Las luces de Gotham brillaban con una intensidad pálida, casi enferma, mientras Katherine Miller terminaba sus pendientes en el hospital. La ciudad siempre había sido un lugar oscuro, un laberinto de sombras y secretos, pero para ella, su vida había sido estrictamente profesional.
Había prometido a sus padres convertirse en una persona digna de respeto y confianza. A su corta edad, había logrado ser la mejor en su campo de la medicina, ganando premios y reconocimientos por sus avances en neurología. Sin duda, sus padres estarían orgullosos de ella.
A medida que el reloj avanzaba hacia la medianoche, las sirenas de ambulancias sonaban a lo lejos, una melodía constante en la vida de la doctora. No era la primera vez que se quedaba más allá de su turno en urgencias; los accidentes no paraban y la salud de sus pacientes era algo que no podía dejar para luego.
—Doctora Miller, la paciente de la camilla 12 está en espera de una consulta de neuro —llamó uno de los enfermeros mientras le entregaba una tablet con el archivo del paciente.
Katherine suspiró cansada y tomó el aparato entre sus manos.
—Enseguida la reviso —dijo, consciente de que su descanso tendría que esperar un poco más.
Moviéndose entre los quirófanos con una precisión admirable, Katherine se enfocaba en su trabajo, ignorando la agitación que la rodeaba. Era conocida por su calma ante cualquier crisis, la mejor en su campo. Sin embargo, había algo diferente en el aire, una vibración inquietante que la había estado siguiendo durante días.
Cada vez que se acercaba a un paciente, sentía esa mirada penetrante, un par de ojos que parecían seguirla, observándola en la penumbra de su vida. Al principio, pensó que eran solo ilusiones de la fatiga acumulada, pero no podía evitar la sensación de que no estaba sola. Algo, o alguien, se estaba infiltrando en su rutina.
Finalmente, tras horas de trabajo, Katherine pudo liberarse de su jornada. Subió a su auto, deseando una ducha caliente y un sueño reparador. Se estacionó en su habitual callejón, las sombras la engullían mientras apagaba el motor del coche. El viento silbaba suavemente entre los edificios, y la noche parecía envolverse en un silencio inquietante. Sin embargo, esa quietud era engañosa. Al cerrar la puerta del auto, sintió una presencia, una energía que la hizo detenerse.
Cuando se giró, su corazón comenzó a latir con fuerza, y sus instintos la alertaron de inmediato. Allí, en la penumbra, estaba él. El Joker. Una figura que desafiaba la locura y la razón, con una sonrisa que parecía más una advertencia que un gesto amistoso. Sus ojos la recorrían, como si cada movimiento que ella hacía fuese una parte crucial de un juego del que ella ni siquiera conocía las reglas.
—Vaya, vaya... —una voz baja y vibrante rompió el silencio, mientras él se acercaba, su figura emergiendo de las sombras—. Si no es la famosa doctora Katherine... ¿O debería decir, la muñeca de la ciudad?
Katherine apretó los labios, su mente luchando por procesar la situación. La angustia y la fascinación la envolvían. El Joker siempre había sido un misterio para ella, un villano que existía en las historias de horror que su madre le contaba de niña. Pero en este momento, su presencia era aterradora y, a la vez, hipnótica.
—¿Qué quieres? —preguntó, su voz firme, aunque su garganta estaba tensa.
Él se acercó, sus pasos lentos y controlados, como si estuviera evaluando cada centímetro de su ser. Llevaba un traje púrpura que brillaba con un tono brillante y perturbador en la penumbra. La sonrisa torcida se mantenía en su rostro, mientras se acercaba aún más.
—¿Qué no quiero, muñeca? —rió suavemente, su tono cargado de intenciones ocultas—. Me interesas. Eres un enigma... una obra de arte que aún no he destruido.
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Crowned in Madness | Joker +18
FanfictionEn un Gotham sumido en la penumbra, donde la locura acecha en cada esquina y los sueños se desvanecen, Katherine es la neurocirujana más aclamada del país. Sin embargo, su vida, construida sobre cimientos de éxito y ambición, da un giro inesperado a...