8. Reina del Caos

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El proceso fue lento, pero implacable. Cada día que pasaba, Katherine se adentraba más en el mundo retorcido del Joker, empujada a sus límites mentales y físicos. No era solo una relación de poder, sino un entrenamiento constante. El Joker no quería una simple compañera; quería a una reina, una reina del caos que estuviera a su altura. La llevaba a campos de tiro, la entrenaba en combate cuerpo a cuerpo, y en las noches más oscuras, la hacía observar sus operaciones desde las sombras, hasta que lo que antes le horrorizaba comenzaba a parecerle natural.

Katherine sentía que su cordura pendía de un hilo, pero también sabía que había algo adictivo en esa sensación. El Joker la consumía en todos los sentidos, y aunque trataba de resistirse, él siempre encontraba la forma de someterla a su voluntad, de recordarle que estaba bajo su control.

—Muñeca —susurraba cada vez que ella intentaba escapar de sus pensamientos—, ¿aún piensas que puedes vivir sin mí?

Ella lo odiaba por lo que la hacía sentir, pero no podía negar que había algo en él que la mantenía atrapada. Era como una droga, una que la enloquecía y la hacía anhelarlo incluso cuando sabía que debía alejarse.

Cada vez que Katherine mostraba resistencia, él no la castigaba con violencia física, sino con juegos psicológicos diseñados para quebrar su voluntad. Una noche, después de una misión particularmente peligrosa en la que casi la perdió, el Joker decidió enseñarle una lección.

La llevó a una habitación oscura y la encerró. Pasaron horas, tal vez días, y Katherine empezó a sentir el peso de la soledad, el miedo y la desesperación apoderándose de su mente. No podía distinguir la realidad de las pesadillas que comenzaban a invadir su mente, hasta que la puerta finalmente se abrió.

El Joker estaba allí, observándola con su sonrisa peligrosa y sus ojos llenos de una mezcla de locura y deseo.

—No quiero perderte, muñeca —dijo con una suavidad que solo hacía que el momento fuera más aterrador—. Pero necesitas entender algo: tú eres mía. Siempre lo serás.

Katherine lo miró con los ojos llenos de furia, pero también con una sombra de miedo, y en el fondo, esa chispa de deseo que no podía controlar.

—No puedes controlarme —murmuró, aunque su voz temblaba.

Él se inclinó hacia ella, acariciando su rostro con una ternura que contrastaba con su naturaleza psicótica.

—No es control lo que quiero —respondió en un susurro, sus labios rozando su piel—. Es devoción. Y, créeme, muñeca, la tendrás pronto.

Desde ese día, todo cambió. Katherine ya no era la mujer que había sido antes de conocer al Joker. Ahora, cada vez que salían al mundo, él no se molestaba en ocultar su posesión sobre ella. Su mano siempre estaba en su cintura, sus ojos siempre vigilantes. Era como si quisiera gritarle al mundo que Katherine era suya, que nadie más podía siquiera mirarla sin enfrentar su ira.

En los clubes más elegantes y clandestinos de la ciudad, la presencia de Katherine a su lado no pasaba desapercibida. Se movía con una gracia que parecía impropia de alguien enredada en un mundo tan oscuro, pero cada paso que daba estaba marcado por la influencia del Joker. Y él adoraba ese poder que ejercía sobre ella. Nadie se atrevía a desafiarlo, y la mera idea de que alguien pudiera intentar acercarse a su reina lo llenaba de una furia que solo podía expresar en su forma más retorcida.

Una noche, mientras ambos estaban en uno de sus escondites, el Joker la empujó suavemente contra la pared. Su mirada estaba llena de celos y una oscura determinación.

—El mundo necesita saber que hay una nueva reina en esta ciudad —dijo, sus manos recorriendo su cuerpo con una mezcla de ternura y posesividad—. Y nadie, absolutamente nadie, te tocará. Solo yo.

Crowned in Madness | Joker +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora