Parte 29.

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El frío era soportable gracias a la calefacción de la cabaña, a pesar de estar alejada de las demás edificaciones, se podía observar algunas luces a los lejos decorando el bosque entre las ramas de los árboles que lucían cada vez más verdes, gracias a la lluvia que no ha querido dar tregua en el sector.
Cocinamos algo rápido para comer y descansar en el gran sofá acomodado frente al ventanal que daba al océano, aún era temprano y teníamos luz de afuera, el silencio que nos acompañaba era tranquilizador y más para mi después de todo lo que pasó hace unas horas atrás.

-Quisiera saber que pasa realmente -murmuró ella, descansando sobre mi pecho-.

-¿Por qué dices eso? -pregunté curioso ante su respuesta, de todas formas tenía planeado contarle suficiente para que se haga alguna idea de lo que está pasando-.

-Porque estás raro, no lo sé -se encogió de hombros- desde lo que pasó con Choso, que salió en libertad, estás extraño y no sé como entenderte.

-Bueno, por eso mismo te traje aquí -su cabeza se giró un poco para observarme con aquellos ojos peculiares que exageraban de sorpresa-.

-¿Qué pasa, Satoru?

Su cuerpo se separaba del mío con lentitud, provocando ciertos escalofríos al volver a sentir aquel frío en ese espacio que llenaba su piel, me miraba buscando respuestas ante, seguramente, tantas preguntas que debían haber en su cabeza, me acomodé entre los cojines para reposar mi mano sobre mi mejilla. Le observaba y no entendía como aquella chica había hecho que yo cambiara tanto.

-Mamá me dejó solo con la casa -sonreí cabizbajo- se fue a Nueva York, así que estoy completamente solo en ese lugar.

-No estás solo -murmuró posicionando sus manos sobre mi brazo libre- puedes irte con nosotros, sabes que a mamá no le molesta la idea de tenerte ahí, mucho menos Geto, que necesita compañía masculina.

-Tenía pensado arrendar algún departamento y vender esa casa -ella asintió aprobando mi idea, que se demoraría en ejecutar- y yo querría que te fueras conmigo.

-¿Ah? -su mirada cambió a sorpresa- ¿irme contigo?

-O sea, solo si quieres ir a quedarte unos días, no te quiero comprometer a nada si no estás segura -acaricié su mejilla sonrojada ante tal propuesta que ni yo me esperaba pero lo tenía pensado-.

-Eh, bueno, ¿sí? -hizo una mueca extraña- claro que si, pero eso debemos analizarlo con más calma.

-Yo estoy calmado -bromee alzando mis manos-.

-Ah, tonto, ya sabes a lo que me refiero -bufó empujándome levemente pero ni con eso me pudo mover de mi sitio-.

-Arreglé unos negocios con un viejo amigo de papá, así que no seremos molestados por ese tipo, ni mamá, ni yo -ella asintió con una sonrisa- pero si hay otro problema.

-¿Cuál?

-Aiko está empeñada en seguir molestándonos -su rostro cambió rápidamente al escuchar aquel nombre y entendía perfectamente el repentino cambio de humor de la pelinegro- lamento no poder deshacerme de ella, es como una lapa.

-Oye -se acercó a mí despacio- no es culpa tuya que ella esté -hizo una señal de loca- por ti, yo también lo estaría -rió tiernamente, casi en un susurro- no pasará nada malo.

Asentí convencido ante su confianza.

Y ese finde semana había sido solo entre nosotros, no podía pedir más si estaba bien. Que enamorado que estaba de ella, esperaba que ella también lo estuviera de mi.

.

El regreso a la ciudad fue caótico, especialmente la insistencia de mi suegra en quedarme con ellos durante unos días, para al menos tener compañía y hacer los trámites oportunos de la venta de esa casa que alguna vez llamé por equivocación como hogar. Sería tedioso y seguramente un gastadero de dinero pero debía hacerlo si es que quería salir de aquel agujero.

No puedo detenerme. || Satoru Gojo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora