Parte 34.

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-Es verdad, Araki -murmuró apenado- lo que dice Sukuna, es cierto.

Avergonzada en el local, pedí disculpas a los presentes antes de salir de ese caótico encuentro entre dos hormonales, no tenía sentido que todo el mundo se enterase que mi novio me había mentido y que me haya enterado de la verdad por un tercero que apenas unos días, llevaba conociendo y que además: estaba interesado en mí. Sonaba muy subnormal en mi cabeza pero así de nefasta era la situación.

Satoru y Sukuna sacaban chispas de esos ojos, pero manteniendo un poco la decencia humana que les quedaba, no podía creer que todo este drama pudo haber acabado si al menos, Satoru me hubiera contado la verdad absoluta.

Más allá de que había intentado mantener la ficticia relación con Aiko, que pensándolo, en ese tiempo no existía relación formal entre él y yo, así que estaba en su derecho si deseaba (más allá del drama que tuvimos) la molestia que me evocaba este mal estar, era enterarme por otra persona, ajena a mí, pero no a Satoru. Ese era el punto que me apenaba. Un poco decepcionada.

-No sé que decir -balbucee- ¿es en serio? -miré al albino entrecerrando los ojos, omitiendo el zumbido en mi oído-.

-Lo es -rectificó Sukuna- lo sé porque Aiko me cuenta absolutamente todo.

-Araki, solo escúchame a mí -Satoru se acercó a mí- pero antes, necesito saber si estás bien.

-Lo estoy -sentía que el corazón me palpitaba en el oído-.

-¡Estás pálida! -Sukuna se puso a mi lado, tomando mi brazo- deberíamos llevarla a un hospital.

-¡No! -lloriquee- estoy bien, solo un minuto.

Respiraba profundamente, me dejé caer en el asiento de aquella plaza donde nos encontrábamos, demasiadas emociones en un momento hicieron que terminara así, creía que estaba lista para enfrentarme a ellos dos pero era tan patética que estaba totalmente apenada.
Me sentía ahogada, quería llorar y aferrarme al albino porque a fin de cuentas, lo amaba.

-Quiero ir a casa -sollocé sin siquiera entender el por qué de mis lágrimas-.

-Por supuesto, amor.

Los brazos de el albino me envolvieron a su cuerpo, tan cálido, aferrada a su cuello pude sentir ese aroma tan familiar y así encontrar un poco de calma.
Sukuna nos observaba a lo lejos, ni siquiera pude despedirme.

Estoy enamorada de Satoru Gojo.

Y una parte de mí, no quería perderlo pero otra parte, se sentía decepcionada.

Tal vez estaba juzgando al Satoru del pasado, yo sé quién es el albino actual, lo conozco y no podría dudar de su amor.

Quisiera que Aiko y Sukuna desaparecieran de nuestras vidas para siempre.

Llegando a casa, mi cuerpo se sintió en su zona de confort para comenzar a relajar los músculos, el viaje fue tedioso, tenía claro que la conversación con Satoru no debía posponerse, así que puse todo mi esfuerzo en recuperarme pero era una sensación extraña la que se me aferraba, así que lo único que pedí entre quejidos fue quedarme en mi habitación para descansar un momento. Satoru no me había dejado sola en ningún segundo pero si mantenía la distancia entre ambos, quizás porque no quería que yo me molestase por contacto físico pero él no tenía idea que solo quería abrazarlo.

Sentándome entre las almohadas que decoraban mi cama, le hice una seña para que se sentara conmigo y así dar comienzo a la conversación que despejaría dudas de mi cabeza.

-¿Estás mejor? -preguntó preocupado, mirándome de pies a cabeza, yo asentí tontamente por los nervios que me ocasionaba y en pensamientos que no iban al caso en ese momento- ¿quieres conversar ahora o prefieres descansar?

No puedo detenerme. || Satoru Gojo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora