16. Ecos del Caos

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La noche se cernía sobre Gotham, y desde su penthouse, la ciudad parecía un lienzo de luces y sombras. El aire estaba impregnado de un silencio tenso, como si la ciudad misma contuviera la respiración ante lo que estaba por venir. Dentro del lujoso apartamento, la atmósfera era todo menos tranquila. Katherine y el Joker se encontraban en la cama, el lugar donde la locura y el deseo se entrelazaban en una danza peligrosa.

Katherine se había cambiado a una pijama de encaje negro que abrazaba sus curvas, y mientras el Joker la miraba, una chispa de deseo se encendió en sus ojos. Cada línea de su figura parecía estar diseñada para atraerlo, y no podía evitarlo: su corazón latía más rápido ante su presencia.

—Esa pijama es un crimen —murmuró el Joker con una sonrisa torcida, su voz cargada de una lujuria peligrosa. Se inclinó hacia ella, acercándose lo suficiente para que su aliento acariciara su piel. Pero su mirada no solo contenía deseo; había algo más, un destello de posesión que la hacía sentir como si realmente le perteneciera.

Katherine sonrió, desafiando su mirada. Sabía que le gustaba provocarlo, que le encantaba jugar con la tensión que existía entre ellos. Pero había algo en su mente que no la dejaba descansar, una pregunta que necesitaba hacer.

—Dime algo —comenzó, rompiendo el silencio que envolvía la habitación—. ¿Qué fue Selina para ti?

El Joker arqueó una ceja, su interés claramente despertado. Se acomodó en la cama, cruzando los brazos detrás de su cabeza mientras la observaba con diversión.

—Oh, muñeca, eso fue hace mucho tiempo —respondió, sus ojos brillando con malicia—. Pero si te soy sincero, nunca fue nada serio. Solo una diversión pasajera.

Katherine sintió una punzada de celos, pero se obligó a mantener la compostura. Tenía que saber más, necesitaba conocer cada detalle, y el Joker disfrutaba de la incertidumbre en su mirada. Su mente se llenó de imágenes de Selina, la mujer que había tenido el descaro de coquetear con su hombre, y eso no iba a quedar impune.

—¿Y por qué mencionaste a Batman? —preguntó, su voz más firme esta vez.

El Joker se inclinó hacia ella, dejando que su sonrisa se desvaneciera un poco. Su expresión se volvió más seria, aunque la chispa de diversión seguía brillando en sus ojos.

—Porque, querida, todos tenemos nuestros demonios. Y él... es uno de los míos —dijo, dejando que las palabras se deslizaran en el aire como un veneno dulce.

Katherine asintió lentamente, pero su mente no podía dejar de preguntarse si había más detrás de su comentario. Sin embargo, no quería parecer débil o insegura, así que decidió jugar.

—¿Y tú qué? ¿Eres el único que tiene demonios? —replicó, desafiándolo con una mirada que podía incendiar el mundo.

El Joker sonrió, disfrutando del tira y afloja. Había algo en la forma en que Katherine se atrevía a cuestionarlo que lo encendía aún más. Ella no le tenía miedo, y eso solo lo hacía quererla más.

—Oh, muñeca, tú y yo sabemos que ambos estamos llenos de oscuridad. Eso es lo que hace que esto sea tan... delicioso. Pero lo que importa es que no me dejas escapar, ¿verdad? —respondió, su voz susurrante envolviendo a Katherine como un abrazo ardiente.

Katherine sintió que su corazón se aceleraba ante sus palabras. No podía negar que había algo adictivo en esa conexión, en la forma en que el caos se transformaba en pasión entre ellos. Pero aún había una sombra en su mente.

—¿Y Selina? ¿Es ella un problema? —preguntó, su tono más grave.

El Joker se inclinó hacia ella, su rostro a escasos centímetros del suyo, la tensión palpable en el aire.

—No la subestimes, Katherine. Ella puede ser astuta —advirtió, pero su mirada era intensa, casi posesiva—. Pero no tienes que preocuparte. Eres mía, y eso no va a cambiar.

Katherine sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al escuchar esas palabras. Era un sentimiento que nunca había experimentado antes, una mezcla de poder y vulnerabilidad. Pero aún así, había un resquicio de duda que no podía ignorar.

—No quiero ser solo una sombra de ti, Joker. No quiero ser la siguiente Harley —dijo, su voz temblando ligeramente.

El Joker la miró, su expresión tornándose seria. Se acercó un poco más, sus ojos fijos en ella, como si intentara penetrar en su alma.

—Katherine, escúchame —comenzó, su tono más grave—. No eres solo otra pieza en mi juego. Eres más que eso. Quiero que seas parte de esto, que seas mi reina en el caos, porque nadie más entiende lo que somos.

Katherine sintió que sus dudas comenzaban a desvanecerse. Había una verdad en sus palabras que resonaba en su interior, un fuego que se encendía con cada momento que compartían. Pero la preocupación por Selina y Batman aún estaba presente en su mente.

—Pero... —Katherine vaciló, buscando la manera de expresar su miedo—. ¿Qué pasa si Batman aparece? ¿Qué pasa si Selina se interpone?

El Joker sonrió, como si se estuviera divirtiendo con su ansiedad.

—Déjalos venir —respondió con despreocupación, su tono juguetón—. Este es nuestro juego, y estoy ansioso por ver cómo se desarrolla.

Katherine sintió una mezcla de excitación y miedo ante sus palabras. Era una locura, pero eso era lo que los unía. La vida que llevaban estaba llena de caos, y a veces, era un caos hermoso. Pero, ¿hasta qué punto estaban dispuestos a arriesgarlo todo?

El Joker se inclinó hacia ella, su mirada ardiente y decidida.

—Tú y yo somos dos mitades de un todo, muñeca. Nunca olvides eso. —Sus labios encontraron los de ella en un beso apasionado, uno que era a la vez un reclamo y una promesa. Cada roce de sus labios, cada toque de su lengua, era un recordatorio de que estaban destinados a ser.

La habitación parecía desvanecerse a su alrededor, y Katherine se dejó llevar por la intensidad del momento. Era un mundo donde solo existían ellos dos, donde el caos se convertía en una forma de arte.

—Eres mía —susurró el Joker entre besos, su voz cargada de posesividad y deseo—. Y no permitiré que nadie, ni siquiera Batman, te arrebate de mi lado.

Katherine sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. La forma en que la miraba, como si cada parte de ella le perteneciera, la llenaba de poder. Sabía que debía confiar en él, que debía dejarse llevar por el torrente de emociones que los consumía.

—Nunca podría dejarte —respondió, y su voz era un eco de certeza.

El Joker sonrió, satisfecho, y la tomó en sus brazos, la atrajo hacia él con una fuerza casi posesiva. Los besos se volvieron más intensos, más demandantes, y la cama crujía bajo el peso de su deseo.

—Así se habla, muñeca —dijo entre besos, sus manos explorando cada rincón de su cuerpo con una devoción casi peligrosa—. Eres la única que puede estar a mi lado en este juego. Nadie más.

La conversación se desvaneció en una serie de gemidos y susurros, sus cuerpos entrelazados en una danza de locura y pasión. Mientras las sombras de Gotham se movían más allá de sus ventanas, en su mundo solo había espacio para el caos que habían creado juntos.

La noche continuó, llena de susurros de amor y promesas de locura, donde el pasado y el futuro se desdibujaron en la intensa conexión que compartían. Pero la sombra de Selina y la aparición de Batman seguían acechando, y la lucha por la supremacía en el corazón de Katherine apenas comenzaba.

Crowned in Madness | Joker +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora