-¿Ese no es Satoru? -preguntó el pelirosa casi en un grito, debido al ruido ocasionado por su moto, levanté mi cabeza para mirar por sobre su hombro y verificar que era cierto, solo atiné a pellizcar su hombro y pedirle que se detuviera a varios metros de distancia-.
Suguru ayudaba con unas cajas, metiéndolas a su auto, como también mamá observaba los movimientos de ambos, el albino murmuraba con mi hermano, quizás que cosas, no podía negar que mi corazón palpitaba con fuerza contra mi pecho, pero no debía caer ante la tristeza e ir corriendo tras él. Ya era segunda vez que nos alejábamos, o más bien, él se alejó la primera vez, esta vez, yo era quién decidía cortar esto de raíz.
Sukuna apagó la moto y bajó de ésta, observando lo que pasaba fuera de mi casa, yo solo atiné a quitarme el casco, para controlar la respiración agitada, aguantar mis lágrimas comenzaba a ser un castigo, de todas formas, ya tendría tiempo de hacerlo en mi habitación, sola.-¿No irás? -me preguntó él, ladeando la cabeza, esperando que bajara de su moto, pero me negué de inmediato, solo empeoraría las cosas- entonces tendremos que esperar a que se vaya.
-Si, pero puedes irte -atiné a entregarle el casco y bajarme de la moto, a duras penas- ya está oscureciendo.
-No te preocupes -guardó mi casco y aprovechó de tomar un cigarro de su cajetilla, le miré de reojo- ¿quieres? -me negué, si le daba una calada a ese cigarrillo, probablemente vomitaría- estás pálida.
-Estoy bien -me senté en la orilla de la acera, cubriéndome con un arbusto decorando la casa de uno de los tantos que ni conocía, solo pedía que no salieran de su casa y nos terminarán echando-.
-Como sea.
A los minutos de un silencio, incómodo esta vez, observamos desaparecer el auto de mi hermano en la dirección contraria, mamá ya no estaba en la entrada y la casa estaba a oscuras, ¿quizás les acompañó? me levanté del suelo, quitando algún rastro de mugre en mi falda, el pelirosa botó el cigarro al cemento para ponerle el pie encima y apagarlo por completo.
Caminó a mi lado hasta la entrada de la casa, bueno, al camino que guiaba hasta la puerta principal, el ambiente estaba raro pero agradecía que Sukuna fuera a dejarme a mi casa y así evitarme la caminata tediosa que hubiera tenido.-Bien, nos vemos mañana -se subió a la moto- lamento lo de Satoru.
-Gracias por traerme -murmuré desviando la mirada-.
-Me debes una -colocó su casco y prendió la motocicleta- va a sonar raro, pero me alegro que hayas terminado con ese imbécil.
Y sin esperar mi respuesta o más bien, los insultos que tenía en mente, se largó, dejándome sola en la calle, no tenía ni el más ápice de hambre, así que solo entré a la casa, directo a mi habitación, observando lo espaciosa que se veía ahora, intacta pero solo un detalle, una pequeña foto de Satoru y yo, en la playa, la vez que volvimos a encontrarnos luego de que él se había alejado de mí. Las lágrimas no tardaron en aparecer e inundar mi rostro, tal vez la había cagado o tal vez, debía pasar, de todas formas, la decisión ya había sido efectuada, ya no estaba aferrada al albino y él no estaba aferrado a mí.
Solamente decidí guardar esa foto, no iba a caer en la rabia o enojo estúpido, no después de haber vivido momentos excepcionales, había sido feliz con él, pero de ahora en adelante, volveríamos a ser los mismos de antes, yo la hermana de su mejor amigo.Me di un baño corto, mañana debía volver a las clases, solamente pedía que los rumores no se esparcieran por todas las facultades, tampoco quería aclarar mi situación con mis amistades, solo me arruinaría el día.
-Araki, ¿Dónde estás? -la voz de Suguru se escuchó tras un portazo de la puerta principal y mamá le pedía calmarse-.
-Qué -respondí saliendo de mi habitación, con el cabello húmedo-.
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No puedo detenerme. || Satoru Gojo.
FanfictionSer la hermana ''menor'' de Suguru Geto, significaba ser ignorada por los amigos de éste, pudo haber sido una excusa perfecta para no sociabilizar, pero desde que comenzó a sentir e imaginar escenarios falsos con el amigo albino, todo cambió. Pues...