Parte 42 (2/2)

1K 93 61
                                    

Había pasado un maldito mes desde que Satoru Gojo había desaparecido de mi vida, su número telefónico ya no estaba en línea, le había llamado para siquiera saber si había llegado sano y salvo pero solo me enviaba el mensaje de que este número telefónico, no existe.

Habían sido semanas difíciles, no podía negarme a reconocer que le extrañaba y que me hacía falta, aunque sea verle entre los demás estudiantes en la universidad.
Suguru también estaba entristecido por la situación, aunque se había hecho más pegote a Nanami, aquella amistad se había fortalecido.

Yuji se mantuvo a mi lado en cada momento donde creía que iba a derrumbarme, era complicado seguir enfocada en mis estudios cuando mi cabeza estaba centrada en el albino, preguntándome si estaba bien, si había hecho amistad con sus compañeros o si había desayunado.

-¿Te quedas o qué?

Sukuna seguía insistente en molestarme como si estuviera atravesando la pubertad. No se donde había sacado tanta paciencia para soportarle pero de alguna forma me distraía más de que lo que quisiera y me aterraba mezclar sentimientos por la simple razón de soledad que tenía.

-Ya voy, pesado.

Amarré las agujetas de mis zapatillas si es que no quería terminar tropezándome en el cemento calcinado, el día de hoy extrañamente estaba bastante caluroso y se podría cocinar un huevo en la acera, perfectamente.
Sukuna me ayudó a subirme a la moto, por primera vez, luego de nuestro negativo desenlace hace casi dos meses.

-Prometo que esta vez no chocaremos -bromeó subiéndose adelante mío- por favor, no sueltes mi cintura.

-Quisiera pero no puedo morir aún -vociferé dejando caer mi cabeza sobre su espalda-.

El camino a casa fue lento, el pelirosa había tenido en cuenta lo aterrada que me encontraba tras suyo, en ningún segundo solté su torso por miedo a volver a caer, hace pocas semanas las cicatrices estaban desapareciendo de mi cuerpo, como también mis piernas volviendo a tomar forma, había comenzado a comer con regularidad y estuve poniendo esfuerzo a retomar mis horas de sueño, aunque las ojeras se resistían en desaparecer de mi rostro, ya bastaba taparlas con corrector y esas porquerías que antes no pensaba que fueran esenciales en mi rutina.
La única cicatriz que dudaría, sería la ida de Satoru de mi vida.

¿Será que nos volveremos a encontrar?

Y se sintió mal, el no saber nada de él, fue como si hubiera desaparecido del planeta, se sintió como si el ya hubiera dado vuelta la página.

-Hemos llegado -afirmó estacionando frente a mi casa-.

-Gracias, te debo una -bajé de su moto, quitando el casco que me impedía respirar con normalidad-.

-¿Una? -preguntó riendo- tengo el listado de favores que espero obtener.

-Eres tonto, ¿sabías? -le entregué el casco antes de esconderme en mi casa pero él me detuvo agarrando mi brazo, obligándome a verle directo a su rostro-.

-Me gusta verte así -sonrió sin una pizca de burla, al contrario, aquello fue un halago- es como ver a la Araki que conocí meses atrás.

-No digas tonterías -supliqué, porque ciertamente estaba avergonzada por aquello-.

-Yo solo digo la verdad -se encogió de hombros, soltando mi brazo con cautela- nos vemos.

-Sí, adiós.

Le vi perderse en la siguiente calle, sonrojada por aquel comentario de parte suya, caminé directo a casa, encontrándome nuevamente sola en ese silencio absorbente.
Fui hasta mi habitación, era viernes y tenía en mente hacía bastante tiempo en reordenar mi habitación, necesitaba quitar esas vibras deprimentes que me envolvían cada noche, empezando por ventilar el cuarto, ¿quizás mover los muebles de su sitio? entre mis cajones encontré los regalos perversos de el albino y lo primero que hice: fue tirarlos a la basura, ya daba igual aquello, nunca más los volví a utilizar y es que el libido había desaparecido de mi cuerpo hacía tiempo.

No puedo detenerme. || Satoru Gojo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora