Crowned in Madness | Joker +18

26. Inevitable Caída

El día había comenzado con una oscuridad sofocante, perfecta para lo que estaba por venir. Katherine se despertó con una calma fría, su mente afilada como un bisturí. A su lado, el Joker dormía profundamente, su brazo tatuado extendido sobre la cama desordenada. Ella lo miró por un instante, recordando la promesa que le había hecho: Selina Kyle se arrodillaría ante ella. No de manera física, pero sí en espíritu, dependiente de su poder.

Katherine se deslizó fuera de la cama sin hacer ruido, dejando que el Joker siguiera en sus sueños caóticos. Hoy sería el primer día en el que su verdadero poder comenzaría a revelarse. Selina pensaba que aún tenía alguna oportunidad, que podía resistir. ¡Qué patética!

Desde el espejo del tocador, la reina del caos observó su reflejo, tomándose un momento para disfrutar de la transformación en la que se había convertido. Ya no era la neurocirujana seria que había dominado las salas de operaciones. No. Ahora, su control no solo residía en el cuerpo humano, sino en la psique de los demás. Ella controlaba los hilos, y Selina sería su primer gran espectáculo.

Se vistió con cuidado, seleccionando un vestido negro, ceñido, que la hacía ver imponente y elegante, una verdadera reina del inframundo de Gotham. Sus labios pintados de rojo oscuro contrastaban con la palidez de su piel. En ese momento, decidió que sería un día largo, pero uno lleno de satisfacciones.

Katherine salió del apartamento que compartía con el Joker, pero no iba a buscar el enfrentamiento directo con Selina. Sabía que su poder no residía en los golpes ni en las persecuciones. No, su dominio estaba en observar, esperar, y atacar justo cuando el enemigo estaba más débil. Y Selina ya estaba tambaleándose.

La primera parada fue una de sus bases ocultas, una red de vigilancia sofisticada que había establecido semanas antes, cuando empezó a prever la caída de su oponente. En la pantalla, las cámaras seguían cada paso de Selina. Allí estaba, luchando por mantenerse erguida, tratando de esconder las señales del veneno que Katherine había administrado de forma sutil durante sus últimos encuentros. El dolor en su pierna era evidente, pero la famosa Gatúbela no lo mostraría fácilmente.

—Patética... —murmuró Katherine con una sonrisa despectiva, mientras se acomodaba en su asiento de cuero, frente a la gran pantalla que llenaba la sala.

Observó cómo Selina intentaba contactar a viejos aliados, los mismos que una vez la habían admirado y apoyado. Katherine había movido las piezas correctas para que ahora esos aliados la ignoraran, la dejaran de lado. Cada llamada que Selina hacía, cada mensaje que enviaba, era respondido con un frío silencio o con evasivas. Los contactos que una vez la consideraban intocable ahora temían acercarse a ella.

—Ella no tiene idea de lo que está pasando —dijo Katherine, dejando que su voz resonara en la habitación vacía. Había disfrutado preparando todo esto. Los amigos de Selina, sus colaboradores, incluso los ladrones que alguna vez la habían apoyado, todos habían sido corrompidos o eliminados. Katherine había comprado sus lealtades, prometiéndoles beneficios que Selina ya no podía ofrecer.

Mientras el día avanzaba, Katherine vio cómo Selina empezaba a frustrarse. Se arrastraba por las calles, entrando en bares y escondites clandestinos. Nadie la ayudaba. Algunos de sus antiguos socios la miraban con compasión fingida, pero la mayoría le daba la espalda. Sabían que cualquier contacto con ella ahora significaba enfrentarse a la nueva reina del caos. Nadie estaba dispuesto a arriesgarse por alguien que ya no tenía el poder que solía tener.

Katherine disfrutaba cada segundo de esa vigilancia. Su favorita era una escena en particular: Selina irrumpiendo en un pequeño bar en el centro de Gotham, conocido por ser uno de los lugares donde se cerraban acuerdos entre criminales. La ex reina había llegado para pedir ayuda, apenas disfrazando su necesidad. El dueño del bar, alguien que había trabajado para ella en el pasado, la miró con desdén.