5. Sin Salida

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Habían pasado semanas desde la última vez que lo vio. Las noches de locura en el club se desvanecieron en la monotonía de la rutina diaria. Ella se esforzó por convencerse de que todo había sido un simple capricho, un destello de emoción en su vida ordenada. Pero en el fondo, el eco de su risa y las promesas de caos la perseguían. Se dedicó a su trabajo, a los quirófanos y a los pacientes, tratando de ignorar la sensación de vacío que dejaba su ausencia.

Ese día, al salir del hospital después de una jornada agotadora, decidió que era hora de dejar atrás aquel momento fugaz. Se adentró en el estacionamiento, el aire fresco de la noche acariciando su piel, cuando el sonido ensordecedor de los neumáticos rechinando la hizo detenerse en seco.

Frente a ella, una furgoneta negra se detuvo de golpe, las puertas traseras se abrieron y un grupo de hombres enmascarados descendió rápidamente, rodeándola como depredadores en su cacería.

— ¿Eres la muñeca de nuestro jefe? Él quiere una cita —gruñó uno de ellos, mientras su mente se paralizaba y el horror se apoderaba de su corazón.

Antes de que pudiera reaccionar, la oscuridad la envolvió.

Despertó en un almacén oscuro, la humedad del lugar y el aire cargado de pólvora la golpearon de inmediato. Su cabeza latía con fuerza y la confusión se mezclaba con el miedo. Mientras sus ojos se acostumbraban a la penumbra, el sonido de una risa familiar resonó a lo lejos.

Ahí estaba él, con su sonrisa torcida y su presencia amenazante, de pie entre varios hombres armados. La rabia ardía dentro de ella.

Lo miró con furia, intentando liberarse de las ataduras que la mantenían presa en una silla de metal. Pero él solo sonreía, disfrutando de la escena, como si cada segundo la acercara más a un destino inevitable.

Mientras el Joker se acercaba, ella sintió un torbellino de emociones. El caos y el miedo se entrelazaban con una extraña atracción hacia él. Sin embargo, había algo más que quería decirle, algo que la había atormentado desde su última reunión. Cuando su mirada se encontró con la suya, se le anudó el estómago.

—¿Dónde has estado? —preguntó, la ira y la frustración brotando en su voz—. Creí que había sido solo un capricho para ti, que te habías olvidado de mí.

Él se detuvo en seco, su sonrisa se desvaneció por un instante, y su mirada se volvió más intensa. —¿Olvidarte? Nunca. Siempre estás en mi mente, muñeca. Pero hay cosas más grandes que tú y yo.

—Eso no es una respuesta —replicó, su voz temblando. Se sentía vulnerable, expuesta ante él, y no le gustaba. —Desapareciste. Me dejaste sola en medio de todo. Pensé que habíamos conectado de verdad.

El Joker inclinó la cabeza, como si ponderara sus palabras. Sus ojos brillaban con un matiz de locura y dulzura. —Conectar, ¿eh? Tal vez eso fue lo que quisiste creer. Pero el caos no es algo que puedas domesticar, cariño.

Ella frunció el ceño, la herida en su corazón se profundizaba. —No me hagas sentir así —dijo, su voz apenas un susurro, pero cargada de dolor. —No me des la ilusión de que te importa cuando solo me usas como un juguete.

El Joker se acercó aún más, la sonrisa regresó a su rostro, pero había un brillo en sus ojos que la aterraba. —Es curioso, muñeca. Te creía más fuerte que eso. Pero aquí estás, herida y vulnerable. Eso me fascina.

—Eres un monstruo —respondió, su voz firme aunque su interior se tambaleaba. La mezcla de dulzura y crueldad en él era como una tormenta, y no podía evitar sentirse atraída hacia ese caos.

—Soy un monstruo que te ofrece una vida más emocionante que la de una doctora aburrida —dijo él, su tono burlón pero con una pizca de dulzura—. La vida no tiene que ser monótona, cariño. Puedes dejar de lado ese traje de niña buena y aceptar quién realmente eres.

A medida que hablaba, su cercanía la envolvía, y aunque ella quería resistirse, había algo hipnótico en su forma de ser. Un dilema se apoderó de su mente: ¿era posible que la locura que él ofrecía pudiera liberarla de las cadenas que la mantenían atrapada en su vida monótona?

—No entiendo por qué te gusta jugar así —dijo, sus palabras cargadas de reproche. —No puedes actuar como si no significara nada. Estaba... preocupada por ti. Creí que éramos amigos.

—¿Amigos? —su risa resonó, pero era oscura, casi cruel—. Oh, muñeca, tú sabes que eso no es lo que somos. No cuando todo lo que hago es arrastrarte a un mundo donde la locura es la única ley.

Un silencio tenso llenó el espacio entre ellos. Ella sintió que el aire se volvía espeso. ¿Era eso lo que él realmente pensaba? Una parte de ella anhelaba esa conexión, y otra parte sabía que estaba jugando con fuego.

A medida que hablaba, su cercanía la envolvía, y aunque ella quería resistirse, había algo hipnótico en su forma de ser. Un dilema se apoderó de su mente: ¿era posible que la locura que él ofrecía pudiera liberarla de las cadenas que la mantenían atrapada en su vida monótona?

—Tú no entiendes. —Su voz se quebró—. No quiero perderme en tu locura. Quiero ser libre, pero no a costa de convertirme en algo que no soy.

—¿Y si te dijera que ya eres parte de esta locura? —su mirada se tornó intensa—. No puedes escapar, muñeca. La locura ya ha comenzado a florecer en ti. Solo necesitas dejarla salir.

Ella sintió que su corazón se aceleraba, entre el miedo y la atracción. En ese instante, todo lo que había creído sobre ella misma se tambaleaba. ¿Era realmente lo que quería? ¿La locura era su verdadera naturaleza?

Él se inclinó, rozando su nariz con la suya en un gesto íntimo, como un amante y un enemigo al mismo tiempo. —Estás herida, pero eso solo te hace más interesante. Esa vulnerabilidad... lo hace todo más divertido.

—No necesito tu diversión a costa de mi salud mental —protestó, aunque la forma en que él la miraba la llenaba de dudas.

—Oh, cariño, estás demasiado enredada para volver atrás. —La voz del Joker era una mezcla de dulzura y malicia—. Ya no hay escape. Eres parte de esto. Acepta tu destino, y tal vez encuentres que la locura no es tan mala.

Mientras el silencio se cernía entre ellos, su corazón latía con fuerza. Estaba atrapada entre el deseo de liberarse de la vida que conocía y la atracción que sentía por el peligroso mundo que él representaba. Pero había una advertencia en su interior, una voz que le decía que no debía confiar en él.

Y en ese instante, supo que había cruzado un umbral del que no podía volver atrás. La locura estaba llamando, y a pesar del miedo, algo en su interior estaba ansioso por responder.

Crowned in Madness | Joker +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora