlo en casa, en mi habitación.

-Geto, me iré a casa, recordé que mañana debo llevar algunas cosas que tengo en casa, a la empresa.

Evité el rostro de Satoru, dejando caer mi cabello al costado de mi cuello, ocultándolo de mi vista.

-¿Segura? -preguntó, dejando caer su mirada en mi rostro- ¿estás bien?

Se levantó de su lugar, dejando el plato de comida a un lado. Asentí, pero su mano toqueteaba mi rostro, verificando y comprobando lo acalorada que estaba.

-¡Estás ardiendo!

-Estoy bien -quité su intrusa mano de mi rostro- le avisaré a mamá que voy de camino.

-Pero es tarde -murmuró, preocupado- espérame un minuto y te iré a dejar.

Satoru no decía nada, hasta el momento.

-Puedo tomar el metro -me encogí de hombros, dando la vuelta, en dirección a la puerta-.

-No.

El albino hizo acto de presencia, dejándonos en silencio por completo, aquella reacción nos sacó de trance porque no había dicho nada desde que aparecí en el living.

-¿Puedes ir a dejarla? -preguntó Suguru-.

-Sí, no te preocupes.

Yo, en mi sitio, queriendo que fuera una parte de mi subconsciente, comencé a negar con mi cabeza, sin poder modular alguna palabra, ¿sería una trampa? de todas formas, no debía verme débil ante él.

-No -dije finalmente, pero seca- no, gracias.

Sonreí forzosamente, tampoco quería mostrarme mal educada.

-Sí, te vas con Satoru.

Suguru le susurró algo al albino que no logré oír a pesar de la corta distancia. Fruncí el ceño, escondiéndome en el umbral que daba a la habitación principal, no podían hacerme sentir pasada llevar de esta forma, a veces sentía que aún me veían como la hermana pequeña que alguna vez fui.

No me despedí de Suguru, solo apresuré el paso, casi corriendo al ascensor, esperando que apareciera el albino, tras mío su cabeza se asomaba al metro cuadrado de metal, desviando su mirada a los botones que decoraban a su costado.

Piso uno.

El silencio era lo suficientemente incómodo como para estar cerca suyo, esta vez, yo detenía el paso para no tenerlo cerca mío, al menos hasta subirme a su auto.

Él me hizo una seña, para acercarme al asiento del copiloto, asentí aún desviando mi mirada de su rostro, el nudo en mi estómago se acrecentaba cada minuto que pasaba, el auto mantenía su aroma que volvió a mi mente, seguía utilizando el mismo perfume, que momento más deprimente como para recordar momentos entre nosotros.

-Sé que pediste que mantuviéramos un límite pero ya no estamos en el trabajo.

Susurró, encendiendo el auto, suprimí un suspiro que se iba a escapar entre mis labios, tan solo en escuchar su voz, caía rendida ante él, era una tonta.

No puedo detenerme. || Satoru Gojo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora