Crowned in Madness | Joker +18

20. En Movimiento

Katherine se encontraba en el silencio absoluto de su laboratorio personal, un lugar oculto entre las sombras de Gotham. Las luces blancas y frías iluminaban con precisión quirúrgica las superficies de acero inoxidable, mesas repletas de instrumentos médicos y químicos. Aquí, en este espacio donde la ciencia y el caos convergían, ella podía ser tanto la brillante neurocirujana que había ganado renombre mundial como la reina del caos, diseñando un plan macabro con la meticulosidad que solía dedicar a salvar vidas.

Frente a ella, en una encimera de cristal, reposaban varios frascos llenos de compuestos que había desarrollado a lo largo de los años. Medicamentos que antes servían para tratar enfermedades neurológicas graves, sustancias que le habían otorgado premios en medicina, pero que ahora eran el pilar de su última creación. Katherine ajustaba una fina pipeta con precisión, midiendo gotas del líquido incoloro que brillaba bajo las luces del laboratorio. Cada mezcla era calculada, con la exactitud de quien ha pasado una vida manipulando el cerebro humano, pero esta vez, sus ajustes estaban destinados a un propósito mucho más siniestro.

Con una ligera sonrisa, comenzó a calentar una de las soluciones. El líquido burbujeaba lentamente en un vaso de precipitados, mientras ella ajustaba la temperatura de la placa calefactora con la precisión que solo una experta podría manejar. Era un arte, un proceso en el que se combinaban varios compuestos tóxicos, cuidadosamente modificados para no ser detectados a simple vista. Cualquier rastro de sus antiguos usos medicinales había sido borrado, transformado en un veneno letal. Un veneno silencioso.

—Curé vidas con esto —murmuró para sí misma, mientras observaba el líquido cambiar ligeramente de tono—. Pero ahora, lo he perfeccionado para destruirlas.

Sus manos trabajaban con destreza, agregando pequeñas cantidades de varios compuestos. Sus movimientos eran precisos, sus ojos concentrados en cada detalle. Katherine no era solo una maestra de la medicina; ahora también era una ingeniera de la muerte, dispuesta a usar su conocimiento para crear una trampa mortal que Selina Kyle nunca vería venir.

Finalmente, el líquido alcanzó la viscosidad y tonalidad deseada. Lo observó detenidamente, fascinada por su creación. Este veneno sería su obra maestra. La combinación perfecta de sus dos mundos: el de la medicina y el caos. Un arma que destruiría lentamente a su enemiga sin que nadie, ni siquiera Selina, pudiera detectarlo. Estaba diseñado para ser absorbido gradualmente por el cuerpo, haciendo que la víctima se debilitara poco a poco, de manera casi imperceptible, hasta que, finalmente, su cuerpo colapsara por completo.

Katherine vertió con cuidado el líquido en un frasco pequeño y transparente, sellándolo herméticamente. Lo sostuvo a la altura de sus ojos, admirando cómo la luz se refractaba a través del contenido incoloro. La muerte en estado líquido. Nadie sospecharía de su naturaleza. El veneno era tan sutil que, incluso bajo exámenes toxicológicos, resultaría casi imposible de detectar hasta que fuera demasiado tarde.

Guardó el frasco en su bolsillo, satisfecha con el resultado. Su mirada recorrió el laboratorio, observando los diferentes instrumentos y sustancias que había acumulado a lo largo de los años. Aquí, había perfeccionado tanto la salvación como la destrucción. Y ahora, el mismo conocimiento que antes había utilizado para curar cerebros dañados lo usaba para crear una catástrofe.

Mientras recogía los últimos elementos del laboratorio, decidió que era el momento de poner en marcha la primera fase de su plan. Selina Kyle, la famosa Catwoman, iba a ser el sujeto perfecto para probar su creación. El caos que esto generaría en su vida sería solo el inicio de algo más grande. Katherine quería verla caer, pero no de inmediato. No, eso sería demasiado sencillo. Selina debía sentir el peso de su propio cuerpo traicionándola, el fracaso gradual invadiendo cada aspecto de su vida hasta que no quedara nada.