Parte 31.

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-Araki, ¿estás bien?

La voz de Satoru me atrajo a su rostro, su cabello húmedo y la toalla enrollada en su cadera me hicieron relajarme, ya estaba en casa y tenía a mi chico frente a mí, aunque se notaba desconcertado.
Yo dejé caer mi bolso a mitad de pasillo para ir tras su torso, siendo envuelta en sus brazos y obteniendo besos en mi cabeza de bienvenida, sentía la necesidad de llorar, me sentía extraña, no estaba en mis cincos sentidos, el encuentro con Sukuna me había descolocado, no sé qué pasaba pero solo necesitaba un abrazo de Gojo.

-Estoy bien -susurré cerrando mis ojos, contemplando la armonía que tenía en ese momento, no quería salir de ese espacio-.

-¿Segura? -su mano tomó mi barbilla para hacerle mirar esos ojos, esos ojos que si me calmaban- estás pálida, ¿donde estabas?

-¿Pálida? -fruncí el ceño- estoy bien, me siento bien, ahora.

-Ve a darte un baño y cenamos juntos, tu mamá llegará en un rato más -me animó para caminar con él a la habitación-.

Recogí la mochila para dejarla sobre el escritorio y sentarme al borde de la cama, el albino se puso el pijama antes de lanzarse a mi lado, yo me encogí a su costado para dejar caer mi cabeza en el pecho, quería quedarme así todo el tiempo necesario.
Su mano acariciaba mi espalda, sin intención alguna de pasar a mayores, simplemente de compartir un momento a solas, este día fue ¿perturbador? y el encontrar calma en mi habitación, con el chico que me gustaba y que quería: era la mejor sensación.

-¿Segura que estás bien? -volvió a preguntar, pero solo asentí con una sonrisa-.

No dije nada, no necesitaba aclarar nada, solo le besé la mejilla para subirme sobre él y abrazarlo con fuerza, derrumbándome sobre su pecho.

-Estoy bien, aquí contigo -susurré mirando sus labios, entre abiertos- me gustas mucho, Satoru.

-Uhm, ¿a qué viene eso? -rió suave, yo me negué a responder eso- tú también me gustas, Araki.

-¿Sabes qué? -pregunté sentándome sobre él, justo en esa zona pélvica- hoy fue un día muy... estresante.

-¿Quieres hacer algo? -por primera vez le veía sin entender la situación-.

Creí que no iríamos a mayores, pero el tenerlo así, bajo mío y con esta sensación de que probablemente necesitaba un tipo de relajo, no perdería la oportunidad.
Me moví suavemente sobre su pelvis, entregándome al chico que tenía observándome, esos ojos azules se cerraron dejando escapar un suspiro, luego de morder su labio inferior, oprimiendo los gemidos que tanto me ponían caliente.

-¿Te gusta, Satoru? -me hinqué a su boca para besarle el cuello, dejando un rastro de saliva-.

Su mano nalgueó con fuerza mi trasero, aferrándome a su cuello para seguir besándolo, aunque pareciera que yo tenía el control, el albino se rió burlescamente en mi cara porque solo tuvo que hacer un movimiento para tenerme bajo su torso, respirando en mi oído.

Quería que me hiciera hasta lo impensable pero mamá llegaría en cualquier momento, envolví mis piernas alrededor de su cintura atrayendo su cuerpo al mío, me encantaba ver a ese Gojo dominador.

-Mujer, sabes que no podemos tomarnos nuestro tiempo -murmuró sobre mis labios-.

-Pero yo quiero que papi me haga suya -fingí una voz muy irritante, pero di en el clavo para tenerlo tan caliente como yo-.

Quería reírme internamente por aquel comentario, pero mis hormonas estaban a tope, quería ser follada por Satoru Gojo hasta que me doliera el tener que pensar en levantarme.

No puedo detenerme. || Satoru Gojo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora