4. La Noche que Llamó a la Puerta

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La noche en el club era una mezcla de luces y sombras, un laberinto de deseos y secretos. Katherine se adentró en el espacio, el pulso de la música envolviéndola como un abrazo. Las luces parpadeaban en un caleidoscopio de colores, y el aire estaba cargado de emoción y peligro. Era un mundo que podía consumirla, pero en ese momento, sentía que lo necesitaba.

Al entrar, su mirada buscó el rincón donde había visto al Joker la noche anterior. Su corazón se detuvo por un instante al encontrarlo allí, como si el caos se hubiera congelado en su presencia. Estaba rodeado de sombras, pero su sonrisa iluminaba el lugar de una manera inquietante, atrayendo las miradas de todos a su alrededor.

La adrenalina corría por sus venas mientras avanzaba hacia él, cada paso un desafío a la lógica. ¿Por qué seguía volviendo a este peligro? Su mente luchaba entre el deseo y el sentido común, pero la atracción hacia él la empujaba a seguir.

Cuando el Joker la vio, su sonrisa se amplió, como si su presencia fuera un regalo que solo él pudiera apreciar. Se apartó de la barra y caminó hacia ella, su porte despreocupado ocultando la amenaza latente que siempre lo acompañaba.

—Hola, muñeca —dijo, su voz un suave susurro que solo ella podía escuchar. La cercanía hizo que el aire entre ellos se volviera denso—. Te estaba esperando.

Katherine sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral. —¿Estabas? —preguntó, intentando sonar casual, aunque su corazón latía con fuerza.

—Claro que sí. El lugar no es lo mismo sin ti —respondió, inclinándose un poco más cerca, casi tocándola—. ¿Te gustaría bailar?

Ella dudó un momento, consciente de que todas las miradas estaban sobre ellos, pero la idea de rechazarlo le parecía imposible. Asintió, permitiéndole tomar su mano y guiarla hacia la pista de baile.

Mientras se movían al ritmo de la música, el mundo exterior desapareció. Las luces danzantes y la multitud se convirtieron en un ruido lejano. Era solo ella y el Joker, sumidos en su propio universo, y eso era tanto liberador como aterrador.

Él la observaba con intensidad, como si cada movimiento suyo revelara secretos que solo él podía entender. Katherine trató de mantener la calma, pero la forma en que él la miraba hacía que su piel ardiera.

—Eres una excelente bailarina, ¿sabes? —dijo él, acercándose aún más, su aliento tibio rozando su oído—. Pero hay algo que me intriga más que tus movimientos. Es esa chispa oscura que tienes.

Katherine se sintió expuesta. —No tengo ninguna chispa oscura —replicó, aunque sabía que él la veía más claramente que nadie.

—Oh, pero sí la tienes —susurró, su risa baja y burlona resonando en su oído—. La forma en que ignoras las advertencias de tus amigos, la forma en que te arriesgas. Te gusta el peligro, ¿verdad?

Sus palabras la golpearon como un rayo. Era cierto, había una parte de ella que se sentía viva al borde del abismo, pero ¿era esa la persona que realmente quería ser?

—Tal vez —respondió, sintiendo la necesidad de ser honesta. Sin embargo, sus pensamientos fueron interrumpidos cuando el Joker dio un paso atrás, observándola con una mezcla de diversión y seriedad.

—¿Sabes? A veces creo que te entiendo más que a cualquier otra persona. La vida puede ser tan... aburrida, ¿no crees? Repetitiva. Pero aquí, en este lugar, la emoción está a la vuelta de cada esquina.

El Joker tomó su rostro entre sus manos, inclinándose hacia ella, y sus ojos brillaron con un fuego casi salvaje. —Te prometo que si decides seguirme, la vida nunca será aburrida de nuevo.

Katherine sintió que su corazón se aceleraba. La atracción que sentía por él era casi intoxicante. Era como si el caos y la locura que lo rodeaban estuvieran dispuestos a devorarla, pero al mismo tiempo, había algo fascinante en la posibilidad de dejarse llevar.

Antes de que pudiera responder, él la besó en la mejilla, un gesto que era al mismo tiempo tierno y perturbador. El contacto hizo que un escalofrío recorriera su cuerpo. Era un beso que prometía mucho más de lo que el acto en sí representaba.

—Piensa en ello, muñeca —dijo, su voz un murmullo lleno de insinuaciones. Se apartó, dejándola con un sabor a incertidumbre en la boca.

Katherine se quedó allí, tratando de procesar lo que había pasado. Era un juego peligroso, y aunque una parte de ella se sentía viva, la otra sabía que estaba adentrándose en un territorio que podría cambiarla para siempre. Pero algo en el peligro lo hacía aún más atractivo.




A medida que la noche avanzaba, el club se llenaba de risas y música, pero la mente de Katherine estaba en conflicto. Se dio cuenta de que sus amigos tenían razón en muchos aspectos. El Joker era una fuerza de la naturaleza, y con cada encuentro, se volvía más intrigante y, al mismo tiempo, más aterrador.

Al final de la noche, cuando el club empezó a vaciarse, Katherine decidió que necesitaba salir a respirar. Se dirigió hacia el exterior, buscando un momento de claridad en la oscuridad de la calle.

El aire fresco la envolvió, y fue entonces cuando escuchó pasos detrás de ella. Se dio la vuelta y vio al Joker, quien había seguido su rastro.

—¿Disfrutando de la noche? —preguntó él, con esa sonrisa característica que hacía que su corazón se acelerara.

—Solo necesito un momento a solas —respondió Katherine, intentando mantener su distancia, pero él se acercó más.

—¿Por qué temer a la oscuridad? —inquirió, su voz suave pero cargada de un significado más profundo—. Es donde todos somos libres, donde podemos ser quienes realmente somos.

Katherine sintió un tirón en su pecho. Sabía que había verdad en sus palabras, pero la línea entre la libertad y la locura era delgada, y estaba aterrorizada de cruzarla.

—No todos pueden soportarlo —dijo, la duda pesando en su voz.

Él la miró fijamente, y en sus ojos había una mezcla de locura y pasión. —Pero tú puedes, Katherine. Eres más fuerte de lo que crees. Permíteme mostrarte.

Con un movimiento rápido, tomó su mano, y un escalofrío recorrió su cuerpo al sentir su toque. Era como si la conexión entre ellos se volviera tangible, un hilo que los unía de una manera que la aterraba.

Katherine se sintió atraída por la promesa de algo más, pero también había un abismo que la llamaba. Era una decisión que podría cambiar su vida para siempre.

—¿Qué me prometes? —preguntó, su voz apenas un susurro, sintiendo que el tiempo se detenía.

—Prometo que te haré sentir viva. Prometo que no habrá vuelta atrás, y que los límites que conoces desaparecerán. ¿Estás dispuesta a dar ese salto?

Katherine miró a sus ojos, y en ese instante, sintió la chispa que había encendido la noche anterior. A pesar de su instinto de protegerse, había algo en su propuesta que la llenaba de deseo.

Con el corazón latiendo con fuerza, sintió que la línea entre el deseo y el peligro se desdibujaba. Así que, con una mezcla de miedo y emoción, Katherine decidió que estaba dispuesta a dar ese salto.

—Sí —respondió, con una determinación que la sorprendió a sí misma—. Quiero verlo.

El Joker sonrió, una expresión de triunfo y locura en su rostro. —Entonces, muñeca, prepárate para una aventura que nunca olvidarás.

Crowned in Madness | Joker +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora