Parte 18.

3K 159 70
                                    

Gojo soltaba lágrimas como si de algún grifo se tratase, sin quitar aquella mirada, esta vez enrojecida, hacia el mar que seguía golpeando despreocupado, contra las rocas. Yo solo pensaba que todo este tiempo él estuvo solo y en parte me sentía culpable de mi pequeño egoísmo por nunca haberle ido a buscar, reposé mi cabeza en su hombro admirando el mismo paisaje que él, con un deje de lloriqueo aguantando en mi garganta que no debía salir.
El albino respiraba hondamente, probablemente tratando de tranquilizar la situación, el viento soplaba un poco fuerte despeinando nuestros cabellos.

-Bien -susurró- creo que es hora de irnos a casa.

-¿Qué? -le miré, él estaba dispuesto a levantarse pero mi mano se lo impidió haciéndole volver a su sitio, a mi lado- aún no, por favor.

-Para no llegar tan tarde a tu casa -respondió guardando unas cosas a su bolso- además, tienes frío, aunque viniste algo abrigada.

-Puedo aguantar -murmuré buscando refugio en su brazo- solo quedémonos un momento más.

-¿No será que quieres decirme algo? -su ceja se alzó buscando la verdad tras mi mirada-.

-Ah -mordí mi labio y golpeé levemente su pecho- lo siento.

-¿Por qué? -su mano sacó un mechón de mi rostro para dejarlo tras mi oreja- soy yo quién debe decirlo: lo siento.

-Lo siento por nunca haberte buscado, solo te mandé mensajes y unas cuantas llamadas -mis ojos se sentían pesados- no tuve la valentía de ir tras de ti.

-No era necesario -sonrió besando mi frente- fui yo el idiota que no permitió que llegaras a mi, ni fui tras de ti.

-Pero...

-Pero nada -Gojo me atrapó entre sus brazos para dejarme sentada sobre sus piernas- me alegra que por fin estemos así, nunca debimos dejar de estarlo -su mirada iba y venía entre el mar y mi rostro- quiero quedarme así para siempre.

-¿Para siempre? -pregunté envolviendo mis brazos en su cuello-.

-Así es -respondió seguro- contigo, aquí.

-¿Que pasará con nosotros? -le miré vagando por su rostro hasta su cabello despeinado gracias al viento que corría-.

-¿Nosotros? -me miró haciendo muecas- lo intentaremos nuevamente, no quiero estar lejos de ti.

-Gojo -reí levemente- eres muy diferente a cómo eras antes.

-¿Muy empalagoso? -sonrió apretándome con fuerza-.

-Demasiado -le golpee en el brazo para que apaciguara el agarre- pero me gusta, que seas así, solo quiero asegurarme que esto funcionará.

-Está bien -alzó el meñique buscando el mío, para entrelazarlo y hacer una promesa- ¿será que deba hablar con tu amigo?

-¿Con Yuji? -asintió- no lo sé, te matará.

-Debemos conversar los tres, no quiero que tenga esa imagen de mí.

Asentí con lentitud, estaba tranquila, por fin, después de tantos días agobiantes, me sorprendía la facilidad que tenía mi corazón y cuerpo en entregarse al albino, confiaba en sus palabras, confiaba nuevamente en este hombre. Suspiré observando el lado contrario del mar, pocas personas transitaban en el sector, busqué el rostro de Gojo para besarle con fuerza, en esos labios que tanto extrañaba tocar, sentir.
Sus manos buscaron mi cintura para aprisionarme contra su cuerpo, su respiración se había agitado cuando me removí sobre su entrepierna buscando un poco más de contacto físico, lo extrañaba demasiado.

-Espera -rió- nos pueden ver aquí, vamos al auto -susurró, apresurándose en guardar las cosas y marcharnos casi apresurados al auto que estaba estacionado a un costado lejano de la civilización, como un mirador- aquí estaremos bien.

No puedo detenerme. || Satoru Gojo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora